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IÑAKI LUZARRAGA
Viernes, 27 de abril 2007, 09:49
GERNIKA. DV. La Casa de Juntas de Gernika fue ayer el centro neurálgico de los actos conmemorativos del setenta aniversario de aquel infausto 26 de abril de 1937. Numerosas fueron las autoridades políticas desplazadas hasta la villa foral. Pero, por encima de todos, destacó la presencia de los supervivientes del bombardeo. El vecino de la villa Luis Iriondo, que se convirtió en el altavoz público de las víctimas, reclamó en su intervención la cesión del 'Guernica', la obra más universal de Pablo Picasso.
«Queremos que el cuadro venga aquí, ya que se hizo como protesta del horror que vivimos. Es un estandarte de los muchos 'gernikas' que hubo y hay en el mundo. Sin embargo, hoy es una pieza de museo», criticó el gernikarra, foco de la atención de un repleto salón de plenos.
Instantes antes, Iriondo había tenido que interrumpir involuntariamente emocionado su alocución, al evocar los recuerdos de los que el artista malagueño se valió para plasmar el drama en su lienzo. «Las imágenes de las víctimas del cuadro son todas de hijos, madres y padres de Gernika», declaró consternado, ante una Casa de Juntas que rompió a aplaudir.
Sonora ovación
El portavoz de las víctimas del bombardeo dijo que «lo vivido fue un acto de terrorismo igual que los numerosos actos terroristas que se dan en la actualidad». Además, Iriondo tachó de «primera infamia» lo del 26 de abril de 1937, y subrayó que también hubo «una segunda», ya que «hasta cuarenta años después ningún gobierno -por el alemán- reconoció la autoría del horror», concluyó.
Al término de su intervención, la totalidad de las personalidades presentes se pusieron en pie para tributar un sonoro homenaje de más de un minuto. De regreso a su asiento, Iriondo y el lehendakari Ibarretxe se fundieron en un sentido abrazo.
Asimismo, también fue muy significado el mensaje que el Presidente del Comité Internacional de Auschwitz, Julius Goldstein, hizo llegar a los presentes. Este ciudadano germano, que estuvo presente en la Guerra Civil como miembro de las Brigadas Internacionales, se «avergonzó» del crimen que la Legión Cóndor alemana perpetró contra una indefensa «ciudad abierta» y reclamó a su Gobierno, con los ojos llorosos, que Gernika reciba «un patente resarcimiento».
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