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A. MOYANO
Miércoles, 6 de junio 2007, 03:35
SAN SEBASTIÁN. DV. El niño con el pijama a rayas (Ed. Salamandra), del escritor irlandés John Boyne (Dublín, 1971), se ha convertido en uno de los fenómenos editoriales, no sólo en España, sino en prácticamente todo el mundo. Traducido a veintidós idiomas y en pleno proceso de rodaje de la adaptación a la pantalla grande a cargo de Miramax/Disney, la novela ha despachado más de 50.000 ejemplares en España tras mantenerse en lo más alto de lista irlandesa de títulos más vendidos durante 35 semanas. Ganadora de varios premios y finalista de varios más, el éxito popular de la novela ha radicado, una vez más, en el boca-oreja entre los lectores.
Boyne, autor de otras cuatro novelas, propone una nueva vuelta de tuerca en torno al tema del aniquilamiento de los judíos durante la II Guerra Mundial y lo hace a través de los ojos de Bruno, un niño alemán de nuevo años, hijo de un jerarca de las SS, destinado como comandante a un campo de exterminio en Polonia, denominado «Auchviz» en el lenguaje infantil del protagonista. Allí, junto a las alambradas, se instala la familia -compuesta por el padre, la madre y la hermana mayor de Bruno- y allí conocerá el personaje principal al niño con el pijama de rayas, Shmuel, internado en el campo.
El autor escribió las 217 páginas de la novela de un tirón a lo largo de dos días y medio y para hacerlo adoptó la voz infantil que caracteriza la historia y le da unidad. «Tuve la sensación de que la voz de ese niño me decía lo que tenía que escribir. Esa voz habitó en mí durante la escritura», ha declarado el autor.
El niño con el pijama a rayas borra las fronteras entre literatura de adultos y juvenil. Editado originalmente por Random House Children's Book, han sido los lectores adultos quienes han propiciado el tirón de ventas de la novela, aunque desde Salamandra se apunta que «también lo pueden leer, y sería recomendable que lo hicieran, niños a partir de los trece años de edad». Lo cierto es que la trama, no excesivamente rigurosa desde el punto de vista histórico y con un desenlace más que previsible, ha calado entre el público de la misma forma y con parecidas armas a las que provocaron el éxito de la película de Roberto Benigni La vida es bella. Hasta fechas recientes, la ficcionalización del Holocausto es un género poco practicado, por cuanto el género memorialístico ha sido el predominante en torno a este tema.
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