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Arteta, espléndida, conquistó al público
Cultura

Arteta, espléndida, conquistó al público

La soprano tolosarra emocionó al público, que llenó el reinaugurado teatro, con un programa en el que dejó constancia de su gran calidad vocal

EMECE

Sábado, 10 de marzo 2007, 10:05

SAN SEBASTIÁN. DV. La soprano tolosarrá Ainhoa Arteta conquistó anoche al público que llenó el teatro Victoria Eugenia con un hermoso y emocionante concierto. Con esta reinauguración, el Victoria Eugenia, joya de nuestra cultura, tiene el compromiso de elevar el tono de la calidad artística que Donostia ofrece.

Asistida al piano por el vizcaíno Rubén Fernández, lucía hermosa la soprano tolosarra -el alcalde de la villa foral, Jokin Bildarraz, estaba entusiasmado con el arte de su paisana- portando una elegante y evanescente túnica en tonos barquillo y té, que a las cinco de la tarde de ayer se había terminado en los talleres de la modista donostiarra Isabel Zapardiez, encargado diseñado y cosido en tan solo 72 horas.

Ainhoa Arteta, en cuajo de mujer plena, presentó un programa riguroso, nada dado al compromiso facilón, donde dejó constancia de encontrarse en un momento vocal de plenitud, con una entrega donde no regateó nada.

Perfecta vocalidad en el idioma de Molière, como fue el caso de Premier Jour de Mai Gounod. Su indudable técnica quedó enmarcada en la preciosidad del canto realizado con la obra Si mes vers avaient les alies de Reynaldo Hann, donde exprimió el fiato hasta el infínito, con una emisión en puro legato y donde las modulaciones daban pie a una acariciadora sutileza. La valía indubitada de Rubén Fernández se hizo patente en su versión de Hommage á Edith Piaf de Poulenc.

En el descanso un corrillo formado por el alcalde donostiarra, Odón Elorza; el delegado del Gobierno en el País Vasco, Paulino Luesma, y el empresario Mito Ibargoyen comentaban gozosos el evento, tanto por el estado del edificio -aunque todavía faltan cosas y muchos detalles-, como por la calidad artística de Ainhoa que en la segunda parte lució un elegante vestido en terciopelo negro con tres volantes bajos, de Prada, pelo recogido en moño e impresionantes brillantes cedidos para a ocasión por la firma Antonella.

Fuerza vocal

La fuerza vocal de la cantante tapó una acústica un tanto seca, cuestión está que ha de ser acometida con rigor, dejando momentos de grandeza como fue la composición de Miguel Ortega sobre el texto de Lorca La canción del jinete, o El majo discreto de Enrique Granados.

Fuerte aplaudía desde su localidad, la directora de Arco, Lourdes Fernández, así como era evidente el estado emocional del presidente del Aquarium y vicepresidente de EL DIARIO VASCO, Vicente Zaragüeta, con las entrañables canciones donostiarras de Tomás Garbizu, recreándose Ainhoa en la Habanera del Guria, en homenaje a la primera cafetería que tuvo el Victoria Eugenia, hoy emblemática canción de la sociedad Gaztelubide. Mimo a raudales puso en el canto de nuestra entrañable Ume eder bat, recogiendo raudales de aplausos sentidos y queridos, en agradecimiento a esta mujer que ha movidos fechas en otros compromisos para estar ayer entre nosotros. La primera de las propinas fue el aria O mio babbino caro de la ópera Gianni Schicchi de Giacomo Puccini (los aitas de Ainhoa, Esther y José Ramón, miraban a su hija embelesados desde la primera fila, con la consiguiente emoción que anegó sus ojos). Vino, luego, en lujoso piano de Rubén, su versión de Donostia'ko iru damatxo que ya encendió el terreno de los bravos, para seguidamente, canta un elegante, poderosos y sutil Summertime. Dentro del cúmulo de emociones que se agolpaban en la cantante dedicó a su familia la composición Alfonsina y el mar, de Ariel Ramírez, que ella de joven cantaba a guitarra con sus primas. ¿Precioso!

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