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BENITO URRABURU
Miércoles, 30 de mayo 2007, 11:34
Definitivamente, una buena parte de las personas que dirigen los destinos del ciclismo mundial continúan metidos en una cadena de despropósitos que no permite que este deporte salga del lodazal en el que se encuentra metido. El último 'genio' en hablar ha sido Patrice Clerc, presidente de ASO, que organiza el Tour de Francia, acusando a Manuel Saiz de dirigir «una red de dopaje diabólica». Resulta sorprendente comprobar cómo se puede acusar a alguien sin tener las pruebas. Si el señor Clerc las tuviese, las hubiera presentado en un juzgado. Manuel Saiz ya ha puesto esas declaraciones en manos de sus abogados. Lo que no se le olvida a Patrice Clerc, y a otros organizadores de pruebas de tres semanas, son los enfrentamientos y las concesiones que tuvieron que hacer a la Asociación de Grupos Deportivos que presidía Saiz.
Esa es una de la 'perlas' del día. La otra es en la situación en la que queda Erik Zabel, un corredor modélico, al que su confesión debe de dejar sin Tour de Francia, Vuelta a España y el resto del calendario ProTour. Lo mismo debería de pasar con Bjarne Riis (CSC), Rolf Aldag (T-Mobile) y Christian Henn (Gerölsteiner). ¿Por qué ellos podrían estar dirigiendo o manejando equipos y no hacerlo Vicente Belda o Manuel Saiz, que ni siquiera fue corredor profesional?
Con la cercanía del Tour seguirá activándose la campaña de limpieza total que propugnan los franceses y que el año pasado les explotó con Floyd Landis.
¿Por qué los corredores del Telekom han decidido hablar? La explicación hay que buscarla en los médicos del equipo, que no estaban dispuestos a cargar con culpas que no eran suyas y les dijeron a los corredores que iban a explicar lo que sucedió, es decir, que quien consumió EPO fue porque quiso, que no obligaron a nadie. Eso vale para todo el mundo. A ningún deportista profesional le obligan a consumir nada ilegal, salvo que él quiera. Por eso uno no acaba de entender el interés en que los deportistas, ciclistas en este caso, tengan que denunciar a los médicos. Si han ido donde alguno ha sido porque han querido, para mejorar su rendimiento y aumentar sus contratos.
Habla Patrice Clerc de explicar «mecanismos de dopaje». Lo tiene muy fácil. Que pregunte en Francia, que fue donde surgió el caso Festina, y si quiere meterse en el túnel del tiempo y desandar más el camino, hacia atrás, tampoco va a tener problemas de que se lo expliquen muchas personas, algunas cercanas a sus organizaciones. Basta con repasar hemerotecas. Resulta incomprensible la facilidad con la que se lanzan acusaciones en un mundo, el del ciclismo, que parece haberse vuelto loco. Es más, Patrice Clerc podría explicar cómo en las primeras ediciones del Tour soportaban los ciclistas etapas de 350 o 400 kilómetros.
La épica de este deporte, las hazañas y la gestas han servido para engordar muchas cuentas de resultados de empresas a la hora del balance, para lograr grandes audiencias televisivas y aumentar tiradas en los periódicos. Y nadie se preocupaba entonces por la salud de los ciclistas. Ahora toca enfangar al ciclismo. España, Alemania, Italia, Bélgica, Landis (EE.UU) han tenido su 'quo vadis'. Sólo se esta librando Francia, donde acusan, pero no demuestran nada.
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