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XABIER GALARTZA
Miércoles, 4 de abril 2007, 04:29
SAN SEBASTIÁN. DV. Sin tiempo real para celebrar en condiciones el título de la Copa de la Reina, el Akaba afronta en Torrent (20.00 horas), localidad cercana a L'Eliana, su primer título de la Supercopa con sabor revancha, al tener que volver a verse las caras con un Cementos la Unión, al que le costó encajar su derrota.
Los esfuerzos del equipo donostiarra por aplazar la final ante la cercanía con la Copa han resultado baldíos. El más que generoso desgaste físico que les ha exigido la consecución del primer título de la historia ha llevado al equipo técnico a planificar un único y ligero entrenamiento de hora y media entre las dos finales, sesión que llevaron ayer a mediodía en Sagunto.
Ana Karrere y Amaia Ramírez cuentan con doce supervivientes, al mantenerse las bajas de Tati Garmendia, que se recupera de la neumonía que se le diagnosticó en la madrugada de la semifinal y de la pivote Izaskun Arruzazabala, al arrastrar unas molestias en la espalda que le han impedido debutar en la Copa.
El Akaba tiene muy claro cuáles son los aspectos que debe cuidar con mimo para poder completar el doblete y evitar que se consuma la revancha.
La internacional Matxalen Ziarsolo considera primordial el trabajo en la zaga. «El buen trabajo que hemos hecho en la Copa en defensa nos ha servido para meternos de lleno en los partidos. Y ante el Cementos debemos empezar por cuidar este aspecto».
Defensa y pérdidas
El excelente nivel de compenetración y los apoyos que se han brindado con el objeto de anular posibles fisuras han provocado que lanzadoras experimentadas como Susana Fraile e Ilic el día del Elda en semifinales o estiletes como Mangué, Medved y Ejsmont del Cementos la Unión se las vieran y desearan para poder disparar con garantías.
Para que se vuelva a repetir esta situación, es preciso que el equipo mantenga el envidiable nivel de concentración que ha exhibido en la Copa y que fue puesto a prueba en repetidas ocasiones, tanto en las respectivas remontadas protagonizadas por Itxako y Elda como en el descanso de la final de la Copa, al que llegaron con un parcial de 14-10 y con una peligrosa sensación de impotencia. Esta misma situación en otro contexto hubiera significado la condena para las donostiarras.
Las pérdidas de balón es otro aspecto a tener en cuenta. El Cementos provocó sólo en el primer tiempo, hasta diez pérdidas por su presión. En la reanudación lograron corregir la situación al reducir la cifra hasta cuatro.
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