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AMAIA CHICO
Domingo, 28 de febrero 2010, 03:49
Decenas de ikurriñas colorearon ayer de verde, rojo y blanco la entrada de la Diputación de Gipuzkoa en protesta por la sentencia del Tribunal Supremo que obliga al Gobierno foral a colocar en la fachada del edificio la bandera española. En un acto, que el PNV anima a extender a otras instituciones, el diputado general acompañado de los miembros del consejo de gobierno denunció la «imposición» de un símbolo «que no representa los anhelos» del pueblo vasco y que responde a un «deseo claro de uniformizarnos» y «convertirnos a todos en un único color». «Nos quieren sus súbditos o siervos, especialmente a los vascos», añadió Markel Olano.
En un estrado montado a las puertas del Palacio foral, decorado con cuatro grandes ikurriñas, Olano indicó, ante dos centenares de personas, que el gobierno que preside acatará la sentencia del Supremo, pero también dejará constancia, en forma de placa, de su rechazo a «la imposición de una bandera que no es la nuestra». La obligación de izarla, dijo, supone una «falta de respeto a la voluntad popular» y una «negación al derecho de decidir libremente».
Acompañado por numerosos dirigentes del PNV, entre ellos el líder del GBB, Joseba Egibar; de Hamaikabat, Aralar y EB, el diputado general consideró que la obligación judicial de izar la bandera atenta contra «uno de los fundamentos de la democracia, que es el respeto a la pluralidad», y aseveró que «la pretensión de fotografías uniformes sólo conduce al totalitarismo, nunca a la convivencia».
Olano, que poco antes del acto público se reunió con el consejo de gobierno para aprobar la declaración institucional que puede leerse en la puerta de entrada al Palacio foral, recordó que el respeto a la pluralidad se basa en «la posibilidad de ejercer la voluntad colectiva sin el veto de soberanías nacionales». En este sentido, el diputado general reafirmó su «compromiso irrenunciable» con el reconocimiento del pueblo vasco y de su capacidad de decisión, además de insistir, en primer lugar, en su «rechazo frontal a toda forma de violencia y mostrar nuestro apoyo y cariño a todas las víctimas».
Los miembros del Gobierno foral no quisieron concretar en qué momento se procederá a izar la bandera, pero aseguraron que será a lo largo del fin de semana, si la ciclogénesis explosiva no lo impide, bromearon. La enseña española será colocada junto a la ikurriña, la guipuzcoana y la europea en uno de los laterales de la fachada principal del edificio, que hasta ahora no lucía ninguna bandera y que ayer todavía no mostraba ni los mástiles.
La postura del Gobierno foral será imitada en ayuntamientos del PNV, como el de Elgoibar, que próximamente también deberá acatar la decisión del Tribunal Supremo sobre la colocación de la bandera española. Olano animó, de hecho, a los responsables de otras instituciones del territorio a seguir sus pasos.
La declaración del Ejecutivo de Gipuzkoa provocó las críticas del PSE, cuyo portavoz en JJ GG, Julio Astudillo, lamentó que Olano «perjudique la imagen» del territorio por «sus obsesiones identitarias».
El Tribunal Supremo español, por sentencia dictada en el recurso 6934/05, ha obligado a la Diputación Foral de Gipuzkoa a colocar la bandera española, en contra de su voluntad. Al cumplir dicha sentencia, la Diputación Foral quiere hacer llegar la presente declaración a los ciudadanos y ciudadanas:
Un país es país, con su pasado y su futuro, cuando la mayoría de las personas que lo constituyen lo sienten como tal. Un símbolo es solo un símbolo: un logo, una porción de tela, unos colores. En ocasiones, las enseñas se convierten en símbolos del anhelo de un pueblo. Es entonces cuando cobran utilidad, al convertirse, sencillamente, en activadores de sentimientos propios de identidad.
Cabe también que las enseñas no representan los anhelos de un pueblo, sino que sean impuestas por la ley de la fuerza, por la fuerza de la ley. También entonces cumplen su función, pues se convierten en símbolos de la imposición, recordatorios de las carencias de nuestra convivencia.
La bandera española es un símbolo impuesto bajo amenaza de sanción de la institución superior de Gipuzkoa. En contra de la voluntad mayoritaria de los guipuzcoanos y guipuzcoanas, en contra de la capacidad decisoria de sus representantes. Ello constituye una falta de respeto a la voluntad popular, una negación del derecho a decidir libremente. He ahí la bandera, símbolo de esta situación, puesta por quien no desea hacerlo, a la que el viento ondea con ironía.
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