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N. A.
Martes, 13 de abril 2010, 04:44
Por la mañana, ante los medios de comunicación. Por la tarde, ante un auditorio compuesto por personas vinculadas al mundo del euskera, compañeros de partido, familiares y amigos, y con un recuerdo especial y expreso para los cinco ex-directivos de 'Egunkaria' absueltos. Patxi Baztarrika presentó ayer dos veces 'Babel o barbarie. Una política lingüística legítima y eficaz para la convivencia', y en ambos casos le acompañaron Jorge Giménez Bech, editor de Alberdanía y traductor al castellano del original en euskera, y Pedro Miguel Etxenike, prologuista -junto al lingüista británico David Crystal- y partidario confeso de la concepción de la política lingüística que Baztarrika ha expuesto en un libro de más de 450 páginas. Un libro que, según Giménez Bech, «no es ni un tratado, ni el descargo de un ex viceconsejero, sino una ocasión para la reflexión civil, un elogio a la democracia avanzada y moderna basada en la cohesión social».
Pedro Miguel Etxenike enmarcó las reflexiones que Baztarrika ha volcado en el libro dentro el proceso de normalización del euskera, cuyo hito fundamental fue la Ley de Normalización del Euskera de 1982 que ya entonces Etxenike, consejero de Educación en aquel momento, quiso que fuera un documento flexible, que diera lugar a «rectificar, acelerar o frenar» si así lo decidía la sociedad. Etxenike, que abogó por establecer como objetivo un «bilingüismo total que ofrezca al ciudadano la posibilidad de elegir en libertad la lengua en la que quiere vivir» y recordó que «cualquier cambio de marco debe hacerse dentro del consenso», elogió el libro de Baztarrika asegurando que tiene «lo que necesita toda política lingüística: inteligencia y afecto».
Baztarrika, además de trazar las principales líneas de las tesis que contiene su ensayo, recordó que, pese a los grandes avances que ha experimentado, el euskera sigue estando en riesgo de retroceder y no tiene plenamente garantizado su futuro por lo que, además de políticas públicas eficaces, necesita sobre todo la adhesión de los ciudadanos. «Todos -dijo-, tanto en el mundo del euskera como fuera de él, tenemos que cambiar el chip, dejar de buscar culpables y perder el miedo al bilingüismo».
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