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Osakidetza cura el primer caso de ictus en un menor de 14 años del País Vasco

Los neurólogos de Basurto le aplicaron un nuevo tratamiento y Xabi ha recuperado el habla y la movilidad del lado derecho. «Ya hace vida normal»

MARÍA JOSÉ CARRERO

Domingo, 29 de marzo 2015, 08:52

Xabi, un chaval de catorce años de Bilbao, está en su casa sano y salvo. Hace una vida normal cuando se cumple un mes de su ictus. El miércoles de la semana de vacaciones del Carnaval, se convirtió en el primer menor de 14 años que sufre en el País Vasco un accidente cerebrovascular, una enfermedad propia de la tercera edad. «Estábamos todos en casa cuando Xabi apareció en el salón con síntomas de mareo. Le pregunté qué le pasaba y como no me respondía, le dije que dejase de hacer el tonto», relata su padre.

El adolescente era incapaz de articular una palabra. «Pensé que se había tomado algo o era alguna reacción de algún medicamento porque estaba tomando antiinflamatorios por un golpe que se había dado jugando. Como seguía sin decir nada, llamé al 112 porque me pareció que aquello era grave». Tomó la decisión adecuada. No esperar a ver si se le pasaba.

Cuando llegaron los sanitarios en la ambulancia, no esperaron. Le trasladaron inmediatamente al Hospital Universitario Basurto. En Urgencias le hicieron los primeros exámenes y un escáner. Ante la incertidumbre, decidieron llevarle al pabellón Ampuero, donde se ubica el servicio de Neurología, a cuyo frente está Alfredo Rodríguez-Antigüedad. Y llegó el diagnóstico: ictus. Le afectaba a todo el lado derecho. Es decir, Xabi tenía una hemiplejía y, además, no podía hablar y apenas entendía. «Pensamos que era imposible... Pero si eso solo les pasa a los mayores, nos repetíamos», recuerdan ahora los padres.

Mar Freijo es la responsable de la unidad Neurovascular de Basurto. Desde primeros de enero, aplica en este hospital un nuevo tratamiento del ictus. Consiste en introducir medicación por vía intravenosa para disolver el coágulo de sangre y, de forma paralela, realizar un cateterismo hasta el cerebro para absorberlo en el caso de que la medicación no surja efecto. Esta forma de funcionar -protocolo, en la jerga médica- está dando muy buenos resultados, pero «lo que puede ser bueno para un adulto a lo mejor no lo es para un niño por los riesgos que conlleva», resalta Rodríguez-Antigüedad.

La doctora Freijo no dudó. Consideró que había que actuar de la misma manera y cuanto antes para curar a Xabi y asegurarle así una vida sin discapacidad. «Los padres depositaron toda su confianza en nosotros. No sabíamos lo que podía pasar. Fueron momentos duros, pero decidimos intervenir rápidamente», relata la doctora que tomó la decisión de poner en marcha el protocolo de adultos que se aplica en la unidad del Ictus de Basurto, inaugurada hace dos años.

Un trabajo de orquesta

«Trabajamos como una piña. En poco tiempo eliminamos la obstrucción del coágulo cerebral y pudimos restaurar el riego sanguíneo», comenta. «La doctora Freijo tomó una decisión rápida y muy acertada. Se enfrentaba a un gran problema, que era aplicar a un chaval de catorce años un tratamiento de mayores con el consiguiente riesgo que supone intervenir en el cerebro. Pero apostó por hacerlo y superó el examen», le felicita el jefe de Neurología. Antigüedad y Freijo sostienen que la clave del éxito fue la coordinación entre todos los profesionales. «Somos como una orquesta, todos los profesionales que intervenimos en un caso de ictus, desde el diagnóstico hasta el final, estamos coordinados».

Tras la intervención, los padres de Xabi respiraron. «Nos habían dicho que estuviésemos preparados para todo. Cuando nos informaron de que todo había salido muy bien, vimos la luz. Estaba consciente y comprobamos que los daños eran menores, pero seguíamos llenos de angustia. Teníamos miedo a su reacción, a las secuelas que le podrían quedar», dicen los padres.

Una semana después del ictus, Xabi salió del hospital caminando y hablando. Después de quince días de reposo en casa, ha vuelto al colegio para proseguir con sus estudios de tercero de la ESO. «Es un buen estudiante», afirma su madre. Camina sin dificultad y únicamente tiene algún problema en la mano que superará con el paso del tiempo. «Los médicos le explicaron lo que le había pasado. Se lo ha tomado muy bien. A veces no le sale alguna palabra y se enfada, aunque estamos seguros de que también va a superar estos pequeños fallos. Pero lo mejor es que no tiene miedo».

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