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KILÓMETRO CERO

NUEVE AÑOS DESPUÉS

BENITO URRABURU

Viernes, 13 de julio 2007, 03:45

El Tour tuvo ayer un final emotivo, al menos para algunos, en la localidad de Autun, a donde la carrera sólo había llegado una vez con victoria del sueco Magnus Backstedt. Era 1998 y la prueba pudo cambiar la historia de este deporte si el pelotón se hubiese decidido a abandonar la carrera. El Tour del caso Festina, en el que no terminó ningún corredor de los equipos españoles, estuvo muy cerca de pararse en una jornada que finalizaba en Autun, adonde se llegó con mucho retraso.

Bjarne Rijs, hoy mánager del CSC, fue quien dialogó con Jean Marie Leblanc y, tras árduas discusiones con muchos corredores, decidió seguir en carrera. Se dice que les vendió. Marco Pantani estaba de amarillo y ganó aquel Tour. El escalador de Cesenatico dijo entonces que vestido de amarillo no se podía retirar. Los dos han terminado por pagar el desaguisado que ha sido este deporte desde entonces. El italiano lo pagó con su vida; Rijs, con su descrédito. Once, Kelme, Banesto y Seguros Vitalicio dejaron la prueba.

Los corredores habían soportado, tras la detención del masajista Wily Voet en la frontera belga con un coche lleno de productos dopantes, muchas vejaciones. Al equipo TVM le sacaron de su hotel a las nueve de la noche para llevar a los corredores al hospital para hacerles pruebas capilares. El italiano Rodolfo Massi fue detenido en su hotel. Al cabo del tiempo dijeron que no tenía nada, pero perdió la montaña del Tour.

El Festina de Moreau, Zulle, Virenque, Dufaux y Brochard, entre otros, abandonó en Brive debido a las presiones del Tour. Nueve años después de aquellos sucesos, convertidos en acontecimiento a nivel mundial, estamos bastante peor que entonces. Los corredores tienen cada vez menos poder en el mundo del ciclismo, donde manda, sobre todo, ASO, los organizadores del Tour. La sucesión de acontecimientos que se han producido en los últimos tiempos ha terminado por dar la razón a quienes entonces propugnaban un parón.

El ciclismo no se unió entonces, cuando pisotearon los derechos de un buen número de corredores, y nadie fue capaz de plantarse. Todo ha ido a peor, en un descenso a los infiernos que parece no tener fin.

Cuando llegamos a Autun empezaron a surgir aquellos recuerdos, duros, de un Tour de Francia que consiguió llegar a París, con la carrera salvada y con el ciclismo tocado. Los organizadores hicieron su trabajo y los ciclistas intuyeron el futuro.

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