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D. MENOR
Sábado, 20 de mayo 2017, 11:30
Capricchia es una de las 50 pedanías con que cuenta Amatrice. En invierno no es más que una aldea con cuatro casas en las que ... viven menos de 20 personas, en su mayoría ancianos o ganaderos que crían caballos en las laderas de los majestuosos Montes de la Laga. Cuando llega el calor le pasa como a tantos otros pueblos: se llena de veraneantes y su población se multiplica. Una de ellas es Giulia, una señora que vive en Roma durante el año y acude a Capricchia en julio y agosto con su familia para pasar las vacaciones. «En Capricchia las autoridades no han podido llevarse las obras de arte de la iglesia. Los vecinos no esperaron a que aparecieran por allí. Poco después del terremoto del 24 de agosto entraron a la iglesia, que aún se mantenía en pie, y se las llevaron. Las tienen guardadas en una casa. No se fían».
Golpeada por otros fuertes movimientos telúricos en el pasado, la localidad no quiere perder los cuadros, candelabros y demás ornamentos de su parroquia. «La gente cuenta que en un seísmo anterior se llevaron un cuadro para que no sufriera daños y acabó en otra pedanía. A Capricchia le devolvieron luego una copia y los vecinos se enfadaron mucho. No hubo manera de recuperar el bueno», recuerda Giulia.
La restauradora Federica di Napoli Rampolla conoce bien esas resistencias. Lleva recorriendo la zona golpeada por los terremotos desde el 27 de agosto, tres días después del temblor que provocó 299 muertos, la mayoría de ellos en Amatrice. «Es la parte más difícil de nuestro trabajo», cuenta, refiriéndose a lo complicado que resulta ganarse la confianza de los vecinos para que dejen que los técnicos del Ministerio de Cultura se lleven los tesoros artísticos de sus iglesias. «Hace falta primero media hora de terapia con el párroco, luego media hora con los Carabineros y luego ya me toca a mí. Intentamos convencerles de que las obras no van a salir de la provincia y que, cuando se reconstruyan los templos, volverán a sus lugares de origen. Tenemos que ir ganándonos su confianza poco a poco».
Codo con codo con los curas
Vestida con su bata blanca y ante una mesa donde varios cuadros están extendidos para comenzar su restauración, Di Napoli Rampolla explica que lo que cuenta, al final, es dar la cara. «Tienes que garantizarles que no van a perder las obras de arte y conseguir que se fíen de ti. Tras meses de trabajo ya nos conocen y ahora nos llaman para todo. Para lograrlo es imprescindible trabajar codo con codo con los curas que se encargan de estas pedanías y acudir además acompañado por los Carabineros».
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