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JON GURUTZ OLASKOAGA, BALEREN BAKAIKOA Y JOSÉ MANUEL CASTELLS
Jueves, 5 de julio 2007, 03:05
Antes de conocer el próximo desenlace a la configuración del Gobierno de Navarra y de las Diputaciones Forales de Álava y Gipuzkoa, entendemos que los cada vez peores resultados y disminución de influencia de los partidos nacionalistas institucionales exigen un profundo análisis. Y nos referimos claramente a partidos y no al nacionalismo, que pese a ellos, goza de excelente salud. El nacionalismo vasco no está en crisis como proclaman los partidos constitucionalistas; son los partidos que lo representan los que con sus profundos desaciertos están poniendo en riesgo el futuro del mismo.
El lamentable espectáculo de reproches y desunión que están dando los dirigentes del PNV y de EA entre ellos y de estos con EB, especialmente los de EA, representan una frustración para una gran parte de sus votantes y el motivo principal de estos malos resultados, donde con luz propia destaca la perdida de la presidencia a las JJGG de Gipuzkoa.
La dirección del PNV, además de rebajar el perfil ideológico del partido, ha demostrado poco interés a lo largo de la campaña en repetir el tripartito, con lo que lo ha debilitado, y ha ido dando la impresión de que una alianza estratégica con el PSOE podía ser deseable en un futuro. La torpeza en el proceso para la elección del candidato a diputado general de Gipuzkoa, la pésima gestión de los casos de corrupción junto con la imagen de estar sumidos en una gran confrontación interior no ha ayudado mucho, desde luego.
El resultado no ha podido ser mas pobre: perdida de numerosas y tradicionales alcaldías, con especial relevancia y objeto de estudio el desplome en Uribe Kosta -nuestra Costa del Sol particular- y otras alcaldías tradicionalmente nacionalistas.
EA, por su parte, después de una fuerte división entre participar solos o en coalición con el PNV, decide ir por su cuenta (buen favor para el país como se está viendo) y paradójicamente, en Gipuzkoa, donde se postulaba por la coalición, resulta que desde el día siguiente de las elecciones se decantan por el PSE como socio en principio favorito para la Diputación Foral de Gipuzkoa. Quizás hayan tenido su minuto de gloria pero, para cuando han querido recomponer la situación, ya se había perdido la presidencia de las JJGG.
Aralar, por su parte, no entendemos que puede aportar en una coalición con EB. Su papel en las JJGG de Gipuzkoa, donde se ha abstenido mientras que sus socios han votado junto con el PP al PSE, no parece muy alentador.
Toda esta sensación de división e incluso de profunda crisis de relación entre los partidos nacionalistas institucionales ha traído un hastío y el consiguiente fuerte índice de abstención por parte de sus tradicionales electores. Deberían de tener en cuenta estos partidos la profunda diferencia que existe entre los afiliados y una ciudadanía exigente que no los va a apoyar en las urnas si trayectoria, candidatos y estrategia no son de su agrado. Las listas abiertas en este sentido serían muy clarificadoras.
La estrategia a futuro entendemos que pasaría necesariamente por una coalición estable entre PNV y EA y más tarde con la refundación. Así, el partido resultante, que no sería sino una actualización de los estatutos actuales del PNV, podría llegar a ser un partido moderno y cohesionado que podría articular todo el país. Sería imprescindible una gran generosidad y altitud de miras para que pudiese acoger a todos ya que lo que une es mucho más de lo que separa, pese a los ingentes pero también baldíos esfuerzos de diferenciación.
Un proyecto tan ambicioso está claro que solo podría ser llevado a buen puerto por dirigentes con el suficiente crédito ante la ciudadanía. Entendemos que podría ser liderado por el lehendakari Ibarretxe, el mejor activo de consenso actual del PNV, junto con el ex lehendakari Garaikoetxea, cuya altura política actual nadie duda y que también tendría la oportunidad de contribuir a solucionar la escisión montada hace ya demasiados años. El plazo de refundación no debería de ser demasiado largo si se tiene voluntad y se evita en lo posible estériles y absurdos juegos de salón. La resultante sería un partido que acoja a los mejores y margine a los mediocres, en la línea de los años de la transición, y que vean en la política una vocación y no una profesión que supla sus escasas posibilidades en otros campos.
Asimismo, en una siguiente pero inmediata fase, se debería también acercar a los que puedan estar aparentemente más alejados, caso de Aralar, y se debería seguir y potenciar la coalición con EB.
La ciudadanía quiere unión y no falsas discrepancias. El éxito de Na Bai lo demuestra ampliamente y también cuando PNV y EA se han presentado en coalición, aunque ahora ya la coalición no es suficiente. El remar en dirección contraria no demuestra más que inmadurez, alejamiento de la realidad, o lo que es mucho peor defender intereses personales en lugar de estar al servicio de la ciudadanía.
Quienes lo tienen bien claro son los partidos constitucionalistas. Ahí esta el ejemplo de Navarra y el de Álava. Aprovechan con acierto la gran confrontación y enfrentamiento que se da en el nacionalismo institucional para proclamar el fin de un ciclo y el inicio de otro: la alternativa que presenta el PSE. Alternativa clara y rotunda, pese a los nada correspondidos guiños madrileños del PNV, sin complejos identitarios, los suyos claro: los candidatos que presentan a las máximas instituciones del país ni saben euskera, no hará seguramente falta para nada.
Ante este panorama ¿que puede hacer el ciudadano vascófilo? Una buena opción es canalizar sus ideas e inquietudes políticas por instituciones y asociaciones científicas y culturales, asociaciones que defienden y potencian la cultura del país y su idioma. Y, en cuanto al destino del voto, cooperar con irresponsables puede ser también una irresponsabilidad, y la abstención hasta que se despeje el panorama puede ser una buena opción. No se puede apelar al voto como un mal menor, cuando este mal ya es mayor. Si el nacionalismo pierde las instituciones del país, la culpa será de la falta de acierto de los actuales dirigentes y no de los ciudadanos y quizás así, después de la crisis venga la catarsis necesaria y la más que nunca urgente recuperación.
En un próximo articulo, y a la vista de los resultados definitivos, terminaremos de analizar la situación.
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