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BENITO URRABURU
Lunes, 11 de junio 2007, 10:56
SANTUARIO DE ARRATE. DV. Constantino Zaballa no se contuvo en la carretera, donde lo dio todo para ganar la Euskal Bizikleta con un ataque demoledor lanzado a 10 kilómetros de la meta en la subida final a Arrate.
Cuando se bajó de su herramienta de trabajo se tuvo que moderar para no decir todo lo que le pedía el cuerpo. A los 29 años de edad, el corredor cántabro, de Urdías, aunque vive en Cos, está apurando los últimos meses que le quedan en el mundo del ciclismo salvo que la situación en este deporte dé un cambio total.
Zaballa, que ganaba su primera prueba por etapas en siete años de profesional, intentaba desafiar a un destino que le conduce de forma inexorable, a él y a otros muchos ciclistas, al paro.
Es un sentimiento difícilmente explicable, el de ganar y saber que no te va a valer para nada, salvo para demostrar que eres un buen profesional.
A Tino Zaballa y a otros 50 corredores su vida deportiva se les acabó el 23 de mayo del año pasado, cuando comenzó la Operación Puerto. Desde entonces no han tenido vida y la poca que han disfrutado ha sido con intermitencias, en el caso de los más afortunados.
Condena hipócrita
Su victoria y el segundo puesto de Jörg Jacksche son un tortazo para la UCI, la Federación Española y Consejo Superior de Deportes, que no han hecho, ni harán nada por ese grupo de ciclistas.
Les han dejado tirado como a perros tratando de buscar otros culpables, equipos y determinados organizadores, que les están haciendo el trabajo sucio a los organismos competentes.
«¿Mi futuro? Me gustaría ser Rappel para poder contestarte, pero creo que no tengo futuro», contestaba Zaballa cuando le preguntaron por la situación en que se encontraba. «¿La solución para el ciclismo ? Si lo viese no sería el más indicado para decirlo y tampoco está en mi mano el arreglarlo», confesaba uno de los corredores más batalladores y peleones del ciclismo mundial.
Zaballa ha vivido durante muchos meses en las montañas que tiene cerca de su casa, en Hoz, Hozalba y Carmona, entrenando como un poseso, haciendo kilómetros para buscar una oportunidad como la de este domingo, para poder decir que sigue vivo y seguir corriendo con más o menos regularidad.
Su equipo, que le dejó sin ir a la presentación oficial que realizaron en enero en Francia, para evitar suspicacias, planteó la carrera al ataque desde el comienzo. Se metieron en una escapada que comenzó a formarse en el puerto de Areitio, primero, y en Mendaro después.
Correr con rabia
Se incrustaron en ella, entre otros, Zaballa, David López, Aitor Pérez Arrieta y Rubén Plaza (Caisse d' Epargne), Elías (Relax), Jörg Jacksche (Tinkoff), Mikel Artetxe (Fuerteventura), Albizuri, Iriondo, Unai Etxebarria y Mayoz (Euskaltel), Gaztañaga (Agritubel) y Nozal (Karpin).
El vencedor final saldría de ese grupo. Saunier Duval, sus corredores, se durmieron, y eso les costó el contar con cualquier posibilidad de poder ganar en Arrate.
Llegaron a tener cuatro minutos de ventaja los fugados. Saunier tuvo que quemar a todos los corredores que tenía en condiciones, De la Fuente, Mejia y Alberto Fernández, el primer líder. Reservaron a Marchante. Rebajaron esa diferencia, pero no fue suficiente.
Jacksche colaboró y el alemán, que es un buen ciclista, ayudado por Plaza, Aitor Pérez Arrieta y David López hicieron posible una de esas estrategias que parecen imposible que puedan triunfar, pero que en esta ocasión lo hizo.
Saunier Duval intentó aprovechar a Marchante. Todo sería inútil. La carrera se les escapó por no estar atentos a esa fuga inicial que llegó hasta Arrate, después de 140 kilómetros.
Le preguntaron a Zaballa si la rabia que podía tener acumulada le sirvió para ganar: «Un poquito», contestó. Sus respuestas eran cortas, educadas, pero en sus ojos se adivinaba un poso de pena. Fue una de las ruedas de prensa más tristes que uno ha vivido nunca en el mundo del ciclismo.
Zaballa y Jörg Jacksche, segundo en la general, saben que su futuro llegará, si es que llega, hasta octubre, cuando finalice su contrato. Su victoria fue una cuestión personal, profesional, pero no le servirá para que le levanten la condena que la hipocresía que rodea este deporte le ha aplicado. Una alegría agridulce.
El hernaniarra Xabat Otxotorena (Orbea) acabó ganando las metas volantes en unos podios en los que se ha visto a muy pocos corredores vascos, lo que da más mérito a ese triunfo.
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