Pasarela Gipuzkoa

Jon Jauregi, candidato del PNV a diputado general de Gipuzkoa, se ha desnudado ante la opinión pública. Y lo ha tenido que hacer porque era la única forma de detener una espiral que le ha llevado a ser el ojo del huracán. ¿Qué paradoja! Donde la presunción de inocencia debería ser una máxima, uno es culpable hasta que no demuestre lo contrario. Ha tenido que mostrar su inocencia sin que nadie haya sido capaz de demostrar su culpabilidad. Entre la cadena SER, autora de una «noticia» por entregas, y que en ningún momento ha mostrado sus fuentes, y la desidia, hasta límites insospechados de la Hacienda Foral, se ha tratado de sembrar una sombra de sospecha sobre el candidado. ¿Por qué no ha mostrado la cadena SER sus fuentes de información? ¿Tiene el informe que dice poseer algún membrete oficial que podría comprometer a los autores-conspiradores? ¿Por qué el empeño de la Diputación de tratar de prolongar esta absurda situación hasta más allá de las elecciones? Sólo en el último momento ha rectificado su posición. Demasiado tarde. Demasiado evidente. Difama que algo queda, parece ser la consigna. La prueba de la tan cacareada «masa corporal» que deben pasar las candidatas a desfilar en la pasarela Cibeles se extiende a la vida política en Gipuzkoa. Los partidos políticos se han dedicado a pedir que sea Jauregi quien pase la prueba. Y en contra de lo que esperaban, frotándose las manos algunos, lo ha hecho. Nada que ocultar. Cumple con creces el listón de masa corporal exigido (mejor cabría decir honradez y transparencia, en este caso). Cabe ahora, yo al menos lo espero, que sean el resto de los candidatos, quienes señalaban con el dedo acusador, quienes se suban voluntariamente a la báscula: Pidan a la Hacienda les investigue por si tienen algo pendiente con la misma, y que les inspeccione, saliendo a la luz el resultado ¿no? Todos igual. Las mismas condiciones para todos. Jauregi es, en la pasarela política guipuzcoana actual de las elecciones municipales y forales, el único que de momento puede desfilar por ella. El resto, a pasar los controles. Y voluntariamente. No vayamos a pensar que tienen algo que ocultar. O que a algún medio de comunicación le dé por apuntar a algún otro candidato.