Mantener la dignidad

LA semana pasada, un amigo me preguntó si creía lo que estaba escribiendo sobre la posibilidad de que se salvara el Bidasoa-Irun, si realmente me salían las cuentas. Y le dije que sí, no quizás al 100%, porque sabía lo difícil que estaba la permanencia, pero sí en un noventaytantos por cien.

Y, si creía en esas cuentas, era evidentemente ganando al Torrevieja en Artaleku, en un partido que debía ser fotocopia del jugado quince días atrás ante el Teka. El tiro salió por la culata y nos quedamos todos hundidos. Ahora, ya no salen las cuentas.

A pesar de los condicionantes adversos (día veraniego, Sagardo Eguna, rival sin gancho...), el público volvió a responder y se ganó otro sobresaliente. El suspenso, para unos pocos que maldirigieron su ira con disputas y cánticos erráticos. Porque errar es gritar «jugadores mercenarios» y más cuando la plantilla ha tenido que estar tres meses sin cobrar.

Y precisamente de eso se debía haber acordado el presidente, José Ángel Sodupe, cuando criticó en este medio a la plantilla -salvo a Aagaard- por su implicación el sábado. No puedo defender a todos, pero vi el partido y me parece exagerado que el presidente atacara a todos menos a uno. Metió en el mismo saco a jugadores de implicaciones muy distintas, pero que en las últimas semanas no han faltado a sus entrenamientos, aunque el club sí faltaba a su obligación de pagar. Se le pueden achacar mu-chas cosas a la plantilla y son los responsables del descenso, porque ellos meten goles y evitan los del contrario, pero lo que estos días está sucediendo en torno al Club Deportivo Bidasoa va más allá de un descenso deportivo. A ver si no perdemos también la dignidad.