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JUANMA GOÑI
Viernes, 6 de noviembre 2015, 00:47
«Yo era muy guapa y elegante. Los hombres me echaban muchos piropos». Así nos recibe en su domicilio Onésima Rojo Losada, con un aspecto envidiable y una sensación de feliz serenidad en el rostro. ¡Quién diría que va a cumplir 103 años mañana, sábado! La 'amona de Tolosa' conmemorará la efemérides con una comida familiar en el restaurante Alliri.
Onésima es natural de un pueblecito de Zamora llamado Villarrín de Campos. Ha tenido nueve hijos, dieciséis nietos y catorce biznietos. Vive tranquila, siguiendo una plácida rutina, atendida con diligencia y cariño por sus hijas, con la ayuda de una cuidadora. Muy jovencita llegó a Tolosa a servir. Había que buscarse la vida porque en su pueblo no había trabajo ni posibilidades. En Tolosa vivía su hermana Clotilde. «Estuve trabajando para la viuda de Calparsoso, pero luego me fui a San Sebastián porque allí iba a ganar más dinero», repite Onésima durante la charla que mantuvimos con ella y sus entrañables hijas.
Onésima recuerda a la perfección aquella época de su vida. «Dejé un novio en el pueblo, que luego sería mi marido, pero aquí también tenía pretendientes, como Juanito, de San Sebastián, ¿qué habrá sido de él?». La nostalgia le invade y nos cuenta cómo le silbaban de admiración los «guardias de asalto» cuando pasaba a su lado camino de la playa. «Rubia, rubia», me decían. «Es que yo era muy elegante», insiste.
Onésima volvió a su pueblo para casarse. Allí tuvo y crió a sus nueve hijos y muchos de ellos hicieron el mismo camino que su madre cuando alcanzaron la mayoría de edad. Llegaron a Tolosa -donde vivían sus tíos-, y aquí forjaron su vida. Con el tiempo arribaron incluso sus padres, Eufrasio y Raimundo, que están enterrados en el cementerio de San Blas, y la propia Onésima regresó a Tolosa para vivir en compañía de sus hijas.
La rutina de esta amona centenaria es invariable. Con buen tiempo sale con su cuidadora por la mañana y por la tarde. Habitualmente, con paradita en algún bar. Incluso le da un sorbito al vermut. Come bien, de todo lo que le gusta, y descansa mejor. «Para las siete de la tarde ya nos pide ir a la cama», cuentan las hijas.
¿Cuál es el secreto de la longevidad? Su familia cree que comer uvas puede ser uno de los factores. «Han descubierto ahora las propiedades beneficiosas de las uvas. Ella, desde luego, las ha comido abundamentamente. Colgaba los racimos y comía uvas todos los días».
Onésima es rápida de respuesta, es aguda y tiene buena memoria lejana aunque le falla la cercana y repite las cosas. Pero tiene personalidad. Una anécdota es reveladora al respecto. Sus nietos, buscándole las cosquillas, le preguntan: ¿qué has comido hoy, amona?, para ponerle a prueba. Ella no se acuerda, pero responde: ¡A vosotros os lo voy a decir!
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