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BENITO URRABURU
Lunes, 8 de marzo 2010, 09:27
José Luis Arrieta, la persona que diseña los recorridos de la Vuelta al País Vasco, tiene la carrera de 2010, que se celebrará entre el 5 y el 10 de abril, metida en su cabeza. Se la sabe de memoria.
No dice que es una prueba muy dura, ni tampoco emplea la palabra brutal. Lo envuelve con otra definición: «Hay un tiempo de transición entre las tres primeras etapas y las tres últimas, incluida la contrarreloj, que cuando se disputó por última vez en Orio fue de veinte kilómetros y ahora es de veintidós».
Con ese planteamiento se puede decir que la Vuelta es una trampa diaria, que en cada etapa hay posibilidades de sorpresa, que no se permitirán descuidos, no al menos para quienes quieran llegar vivos deportivamente a la contrarreloj de Orio, que también cuenta con una parte final rebuscada.
Si dejamos de lado los tópicos, casi siempre reales -que dicen que son los corredores los que hacen las pruebas duras, y el tiempo, con lluvia, frío, nieve o viento- nos encontramos con dos momentos claves: la llegada a Arrate, en una etapa en la que no falta nada, y una crono con un kilometraje que permitirá diferencias de tiempos.
Una etapa de 166 kilómetros y ocho puertos es una encerrona desde el principio hasta el final. No falta ninguna de las subidas que podían pasarse. Las han metido todas: Miota (dos veces), Kanpazar, Karabieta, Areitio, Ixua, San Miguel, Uzartza y la llegada al Santuario de Arrate. Efectivamente, ya no se pueden meter más ascensiones.
Habrá diferencias, puede que no decisivas, pero sí de las que marquen el paso a seguir un día después, con la llegada a Orio, que en su parte final presenta muchos problemas. Si se observa el recorrido previsto se ve que pasan dos veces, una de ellas por el frontón, y luego el alto de Txanka, que es un repecho en el que Laurent Jalabert asentó su triunfo en la Vuelta de 1998. Desde que se corona hasta la meta quedará un kilómetro y medio.
Segundos día a día
Es un repecho del que hablan las imágenes de la última vez en la que se subió: ciclistas que echaron pie a tierra, motos que se se quemaron y demasiados empujones, sobre todo para los corredores que estaban alejados de los primeros lugares.
También la contrarreloj de Orio, en la que se llegará al alto de Katxiña, con una bajada complicada hasta cerca de la autopista, presenta demasiadas incógnitas. La parte final de la Vuelta 2010 cuenta con zonas en su recorrido que no permitirán despistes.
No es que estemos ante un terreno que permitirá a algún corredor ganar la prueba -lo normal es que se decida todo en la contrarreloj-, no es eso. Lo que les pasará a muchos ciclistas es que irán dejándose segundos, perdiendo posiciones, que al final se convertirán en referencias para la contrarreloj.
Catorce puertos en dos días son muchos puertos si les sumamos los que se habrán superado en los tres primeros días de carrera. No es sólo la dureza, sino la incertidumbre, los nervios de estar delante para evitar cortes, caídas y demás quiebros que se juntan en el ciclismo.
Los tres primeros días de la Vuelta, con finales en Zierbena, Viana y Amurrio tienen más kilómetros que la segunda parte de la prueba y un inicio preocupante para los participantes. El estreno de la Vuelta al País Vasco será en Zierbena. El recorrido de la etapa coge lo mejor, por no decir lo más complicado, de los finales en Zalla, es decir nombres como los de Cobaron, Humaran, La Avellaneda y un regalo nuevo, Las Calizas, una subida por la que se puede llegar hasta la Arboleda, con un repecho que tiene el 18% en alguno de sus tramos.
También se recupera otro 'regalo' en el que los juramentos de los ciclistas se escucharon durante muchos tiempo: Puchetas, donde Laurent Jalabert y Alex Zulle reventaron la prueba. Cuando se pasa por Petronor y se llega a Muskiz , nos encontramos Puchetas, todo alrededor o en las cercanías de La Reineta (La Arboleda).
Quienes no conozcan bien lo que se van a encontrar tendrán problemas puesto que está garantizado un embudo de ciclistas para coger posiciones, con carreteras muy estrechas, aunque las han retocado un poco. Empezaremos con nervios para luego llegar a Viana y Amurrio, que se presentan como jornadas de más transición.
El recorrido total supera los 900 kilómetros, con veintinueve puertos puntuables. La Vuelta al País Vasco se mueve habitualmente en unos parámetros que no suelen registrar muchos cambios bruscos, entre otras razones porque hay etapas que son fijas, como la de Arrate. Sí que se ha complicado más el final en Amurrio, que no va a resultar tan placentero como el de Vitoria. La bajada es larga y permite el reagrupamiento.
Todo dependerá de los equipos que estén interesados en que se produzca una llegada más o menos masiva, favoritos al margen. También el final de Viana se presta a disgustos. Hay una constante que se mantiene en el trazado: en los kilómetros finales hay subidas, más o menos rompedoras, más o menos peligrosas, pero que siempre resultan amenazantes, complicadas.
De esa forma se evita el adocenamiento del pelotón, la tranquilidad, salvo que se produzca alguna escapada de corredores que hayan cedido mucho tiempo en los dos primeros días de carrera.
La Vuelta al País Vasco 2010 cuenta con un trazado que garantiza el interés diario, la concentración, la intranquilidad que da el saber que los errores que se puedan ir cometiendo en el día a día no van a dejar mucho espacio para poder enmendarlos, salvo que los cometan alguno de los grandes favoritos que tiene la carrera. No será una Vuelta que se gane por minutos, pero sí de las que se van a poder perder por segundos.
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