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Lai Yun, miembro de Greenpeace, muestra restos de un ordenador de la Oficina Medioambiental de EE UU, en una zona agrícola de China.
El lado oscuro de los ordenadores

El lado oscuro de los ordenadores

La realizadora Cosima Dannoritzer presentó en Cristina Enea su documental 'La tragedia electrónica'

CRISTINA TURRAU

Viernes, 20 de marzo 2015, 08:09

¿Cómo puede haber restos de ordenadores británicos en el vertedero de Accra, en Ghana? Es la pregunta que se hizo el periodista mediambiental ghanés Mike Anane y con la que arranca el documental 'La tragedia electrónica', de Cosima Dannoritzer. La película es un viaje por el recorrido ilegal que hacen los residuos electrónicos por el mundo, acumulándose de forma tóxica en zonas agrícolas o entornos naturales de Asia o África. El documental se presentó la semana pasada en el Centro de Recursos Medioambientales de Cristina Enea y Dannoritzer, realizadora alemana afincada en Barcelona, participó en el coloquio posterior. «En China y en Africa también estan interesados en parar este tráfico ilegal», dice. «Es algo que tenemos que hacer juntos».

'Obsolescencia programada'. El documental 'La tragedia electrónica' empieza donde termina su anterior trabajo, 'Comprar, tirar, comprar', sobre la obsolescencia programada. Y ese punto es el vertedero de residuos electrónicos de Accra, en Ghana. «Todo empieza con la obsolescencia programada, toda la basura que producimos innecesariamente», explica Dannoritzer. «La pregunta es: '¿Qué hacemos con esto?' Mucha basura electrónica ha empezado a aparecer en países en desarrollo. Los espectadores del primer documental recibían un choque al ver las imágenes en Ghana. Y siempre hacían la misma pregunta en los festivales: '¿Cómo aparece la basura allí? En Europa tenemos un sistema de reciclaje, directivas de Bruselas, controles, plantas de reciclaje supermodernas, tecnología y expertos'. No obstante dos tercios de los residuos electrónicos desaparecen del circuito oficial. No todo va a Ghana. Es una cifra muy alta para un sistema que se ve como bien organizado y moderno. El documental es la respuesta a esta pregunta. Es deprimente ver que los agujeros están en todos los pasos de la cadena».

Golpe de efecto. Un golpe de efecto en el documental es cuando el activista chino Lai Yun encuentra en un almacén al aire libre en Guiyu, cerca de Hong Kong, restos de un ordenador de la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos. «Por un lado, este país produce más basura electrónica que otros países. Han firmado pero no han ratificado el acuerdo de Basilea, que prohíbe la exportación de residuos tóxicos. Algunos Estados americanos tienen sus propias leyes pero en general allí se recicla poco. Y por ley, deben reciclar de la manera más efectiva para el contribuyente. Pero como pasa en cualquier país de los que aparecen en el documental, incluido España, si alguien ofrece dinero por reciclar es que algo va mal. Porque reciclar da trabajo y cuesta dinero».

Nuevo negocio, negocio ilegal. «Desde la Interpol y la Organización de la Aduana Mundial explican que en los barcos que salen con mercancía legal puede ir mercancía ilegal, porque suelen utilizar los mismos caminos. No son dos caminos paralelos. Siempre hay gente que se deja tentar. Allí donde nosotros vemos chatarra, por ejemplo en una televisión estropeada, otros ven un tesoro: cobre, oro, elementos que se pueden vender y que la industria necesita. Entre los 50 millones de toneladas de chatarra electrónica que produce el mundo industrializado al año, si tengo muchas teles, tengo mucho cobre. Para la mente criminal, merece mucho la pena entrar en ello».

¿Cómo salir de la situación? «Las soluciones han de atacar el problema por varios lados. «El consumidor ha de tomarse la molestia de llevar el aparato a un punto verde y no dejarlo en cualquier lado», explica la realizadora. «Pero además harían falta castigos más seríos. Lo piden policías medioambientales en España y Francia que salen en el documental. Si la multa es pequeña, la tentación sigue presente porque la ganancia es mayor que el castigo. También hay un problema de diseño. Si todo es tan complicado de reparar, siempre vamos a tirar más cosas de las que deberíamos. El consumidor no puede arreglarlo todo, pero sí pensar si necesita realmente determinado aparato, puede arreglar el anterior o comprar uno más fácil de reparar que le vaya a durar más».

El reciclaje, en el precio. Un mensaje que le gustaría dejar claro a Cosima Dannoritzer es que el coste de reciclado de un aparato eléctrico o electrónico que se compra está incluido en el precio. De hecho en el reportaje aparecen varias cadenas que, indebidamente, no admiten el viejo aparato cuando se compra uno nuevo. «Si el aparato no termina en su debido reciclaje es que alguien se ha quedado con ese dinero. Pagamos para que se haga bien. Para que los materiales valiosos se queden en Europa y alguien con ellos pueda hacer un trabajo digno . Deberíamos levantar más la voz diciendo: 'yo he pagado para ello'. Por ley en los establecimientos deberían cogerlo al comprar uno nuevo. Y si nos dicen que no, deberíamos quejarnos. Así igual empieza a funcionar mejor el sistema».

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