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ZARBO IBARROLA
Domingo, 27 de mayo 2007, 04:55
MALDERREKA. DV. Los aficionados a la pesca del salmón en el Bidasoa andan estos días con los nervios de punta por varios motivos. Primero, porque se están avistando bastantes salmones en la zona de las Nazas y otros pozos, pero no se capturan. Decían ayer que el río no baja con un color bonito y que los peces no están por la labor, pero ahí están.
El otro motivo de expectación es la próxima entrada en vigor de la temporada de cebo vivo, que cambia por completo los hábitos de pesca en el Bidasoa. En muchos casos, donde esté una buena quisquilla que se quite la mejor cucharilla, e incluso mosca. Los pescadores lo saben y esperan la apertura del cebo vivo como si la temporada comenzara de nuevo.
Doce salmones
Mientras tanto, es buen momento para analizar lo que ha sido la primera parte de la temporada. Cabe destacar que si bien hablar de una docena de salmones no es decir gran cosa, mucho peor fue la pasada, con los aficionados en casa durante varias semanas después de haber sacado el octavo ejemplar multi-invierno. La decisión adoptada este año ha sido mucho mejor para los pescadores, toda vez que no les ha echado del río en lo mejor de la temporada, que aunque ha empezado algo más tarde, ha permitido la pesca sin interrupciones. Y además se han conseguido bonitos ejemplares.
Hay que recordar que el primero lo pescó el irundarra Nicasio Altuna, un precioso bicho de casi seis kilos que duró en el agua poco más de dos horas desde la apertura de la temporada. El resto, hasta la docena, han ido cayendo con cuentagotas y eso que el río ha dado este año una primavera de caudal importante, con varias puntas de agua interesantes. Pero la pesca del salmón es así, puede estar el río precioso y no haber subido bichos y al revés.
Poca trucha
Mientras tanto, la temporada de trucha sigue manteniéndose en la tónica de las últimas. En el Bidasoa y los cauces secundarios parece mantenerse una población estable y los expertos pescadores siguen haciendo cupos sin mayores problemas. Pero la impresión general es que cada vez es más difícil ir a casa con tres truchas hermosas, de buen tamaño.
El pescador tradicional sigue demandando una política de conservación de la biomasa más enfocada hacia las repoblaciones bien hechas y el control de la calidad de las aguas, que hacía limitar y dificultar la captura de truchas. Siempre es más fácil habilitar un tramo como de pesca sin muerte, que permitir que se saquen truchas -como ha sucedido toda la vida- y repoblar con trucha autóctona de forma continuada y responsable. Aunque para muchos pescadores, el verdadero motivo es el económico. Eliminar arponcillo, imponer cupos y promover la pesca sin muerte es más barato que repoblar.
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