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I.A.
Domingo, 3 de junio 2007, 03:20
PAMPLONA. DV. Hay mucha diferencia entre el Portland y el Bidasoa-Irun. Los quince puestos en una liga de dieciséis, los ocho goles de ayer, los diez del partido de Artaleku... Y, además, que el Portland puede ganar sin querer y que el Bidasoa ayer no quiso ganar.
Los irundarras empezaron muy torpes en ataque. Para el minuto diez ya tenían cuatro fallos de tiro, dos balones perdidos y un pasivo. Tres goles en diez posesiones. Pero los problemas no eran exclusivos del ataque, porque también la defensa bidasotarra estaba floja. Yeray, en su primera titularidad, empezó parando y evitó que el Portland se escapara a las primeras de cambio. Con 4-3, Svensson paró un penalty a Aagaard. Con 5-4, un contraataque a Arrieta. Cuando se habla de la calidad que tiene la plantilla navarra hay que subrayar la de sus guardametas, brillantes también ayer.
Y, claro, parada muchas veces equivale a contraataque, sobre todo si no hay buen repliegie defensivo. Cuatro seguidos marcó el Portland para cambiar ese esperanzador 5-4 por un 9-5. Acababa de salir Nilsson, que en los tres últimos partidos había cedido la titularidad a Bilbija. Acertó en sus primeros intentos y mantuvo un clima de casi igualdad hasta el 12-10.
Racha negativa
Entonces empezaron a torcerse definitivamente las cosas. En gran parte, por la diferencia de banquillos. Si cambiaba Zupo, salía ganando, de tanta calidad que tenía con el chándal puesto. Si cambiaba Ruiz, podía salir cara o cruz.
Los ayer suplentes Kjelling (2), Ruesga y Carvajal marcaron cuatro de los cinco goles en el parcial de 5-2 que despidió el primer tiempo. Era sólo el aperitivo del festín que acabaría dándose el Portland, que en el primer cuarto de hora de la reanudación fue aumentando su ventaja hasta un abultado 26-17. Ya no paraba Yeray, y Erevik tocó dos balones en los cinco minutos que estuvo antes de lesionarse. El Portland, con poco sudor, estaba haciendo disfrutar a los suyos y el Bidasoa ya se vio impotente. Demasiada distancia en el marcador y demasiadas pocas ganas de luchar, salvo en algunos jugadores.
Posteriormente, el irundarra Adrian Crowley, al que el Bidasoa dejó marchar este verano como antes hizo con tantos otros valores de la cantera, dibujó la máxima renta con una contra (31-20) y ya no hubo tiempo para más.
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