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IÑIGO MORONDO
Viernes, 2 de abril 2010, 04:42
La revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que está llevando a cabo a la ciudad dio el miércoles un importante paso adelante. La Corporación invirtió más de un tercio de una larga sesión plenaria de casi tres horas en el punto relativo a este Plan. El Gobierno presentaba el documento de Criterios y Objetivos del PGOU para su aprobación.
No fue el Pleno el escenario real del debate. El dictamen venía cocinado. La Sala Capitular sólo fue donde los grupos hicieron pública la unanimidad generada por esta propuesta. Un consenso total precedido de muchas reuniones, y no sólo entre políticos, puesto que el Consejo Asesor de Planeamiento Urbano, que componen también representantes de muy diversas entidades ciudadanas, ha mantenido ocho largas sesiones de debate al respecto de este asunto.
El miércoles, además de en el voto favorable, todos los grupos coincidían en tres cosas. Por un lado, reivindicaban la importancia del documento, que guiará la acción municipal del Ayuntamiento durante los próximos 15 años, aproximadamente. Por ende, es comprensible que la unanimidad alcanzada se subraye como un gran logro, ya que aporta coherencia a un proyecto de ciudad que será, en sus bases, fiel a sí mismo gobierne quien gobierne la ciudad en los próximos años.
Destacaron todos también el proceso de participación. Decía Miguel Ángel Páez, delegado de Planeamiento Urbano y, por tanto, cabeza de lanza de todo este proceso, que han ido «mucho más allá de los mínimos que marca la ley». Agradeció las aportaciones de los políticos y sobre todo la de los ciudadanos. Un agradecimiento al que uno tras otro se irían sumando todos y cada uno de los portavoces.
Por último, todos coincidieron en que se habían dejado «pelos en la gatera», haciendo uso de una de las múltiples expresiones que en este sentido se escucharon en el Pleno. Es lo lógico. Nunca podrá haber entendimiento entre diferentes si cada uno se aferra hasta al menor de los detalles de su postura. En una lección para sí mismos, los políticos locales fueron capaces de acordar ahondando en lo mucho que tenían en común más que en lo que les distanciaba.
Un documento diferente
La base de lo que se aprobó en el Pleno hay que buscarla en aquel Avance del Plan General que todos los irundarras pudimos conocer en la carpa que se instaló en Luis Mariano en noviembre de 2008. De aquella exposición devinieron miles de encuestas y cientos de sugerencias con firmas de iruneses sin cargo municipal. Después remató el Consejo Asesor, con sus componentes formales y con algunos invitados puntuales a sus sesiones, como la Plataforma en Defensa del Valle de Olaberria. Lejos de una cerrazón absoluta, ésta planteó cómo y dónde creía que había que intervenir en el valle. «En vez de las 40 hectáreas que pretendía el Avance, ahora son sólo 11», señalaba el portavoz de EB Berdeak-Aralar, Manuel Millán. Su homóloga en el PNV, María Eugenia Iparragirre, también destacó el tratamiento en el PGOU de «los puntos sensibles» como el valle de Olaberria, que definió como «tesoro de Irun»
Antes de esas intervenciones, Páez ya había explicado, precisamente, que el Avance sólo fue una propuesta desde la que empezar a discutir, porque algún punto de partida es imprescindible en cualquier debate. En más de media hora de intervención, al delegado de Urbanismo le dio tiempo a repasar los principales referentes del documento de Criterios y Objetivos del Plan General. Pero más allá de los detalles, de las cifras y los datos, quiso subrayar el valor de los cuatro criterios fundamentales que se han seguido en su elaboración. «Hemos hecho un esfuerzo por concentrar las zonas urbanas al norte de la A-8. Valoramos con mucho detalle cada nuevo suelo urbanizable. Procuramos que todos los desarrollos sean más compactos y mejor aprovechados. Establecimos prioritario rehabilitar y renovar espacios urbanos degradados antes de ocupar suelos no urbanizados». Todo esto lo enmarcaba el edil en la premisa dual «sostenibilidad y desarrollo» que ha guiado las discusiones en torno al Plan.
Unánime, pero no tanto
Dichas las bondades de este documento que tan unánimemente se aprobó, quien más menos quiso dejar también algunos recados. Millán presentó las cosas que le preocupan como que «sólo se reserve a vivienda protegida los mínimos que establece la Ley del Suelo», qué usos tendrán las 11 hectáreas de Olaberria o de dónde saldrá el dinero para ejecutar el PGOU. Peio Gaskon, de la izquierda abertzale, pidió que «nadie se ponga medallas» y tras felicitar a los ciudadanos y agentes sociales que han participado en el proceso, les invitó a seguir haciéndolo «porque queda mucho trabajo por delante». Juana de Bengoechea (PP) se refirió a Olaberria para decir que debería impulsarse como polo de desarrollo económico del primer sector. Fue un ejemplo de una preocupación que expresó: «Estamos trabajando con conceptos que se van quedando antiguos».
Ya tras la unánime votación, José Antonio Santano cerró las intervenciones en su condición de alcalde. «Vamos pensando en claves nuevas, con cabeza, en términos de innovación, sostenibilidad, equilibrio. Lo más importante es que lo estamos haciendo juntos; que todos, políticos y ciudadanos, lo hemos sabido entender. Una ciudad avanza más rápido si todo el mundo empuja en la misma dirección. En pocas ciudades se puede aprobar algo como esto por unanimidad».
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