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IÑIGO URRUTIA
Viernes, 2 de febrero 2007, 10:04
SAN SEBASTIÁN. DV. El aeropuerto de Hondarribia necesita espacio aéreo francés para que los aviones maniobren, pero Francia sólo autoriza 24 movimientos al día. Y ayer las autoridades galas reiteraron que no autorizarán ni uno más. Corolario: Hondarribia no tiene margen legal para mejorar su oferta de vuelos, no puede crecer. De hecho, abrir un nuevo destino obligaría a suprimir alguno de los existentes.
La consejera de Transportes del Gobierno Vasco, Nuria López de Guereñu, lo resumió sin medias tintas: «Las autoridades francesas pretenden obstaculizar el desarrollo de Hondarribia. Se equivocan si piensan que para impulsar Biarritz tienen que ahogar Hondarribia». El portavoz de Diputación, Koldo Azkoitia coincidió al declarar que «Francia está empeñada en ahogar las posibilidades de futuro de nuestro aeropuerto».
Fue el resultado de las tres horas largas de reunión de la comisión mixta intergubernamental de seguimiento al convenio entre España y Francia de 1992 en la subprefectura de Bayona. El encuentro no presagiaba nada positivo porque sobre la mesa había intereses contrapuestos: la ampliación de horarios y vuelos en Hondarribia frente a quienes desde Francia abogan porque se cumpla estrictamente el acuerdo firmado y que fija un horario de 07.30 a 22 horas y limita a 24 la cantidad de movimientos (aterrizaje, despegue) al día.
Los aviones que operan en el aeropuerto maniobran indefectiblemente sobre el espacio aéreo galo y ese sobrevuelo proporciona a la Administración francesa una capacidad decisiva sobre cualquier proyecto que afecte al futuro tráfico aéreo de Hondarribia.
Convocada por las autoridades francesas, a la cita en Bayona acudieron las dos representaciones encabezadas por el delegado del Gobierno del País Vasco, Paulino Luesma, y por el prefecto de Pirineos Atlánticos, Marc Cabane. De este lado de la muga también participaron Jesús Pérez Blanco, subdirector de Aviación Civil; los alcaldes de Irun y Hondarribia, José Antonio Santano y Borja Jauregi respectivamente; el portavoz de la Diputación de Gipuzkoa, Koldo Azkoitia; y el director de Transportes del Gobierno Vasco, Iñigo Palomino.
Por parte francesa, junto a representantes de aviación civil, también intervinieron el subprefecto de Bayona, Jean Jacques Caron; el alcalde de Hendaya, Kotte Ezenarro; y el diputado de los Pirineos Atlánticos, Daniel Poulou.
«Cerrados en banda»
Participantes en el encuentro señalaron que la reunión se desarrolló en un ambiente «distendido pero sin un ápice de flexibilidad», quizás porque desde el primer minuto se constató que las posturas eran irreconciliables: «La discusión enseguida se ha centrado en los ruidos y ellos se han cerrado en banda respecto a los 24 vuelos».
Por el contrario, los representantes de este lado del Bidasoa argumentaron que el ruido, la «huella acústica» que producían los 24 movimientos de reactores en 1992 equivalen a un tercio de la que generan ahora las aeronaves, mucho más silenciosas. El diputado foral Koldo Azkoitia recordó que «el ruido es un factor medible matemáticamente y está contrastado que podríamos multiplicar por tres los movimientos y no superaríamos el nivel de ruido de 1992».
En todo caso, la radical discrepancia en la interpretación del «mapa de ruidos» que genera Hondarribia provocó que el encuentro discurriera irremediablemente hacia un callejón sin salida. Dado que Francia veta cualquier posibilidad de incrementar la oferta de vuelos desde Hondarribia, de la ampliación de horarios, «ni se habló», indicó otro de los participantes, que no ocultó su «frustración y decepción» por la actitud de los interlocutores franceses, aferrados a la estipulación de 24 movimientos acordada hace quince años. Los dos únicos acuerdos alcanzados fueron un compromiso en el sentido de que la comisión se reúna una vez año, -cuando lo ha hecho tres veces en quince años-, y no poder impedimentos a los vuelos nocturnos sanitarios, que suelen ser originados por emergencias. Durante el año pasado se registraron diez aterrizajes y salidas de esta naturaleza.
«Interpretación caduca»
La consejera Nuria López de Guereñu, censuró la actitud mostrada por las autoridades francesas porque a su juicio lo único que persiguen es «limitar y obstaculizar la operatividad y las posibilidades de desarrollo del aeropuerto de Hondarribia. Intentan ahogar el aeropuerto agarrándose a una interpretación caduca y restrictiva del convenio».
«Han mantenido -prosiguió- una actitud cerrada y fronteriza. Se equivocan si piensan que para impulsar Biarritz tienen que ahogar Hondarribia».
López de Guereñu insistió en que la base del convenio en vigor es el mantenimiento en el entorno del aeropuerto de «unos niveles de ruido aceptables», para lo que establecía un límite al número de vuelos diarios. Sin embargo, quince años después y con los adelantos en tecnología aeronáutica, «es perfectamente compatible el mantenimiento de esos niveles de ruido con el aumento de la actividad aérea, ya que las actuales aeronaves son mucho menos ruidosas. Se pueden, por tanto, llevar a cabo más vuelos respetando los actuales mapas de ruido».
El veto que representa la posición francesa a cualquier propósito de ampliación de vuelos desde Hondarribia también provocó el enojo indisimulado del portavoz foral Koldo Azkoitia: «Hacen una lectura tergiversada del convenio porque están empeñados en ahogar las posibilidades de futuro del aeropuerto».
El encuentro, resumió el representante del Gobierno foral, fue «realmente decepcionante, porque no hemos encontrado otra cosa que trabas y poca voluntad para flexibilizar posturas».
Azkoitia advirtió, no obstante, que el convenio vigente es «un acuerdo entre estados, y Francia está obligado a su cumplimiento», en alusión a que en quince años no ha cumplido, por ejemplo, la estipulación sobre servidumbres.
El artículo 7 del tratado establece que el Gobierno francés «se compromete» a establecer sobre el territorio francés las servidumbres aeronáuticas de despegue que sean necesarias para la seguridad de la explotación del aeropuerto.
«Espíritu transfronterizo»
La consejera López de Guereñu también aludió, al igual que otros representantes, a la incompatibilidad de la posición francesa con un mínimo espíritu de cooperación transfronteriza: «Es una actitud que está a años luz de lo que debiera ser la colaboración transfronteriza constructiva y abierta en materia de aeropuertos». La cooperación transfronteriza, añadió, «si quiere ser verdaderamente eficaz, debe pasar por reforzar tanto Biarritz como Hondarribia, cada uno en su ámbito. Al señor Borotra, presidente del aeropuerto y alcalde de Biarritz, se le trasladó en su día nuestra postura: es decir, que cualquier colaboración pasa por la potenciación de los dos aeropuertos. La coordinación entre los aeropuertos es necesaria. En ningún caso se puede aceptar que el impulso a uno pase por el abandono del otro».
Igualmente exigió a AENA que realice «cuanto antes» las inversiones necesarias para mejorar el servicio que se da a los viajeros. «Se puede mejorar mucho. No sólo hablamos de ampliación de pista. Hay que mejorar la tecnología de navegación, los servicios, la terminal, los aparcamientos. Y es necesario cumplir las normas de seguridad sin reducir la competitividad del aeropuerto».
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