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ANE URDANGARIN
Sábado, 9 de junio 2007, 03:50
SAN SEBASTIÁN. DV. «Esto viene de hace tiempo, pero en los últimos dos años ha habido como un flash y es como si los humanos hubiésemos descubierto que en vez de geránios se pueden plantar otras cosas». Vaya por delante que a Manuel Esparza, un tafallés que consta como el primer inscrito en el movimiento de la agricultura ecológica en Navarra, le encantan las flores. Y también las huertas, especialmente en aquellos lugares, como las ciudades, donde predomina el asfalto. Dice que se pueden cultivar hortalizas en casi cualquier sitio, y lamenta que en las urbes haya estructuras tan «inútiles» como el césped, «cuando mantenerlo cuesta tanto».
Colectivos como Bajo el Asfalto está la Huerta están impulsando la tendencia mundial de aprovechar cualquier esquina, por pequeña que sea, para cultivar hortalizas. «Se han hecho estudios y sorprende ver la cantidad de comida que se puede conseguir en un terreno de 25 m2», comenta este agricultor que ahora ejerce la docencia en Pamplona. Para los que no dispongan de estos espacios holgados, siempre queda otra solución: la azotea, una terraza o un balcón, que por pequeños que sean, resultan suficientes para montar una huerta urbana. Convertirse en agricultor doméstico es, además, una afición muy saludable y sencilla. «Las plantas no te exigen prácticamente nada: no protestan, son fieles, son silenciosas, hermosas y son un alimento del espíritu también». Esparza ha desvelado todos los secretos de la agricultura urbana en un curso -con lista de espera de alumnos- organizado por el Centro de Recursos Medio Ambientales de Cristina Enea. Hay miles de trucos y cosas que aprender, y ésta es una breve guía muy básica para quienes por primera vez se animen a plantar lechugas y tomates en vez de surfinias en la jardinera.
Espacio. «No hay un espacio mínimo. En un balcón pequeño se pueden hacer cosas», dice Manuel Esparza. De hecho, no es tan extraño cultivar perejil u otras especies en macetas. Pero un balcón, aunque sea de dimensiones reducidas, permite una mayor variedad, y se podría pensar en plantar unas lechugas, unos calçot tan comunes entre los catalanes, «que los navarros llamamos porros de cebolla», y que son una especie de cebolleta tierna que se asemejan a los puerros. Los ajos frescos, «para lo cual hay que sembrar cabezas», también son recomendables para sitios reducidos, así como las rabanetas.
Orientación. Es muy importante calibrar las características de la terraza, ya que la cosecha dependerá, en gran medida, de las horas de luz. Los balcones deben ser soleados, aunque en los más sombríos es posible, dependiendo de la situación, un aprovechamiento alimenticio en los meses de verano, aunque deberán olvidarse de los tomates y el pimiento: precisan mucho sol, «entre siete y ocho horas al día». En verano, si la terraza es excesivamente soleada, es recomendable colocar un sombrado, «una especie de mallita negra que da un poco de sombra».
Contenedores. Un simple tiesto puede servir para plantar algo, pero son preferibles los contenedores de mayores dimensiones. Son muy idóneas, por ejemplo, las jardineras de obra que se construyen en los balcones con fines decorativos aprovechando bordes, laterales o frontales. «Ese tipo de jardinera suele ser profunda y ancha, y si el balcón está bien orientado, puedes hacer de todo». En macetas con cierta altura, además de las plantas pequeñas, se pueden cultivar tomates, pimientos... «Todo depende de las raíces. Las rabanetas, por ejemplo, se pueden plantar en cualquier sitio, hasta en una perola». De todas formas, es preferible una jardinera frente a una maceta, «porque con un espacio hermoso te permite hacer una mezcla de cultivos, poner variedades de crecimiento rápido, como las lechugas y los cogollos, con variedades más lentas, como el tomate». A esta mezcla se le denomina asociación de plantas y son las más recomendadas, «porque así consumes unas y te siguen quedando otras en la jardinera. Interesa que haya diversidad en el balcón».
Sustrato. Las plantas pueden vivir en muchos tipos de suelo, «hasta salen en los más míseros», aunque nunca está de más preparar con mimo el sustrato. En el caso de los balcones o terrazas, hay que decantarse por los que pesan poco, «porque si nos entusiasmamos demasiado podemos aparecer en el piso de la vecina», bromea el agricultor ecológico. Se puede usar algún sustrato universal de los que venden en las floristerías o fabricarlo en casa. La receta de Esparza es la siguiente: debería llevar dos partes de turba, una menor de arena y otra de tierra vegetal «oscura y buena». A esta mezcla habría que añadir un abono orgánico de humus de lombriz, medio kilo para un sustrato de 5 kilos. «Hay otro tipo de fórmulas que también funcionan, pero no hay que confundir nunca el sustrato con la abono, porque en las tiendas nos venden de todo. No se debe llenar la maceta con humus de lombriz ni con otros abonos». Estos suplementos se deben usar al principio, cuando se preparan las macetas, o cuando vamos a reponerlas. Esparza explica que es muy recomendable ventilarlas, eliminar las malas hierbas (como esas que tienen hojas parecidas al trébol) y abonarlas una vez al año. «Pero sin pasarse con el abono, porque en exceso puede llegar a quemar las plantas».
¿Qué plantamos ahora? Si se sigue el calendario de cultivos, es la época de plantar lechugas, tomates, pimientos, calabacines, ajos frescos etcétera. Esparza explica que para cultivar tomates, una de las hortalizas más consumidas, es muy recomendable saber deshijarlos -quitarle los hijitos, dejar sólo los retoños seleccionados- «porque de lo contrario ocupará mucho espacio. Deshijados crecen en vertical y necesitan menos espacio». De todas formas, para los más legos en el arte del deshijado, pueden optar por empezar con el tomate de pera, el alargadito que se emplea para embotar y que apenas necesita deshijados. El agricultor tafallés añade que el pepino se puede cultivar muy bien en el balcón, «pero también hay que saber deshijarlos, porque se pueden desparramar. Bien deshijados te da un montón de pepinos en poco espacio». Esparza recomienda huir de las variedades más grandes de crecimiento muy lento, como las berzas, calabazas o coliflores. «Tardan mucho y no merece la pena tenerlos en un balcón». En invierno se pueden plantar puerros, espinacas, ajos, lechugas, cebollas, cebolletas... La lechuga puede correr el riesgo de helarse, «pero hay que tener en cuenta que un balcón es una zona bastante abrigada. Si se coloca algún sistema protector, que puede ser un plástico o una terraza que se cierra, se asemeja a un invernadero y la gama de cultivos se amplía».
El riego. Para Esparza, el mayor enemigo de la huerta en el balcón es el riego, «porque generalmente la gente riega demasiado». Es preferible quedarse corto que pasarse, pero lo mejor «es observar las plantas, que enseguida te dicen cuándo necesitan agua». En el caso concreto del tomate, es preferible situarlas en una zona donde no caiga lluvia, «porque si se moja la hoja es probable la aparición de hongos». Como tratamiento preventivo, se pueden usar derivados del cobre. En el caso de las lechugas, el enemigo no es la humedad, sino los pájaros. Los espejos y CDs sirven para ahuyentarlos unos días, pero no suelen tardar mucho en aprender el truco. Si el problema va a más, lo propio es colocar unas mallas si es posible.
Repelentes. Las huertas urbanas tienen «la ventaja» de que no están rodeadas de otras huertas, «por lo que es más probable que sufran menos plagas, que por lo general son el resultado de unas malas prácticas». Esparza explica que las plantas aromáticas son repelentes: la lavanda es hormiguicida, la albahaca repele insectos, sobre todo los pulgones del pimiento... La menta, las caléndulas, los tagetes o el ajo también tienen poderes repelentes. Para las hormigas, que suelen aparecer en muchas terrazas y balcones, hay varios remedios caseros que funcionan: «El zumo de limón no les gusta nada, y se pueden preparar también trampas con miel para que se queden pegadas. Una esponja con agua y azúcar es también una buena trampa». Si el problema son los caracoles, Esparza aconseja usar metaldehido, un producto que se coloca en una maceta pequeña inclinada, «y ahí van los caracoles y se mueren. Nunca hay que echar metaldehído sobre la tierra».
Y a comer. Hay variedades en las que es preferible retirar pencas u hojas. Si tiene lechugas, por ejemplo, se recomienda quitar un par de hojas a cada una en vez de cortar la planta entera.
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