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KEPA OLIDEN
Domingo, 21 de febrero 2010, 02:44
Llama poderosamente la atención la actualidad y la vigencia de la argumentación esgrimida por los ayuntamientos de 1968 para reivindicar la reapertura del recién clausurado ferrocarril reconvertido en tranvía. Los negros augurios acerca de la congestión de tráfico, los accidentes propiciados por el peligroso trazado de la carretera... no tardarían en confirmarse. La supresión en 1967 del ferrocarril Vasco-Navarro volcó todo el tráfico ferroviario comarcal sobre una carretera ya por entonces obsoleta. Y en tan mal estado que ostentaba el triste honor de ser la de mayor siniestralidad de todo el Estado, con una media de 12 accidentes por kilómetro.
Fue en ese contexto donde la Administración de Estado, con la miopía política que propicia la distancia desde Madrid, cometió el error histórico de no aprovechar la oportunidad brindada por los ayuntamiento del Alto Deba de rescatar y hacerse cargo -juntamente con Ferrocarriles Vascongados- de la explotación de un tranvía en la comarca.
Transcurridos casi cuarenta años, el proyecto de tranvía revive de la mano de una Administración vasca encabezada por el PNV que se lanza a reparar los agravios infligidos por Madrid a un Alto Deba secularmente incomunicado. Pero donde estaba la antigua plataforma ferroviaria ahora hay pabellones, casas, bidegorris... y la ilusión inicial acaba chocando con las protestas y alegaciones de los afectados y con las reticencias de quienes temen que: el tranvía reste aparcamiento, reduzca aún más las vías urbanas, constituya un peligro para la integridad de las personas al transcurrir por zonas peatonales... Mucha gente empezó a mirarle el diente al caballo regalado por el gobierno, y el 'dueño' se llevó el regalo a otros lugares más agradecidos y menos polémicos.
Estos desencuentros, sumados a otros factores económicos y políticos, han hecho o están a punto de hacer descarrilar, por segunda vez, el tranvía. La Administración guarda un prudente silencio mientras se lleva la inversión del tranvía a otro lugar y deja al Alto Deba tirado en la parada.
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