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JAVIER PEÑALBA
Sábado, 9 de julio 2016, 08:26
No son buenas fechas para Asun Casasola. Cada año, cuando se aproximan las fiestas de San Fermín, la madre de Nagore Laffage no puede sino rememorar las dramáticas circunstancias que rodearon la muerte de su hija. «Lo paso muy mal y, por lo general, trato de aislarme de todo. En esta edición, después de participar en la concentración de todos los años, en la que recordamos a Nagore, pensaba hacer lo mismo, pero cuando el miércoles tuve conocimiento de la agresión que había sufrido en un portal una joven de 19 años por cinco personas, no pude sino recordar otra vez lo que le había sucedido a mi hija», explica Asun Casasola, que participó en la concentración de repulsa por este último ataque sexista.
El jueves se cumplieron ocho años del crimen de su hija. Nagore, de 20 años, murió a manos del pamplonés José Diego Yllanes, médico interno residente en el departamento de Psiquiatría de la Clínica Universitaria de Navarra. El agresor fue condenado a doce años y seis meses de prisión, después de que un jurado le declarase culpable de homicidio y no de asesinato, como solicitaban las acusaciones.
Asun Casasola no puede ocultar la indignación que le produce la última agresión sexual registrada en la capital navarra. «Hay cosas que no se pueden comprender. Ninguna de las cinco personas que accedieron al portal fue capaz de decir: '¿pero qué estamos haciendo?' Que a ninguno de ellos se le pasara por la cabeza recapacitar un segundo sobre la barbaridad que estaban cometiendo me parece muy grave».
La madre de Nagore afirma que no valen ahora excusas al amparo de que los acusados pudieran hallarse afectados por una posible intoxicación etílica. «Si realmente lo hubieran estado, no habría podido perpetrar el delito», dice.
Injustificable
Además, Asun Casasola dice estar ya cansada de que los agresores se escuden en el alcohol para justificar un hecho «aberrante». En este sentido, señala que «me da mucha rabia esa escena de un chico que le toca el culo a una joven y el amigo lo justifica diciendo que 'es que está bebido'. ¡Hombre!, no lo justifiques; dile que se está pasando».
Casasola piensa que «cuando se cometen ataques de esta índole me da la sensación de no hemos progresado nada. Me parece que son demasiadas las agresiones que se producen contra las mujeres. Y seguro que no nos enteramos de todas».
La madre de Nagore tiene también palabras para las mujeres que en los instantes previos o posteriores al Chupinazo exhiben parte de sus cuerpos desnudos y permiten que la multitud les toque. «Me suele dar una rabia... No voy a entrar a valorar su libertad. Se pueden poner como les dé la gana y ello tampoco significa que todos tengan que ir a tocarles. Pero no sé qué podíamos hacer para que esas chicas se quisieran un poco más a sí mismas. En este sentido, algo no estamos haciendo bien. Estoy, por supuesto, a favor de que la juventud se divierta, pero con respeto».
Ocho años después de la muerte de su hija, la madre reconoce que Nagore sigue muy presente en su vida. «Yo pensaba que el dolor por lo sucedido se iría mitigando. Pero qué va, no es cierto. Este año, en la concentración en su recuerdo lo pasé francamente mal. Cada año que transcurre, la ausencia es más grande. Esas cosas no se pueden olvidar».
El crimen de Nagore fue llevado a las pantallas, en un documental dirigido por Helena Taberna. La madre lo ha visto 163 veces. «Y lo sigo viendo. La víspera de una proyección estoy nerviosa, pero cuando termina y veo cómo responde la gente, me quedó muy bien. Lo pasó mal, pero también es una terapia. Y, además, pienso que hay que hacerlo, que su caso puede hacer bien a muchas personas».
Sin perdón
El autor del homicidio continúa privado de libertad. «No sabemos nada, las informaciones que disponemos aún no gozan del tercer grado, pero soy consciente de que puede salir en cualquier momento. Su caso no va a ser una excepción».
El homicida presentó hace tres años una solicitud de indulto que el Gobierno denegó. Yllanes sostuvo que reunía los requisitos recogidos en el capítulo de los beneficios penitenciarios para acogerse a dicha medida de gracia. Estimó que llevaba ya cumplidos más de cinco años, que era una persona rehabilitada, que había mantenido una buena conducta.
Asun solo tiene un deseo respecto al autor de la muerte de su hija. «Me gustaría que cuando recuperase la libertad se mostrase arrepentido de lo que hizo».
La familia Laffage-Cassola no ha recibido todavía ninguna muestra de condolencia por parte de la de Yllanes. «Ya no necesito que me digan nada, pero una madre como la del acusado que no haya mostrado una empatía hacia otra que ha perdido a su hija es algo que no comprendo».
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