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M. A.
Domingo, 29 de abril 2007, 04:01
Hay momentos en los que las estadísticas destrozan la mitología urbana. Inaudito. En la lista de las 900 personas más ricas del mundo sólo figura un vasco... ¿¿¿y encima no es de Bilbao!!!
José María Aristrain es guipuzcoano, tiene 45 años y es uno de los herederos de una familia vinculada a la siderurgia desde la primera mitad de la década de los 50. Cuando contaba 24 años, tuvo que hacerse cargo de la gestión de la floreciente compañía que había fundado su padre, después de que éste falleciese en un accidente de aviación. Figura en el puesto 557 entre los más ricos del mundo -su fortuna se calcula en 1.323 millones de euros- y en el 17 de los nacionales, justo detrás de Emilio Botín y Florentino Pérez.
Siempre ha preferido la discreción y huye de los escenarios públicos como del aceite hirviendo. De ahí que también haya rechazado todos los intentos para involucrarle en puestos destacados de organizaciones empresariales, entidades sociales, etc.
La fuerza del acero
Aunque su fortuna procede de la siderurgia, tiene también mucho que ver con la construcción. No en balde, las fábricas de Aristrain siempre se han distinguido por la competitividad en la producción de elementos de acero -vigas, mallas, etc.- cuyo destino final es, precisamente, acompañar al cemento en los edificios.
Aunque participa en más de una veintena de empresas de los sectores más variopintos, buena parte del crecimiento de su fortuna se ha debido a los movimientos corporativos en la industria siderúrgica. A mediados de los años 90 decidió vender la empresa familiar al grupo Aceralia por un importe de 250 millones de euros. Cobró en 'papelines', en acciones de la compañía compradora, que luego se integraría en Arcelor.
El pasado año jugó un papel decisivo en la opa lanzada por Mittal sobre el grupo europeo al inclinarse por aceptar la oferta del magnate indio. Hoy, el valor de aquellos títulos supera los 1.000 millones de euros.
Hace tan sólo unas semanas, su nombre se hizo popular en Suiza, después de que el diario helvético Le Matin hiciese público que José María Aristrain había decidido construir en la estación de esquí de Gstaad la que, por el momento, es la casa más cara de todo el país. Superaba así a la que había levantado en la cercana estación de Saint. Moritz el armador Peter Livanos. La 'choza' del empresario vasco está valorada en 62 millones de euros, 10.300 millones de pesetas.
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