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R. GORRIARÁN
Viernes, 6 de julio 2007, 10:07
MADRID. El Congreso cerró el paso a la pretensión del PP de revocar el aval al Gobierno para dialogar con ETA en ausencia de violencia y rechazó que el Ejecutivo haga públicas las actas de las conversaciones con la organización terrorista. Ningún grupo apoyó la iniciativa de los populares, que recibieron una catarata de críticas por su «irresponsabilidad» y por fomentar «la división». José Luis Rodríguez Zapatero no ocultó su enfado y calificó de «insólito» el comportamiento del líder opositor, al que reclamó «responsabilidad».
La votación de las resoluciones del debate sobre el estado de la nación en su capítulo antiterrorista reeditó la imagen más repetida de la legislatura: la soledad del PP. Los populares desoyeron las peticiones para que retirara su demanda y cosecharon una contundente, aunque previsible, derrota.
La resolución del grupo opositor consideraba una «paradoja» que la Cámara mantuviese abierto el paraguas legal en el que se cobijó Rodriguez Zapatero para buscar el final dialogado de la violencia. El texto sostenía que esa disposición «no se puede mantener ni un día más» porque es un «humillante despropósito» que el Congreso mantenga en vigor «una oferta de diálogo» con unos terroristas dispuestos a matar cuando puedan.
El rechazo fue, además, doble porque el PP pretendía que se instase al Gobierno a hacer públicas «las actas de las reuniones mantenidas en el marco del proceso de negociación» entre ETA y los enviados del Ejecutivo. Una idea con la que Mariano Rajoy machacó a Rodriguez Zapatero en el primer día del debate sin conseguir que el presidente del Gobierno atendiera sus persistentes reclamaciones. Tampoco en este apartado el PP logró el respaldo de grupo alguno.
El portavoz del PP en el Congreso, Eduardo Zaplana, justificó ambas pretensiones y argumentó que la revocación de la autorización para el diálogo es imprescindible pues «nunca ha habido una oportunidad para la paz», en contra de lo que ha sostenido en innumerables ocasiones el presidente del Gobierno. Mantener esa resolución en pie, agregó, es «dejar la puerta abierta a que puedan continuar esas negociaciones». Zaplana también defendió la conveniencia de conocer las actas con el argumento de que el Gobierno «ha perdido su credibilidad».
Fuera del hemiciclo y en su somero balance del debate de tres días, Rodriguez Zapatero pidió al PP que sea responsable y actúe con seriedad frente a la amenaza de ETA.
Insólito e impropio
Dejó entrever que el duro ataque de Rajoy a la política antiterrorista del Gobierno y su exigencia de que se publiquen las actas de la negociación dinamitaron el moderado apoyo comprometido por el presiente del PP en La Moncloa hace apenas un mes. El jefe del Ejecutivo aseguró que no entiende las razones de un comportamiento que tachó de «insólito» e impropio de un líder político democrático.
El presidente del Gobierno salió satisfecho, pese a todo, por el resultado de las tres largas jornadas sobre el estado de la nación a pesar de reconocer los puntos negros. Su deseo era escenificar la unidad de todas las fuerzas políticas en el pleno más importante de la legislatura, después del fracaso del proceso de paz. Y el PP lo hizo inviable. Pero los socialistas creen que será el líder de la oposición quien pague la fractura. «Los españoles han escuchado lo que han escuchado; después de la amenaza planteada por ETA yo sólo puedo decir tres palabras: unidad, unidad, unidad», resumió Zapatero.
En realidad, la actitud de Rajoy no cogió por sorpresa al Ejecutivo, que en los días previos al debate ya mostró su temor a un discurso duro centrado en el terrorismo. «En 40 años de lucha contra el terrorismo nunca había ocurrido que un líder político basara su oposición en este tema y espero que no vuelva a pasar jamás, esté quien esté en la oposición y gobierne quien gobierne», subrayó Zapatero.
El presidente defendió que ésa fue una de las grandes enseñanzas de la Transición, que, él supo aplicar mientras ocupó los escaños de la oposición frente al Gobierno de José María Aznar. Asimismo insistió en que acabar con ETA no puede considerarse nunca como el proyecto de un Gobierno porque es, en todo caso, el proyecto de la democracia. «Por eso todos los Gobiernos han trabajado en la misma dirección y todos los partidos los han apoyado», comentó el presidente.
División
Las críticas de Zapatero fueron precedidas de las formuladas por los representantes del PSOE, CiU, PNV, IU-Iniciativa y Eusko Alkartasuna en el pleno, donde reprocharon al PP, con mayor o menor vehemencia, que con sus propuestas haya trasladado al Congreso «la división» de las fuerzas democráticas contra ETA. El socialista Julio Villarrubia acusó a Rajoy de haberse convertido «en el altavoz» de los terroristas, al extremo de que utiliza su «misma terminología», ya que al igual que la organización terrorista habla de actas de las reuniones. «Rajoy no es un líder serio», afirmó Villarrubia.
El portavoz de IU-Iniciativa per Catalunya, Joan Herrera, a su vez, retiró su propuesta de resolución para fraguar un nuevo pacto contra el terrorismo y por la paz porque no había logrado «sumar» el apoyo de los demás grupos, e instó, sin éxito, al PP a «hacer lo propio».
El Partido Socialista se mostró contrario a la formalización de nuevos acuerdos antiterroristas; CiU anunció que no votaría ni la propuesta del Partido Popular ni la de IU-IC; y Esquerra Republicana condicionó su voto a que se incluyese la derogación de la ley de partidos. COLPISA
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