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TERESA FLAÑO
Sábado, 8 de abril 2017, 08:04
Con 70 años, Nélida Zaitegi ha decidido abandonar por un tiempo la jubilación -aunque la combinaba con asesoramientos y conferencias- para emprender una nueva aventura, presidir el Consejo Escolar de Euskadi. Conoce bien los entresijos de la Educación en el País Vasco. Su trayectoria profesional comenzó en 1967 como profesora, para veinticuatro años después pasar a ser directora, inspectora de Educación y responsable del programa de Convivencia del Gobierno Vasco, entre otros múltiples cargos. Asegura que llega dispuesta a dar voz a todo aquel que tenga algo que decir sobre la educación.
-¿Qué papel cree que debe jugar el Consejo Escolar de Euskadi?
-Es un órgano de representación social y por tanto están todos los órganos sociales -sindicatos, profesorados, familias, alumnado, administración local, administración educativa...-. Es donde están todas las voces y por eso tiene una mirada de 360 grados, muy rica y con muchos matices. Por ejemplo, me parece importantísimo que estén las familias, porque tienen un sentido común increíble y saben muy bien lo que quieren para sus hijos. Al haber tantas miradas, lo que sale del consejo recoge lo que la sociedad demanda y permite consensos muy potentes. Eso es lo que transmite a la Administración: cómo entiende la sociedad que deben hacerse las cosas y eso tiene un valor moral muy importante. Luego está que nos haga caso o no, porque no es vinculante, solo consultivo. Quisiera que nos hicieran caso al 100%, pero en ocasiones no es lo más conveniente, ni lo más útil y eso no quiere decir que esté defendiendo al Gobierno. Vivimos en un país muy demandante, en exceso, creemos que todo es un tema de recursos y no todo es cuestión de dinero. No todo es aquí y ahora.
-¿Su currículum le permite tener una visión global de las necesidades de la Educación en el País Vasco?
-Creo que sí. Puedo entender al profesorado, que es el elemento clave del sistema, la necesidad de cuidarle, pero también de que se comprometa con la educación en serio. Las piezas fundamentales en la educación son los profesores, que son quienes tienen el contacto con el alumno, los que entrenan a las nuevas generaciones, y luego los equipos directivos que también son vitales. La finalidad de la Administración es garantizar una buena educación al alumnado, excelente, no un sucedáneo. Para ello el que está más cerca es el maestro, que tiene que estar muy bien formado. Después el equipo directivo, que debe ser capaz de liderar la escuela para que se aprenda más y mejor. Todo lo demás, hasta la consejera, son servicios para apoyar. Todo el dinero que gastamos -el presupuesto de Educación es de 2.662 millones de euros- es para justificar la formación del alumnado y si no llega a ellos es que las cosas se están haciendo mal.
-¿Por qué a los 70 años ha decidido embarcarse en esta nueva faceta?
-Porque es un reto apasionante. Toda mi vida he trabajado en la educación y no me he arrepentido ni un día. La educación es la clave del bienestar de un país. La escuela necesita cambios muy gordos e importantes y poder colaborar en ellos desde primera línea es apasionante
-¿Y qué cree que va a aportar?
-Creo mucho en la participación de la gente, porque sabe mucho. No hay que olvidar que tenemos un país con el mayor índice de universitarios. Vengo con idea de poner voz a todo lo que el consejo pueda plantear y poner las manos para que se haga. Entre los objetivos está promover un debate social, serio y riguroso, en torno a la educación; analizar los retos más importantes de la educación en Euskadi en este momento e incrementar la participación de todos los agentes sociales, pero que entiendan que eso es una responsabilidad. También me parece fundamental buscar entre todos fórmulas para mejorar el éxito del alumnado. Este es un órgano muy potente, que puede hacer muchas cosas si nos lo tomamos en serio. Hay que crear comisiones para tratar temas específicos o elaborar monografías que sirvan de apoyo.
-Llega en un momento en el que se está cuestionando el sistema educativo tras los malos resultados del informe PISA.
-Creo que tenemos un sistema razonablemente bueno. Los indicadores son buenos. El fracaso escolar es bajo y el porcentaje de alumnado repetidor es el menor de España con un 5,2 en 4º de ESO frente a un 14,8 de media en el Estado. La tasa de abandono escolar en Euskadi es de 9,4, frente al 11,1 de la UE y el 21,9 de España. Pero no nos podemos quedar mirándonos el ombligo, hay área de mejora y de búsqueda de la excelencia. Está bien que de vez en cuando nos llevemos un pequeño susto.
-¿Por dónde iría esa mejora?
-Tenemos un sistema con muchos medios, a pesar de los pesares. Somos ricos y la abundancia es mala. Habría que estudiar qué pasa en los centros y en las aulas que es donde están los alumnos y el profesorado. ¡Eso es mucho más importante que el dinero!
-Insiste constantemente en la importancia del profesorado.
-Quiero defenderlo porque tenemos un profesorado en general fantástico, aunque como en todos los escenarios de la vida hay algunos que no dan la talla. Es verdad que tendríamos que hacer lo posible para que no hubiera ninguno malo porque el daño que puede hacer es irremediable. A Educación tienen que venir los mejores, con la mayor capacidad, pero también con un corazón enorme para sacar lo mejor de los niños. Hay que elegir a los mejores con capacidad intelectual y competencia emocional, que sean creativos y tengan compromiso social. Esos son los buenos profesores. Habría que plantearse quién puede hacer Magisterio. Deben ser lo mejor de la especie.
-¿Está hablando de un examen?
-Un examen no, una prueba para ver que son buenas personas. Elegir con metodologías diversas. Ver quién puede hacer Magisterio. Luego está cómo formarles en competencias y para los retos a los que se van a enfrentar, no para lo que ya ha pasado. Después está la fórmula de seleccionar al profesorado. En la enseñanza concertada no se hacen oposiciones, pero sí pasan entrevistas, están de prácticas... El sistema de oposiciones no sirve para nada porque no discrimina entre el buen profesor y el que no lo es. Puede quedar el mejor alguien que sepa mucho pero al que no he visto en la práctica y no sé si empatiza con los niños.
-Después está la necesidad de una formación continua.
-En el caso de que salieran preparadísimos de Magisterio, que no lo es, dentro de cinco años se van a encontrar con un mundo cambiado. Los profesores son los que más necesitan formarse. Es como la Medicina. Nadie se dejaría operar por un médico que acabó la carrera en el año 1965 y desde entonces no se ha leído un libro. A un mal profesor habría que sacarlo del aula porque hace un daño tremendo, no digo echarlo, y lo peor de todo es que no podemos.
-Los profesores forman un colectivo que siempre está cuestionado. ¿Hay un malestar entre ellos?
-El reconocimiento al profesor tenía que ser manifiesto. Las familias tenían que comérselos a besos. Falta decirles lo importantes que son.
-¿Qué es lo primero que hay que enseñar a un niño?
-Que aprenda a aprender. Ahora la información está en casa a través de internet. Lo importante es que el niño sepa discriminar entre lo que es importante y lo que no, y que le sirva para resolver un problema real. Hay mucha información, pero conocimiento... Tenemos el mayor número de investigadores y los descubrimientos crecen de forma tan exponencial que dentro de unos años lo que sabemos ahora no va a servir, se va a quedar obsoleto. El que no sea capaz de seguir aprendiendo va a ser inútil. En educación hay cuatro aprendizajes: aprender a ser buena persona, aprender a ser buen ciudadano, aprender a aprender y aprender a hacer que todo eso sirva para transformar el mundo. Esto no lo digo yo sino la Unesco cuando habla de las finalidades de los sistemas educativos del siglo XXI.
-Usted ha realizado muchos trabajos orientados a una escuela inclusiva. ¿Es el Consejo Escolar un buen instrumento para avanzar en ese aspecto?
-Creo que sí , pero es que no se puede ir marcha atrás porque tenemos la normativa de inclusión más avanzada del Estado con un material de apoyo al profesorado como no hay en ningún sitio. El que más ha trabajado en esto es el pedagogo Rafael Mendia. Tenemos una cultura de integración muy asimilada, lo mismo que la de la equidad, en cambio fallamos en la excelencia, hemos igualado hacia abajo y el valor añadido tiene que ser más importante en la escuela. Ahí hay que meter caña.
-¿Habría que revisar los indicadores de los logros de los alumnos?
-El problema es que el sistema solo evalúa a los alumnos y no a sí mismo. El profesor se tendría que autoevaluar. No tendría que haber un solo alumno repetidor y eso se lograría a través del compromiso docente, nuevas metodologías y atención individualizada al alumnado. El fracaso escolar no se llama fracaso alumnar, porque es un fracaso de la escuela, lo que pasa es que somos tan listos que le hemos dado la vuelta y culpamos a los estudiantes.
-El Gobierno Vasco tiene su plan educativo Heziberri 2020. ¿Qué le parece?
-Pues que tiene sus luces y sus sombras. Se hizo en un momento en que se implantó la Lomce, aprobada por el Gobierno central, que permite lo que permite. Me imagino que habrán buscado todos los recovecos posibles para poder aplicarlo. Hay que ver cómo evolucionan las leyes para ir mejorándolo.
-Siempre ha sido una gran defensora de la escuela pública.
-Me parece perfecto que la gente pueda elegir entre escuela pública y concertada y que a esta se subvenciones una parte, pero también debe poder elegir el centro público al que quiera enviar a su hijo. No tiene por qué ser obligatorio ir al que le corresponde por su domicilio. Lo que hay que estudiar es por qué se prefieren unas comunidades de aprendizaje en lugar de otras. No se nos puede olvidar nunca que tenemos que garantizar el derecho a la mejor educación a todo el mundo.
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