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ÓSCAR B. DE OTÁLORA
Sábado, 22 de mayo 2010, 12:12
Por primera vez en la historia, las fuerzas de seguridad desconocen quién será el futuro jefe militar de ETA, tras la operación policial del jueves en Bayona donde fueron capturados sus dos máximos dirigentes: Mikel Karrera Sarobe, 'Ata', y Arkaitz Agirregabiria. No se trata de un problema de falta de información. Según fuentes de la lucha antiterrorista, todos los etarras expertos que podrían asumir la dirección de los comandos se encuentran ya detenidos, de tal forma que el porvenir de este aparato de la organización queda en manos de individuos recién huidos de operaciones policiales -principalmente contra la kale borroka- o de los veteranos que ETA consiga recuperar de Sudamérica. En cualquier caso, de auténticos desconocidos.
Hasta ahora, el relevo en la cúpula de ETA era automático, puesto que estaba establecido que el lugarteniente se ocupaba de asumir el mando de la organización cuando caía el máximo responsable de cualquier aparato. Este sistema había sido diseñado para evitar que la detención de un líder pudiera anular la operatividad de la organización. Sin embargo, por primera vez el jueves se arrestó en la misma casa al máximo responsable de los comandos -Mikel Karrera- y su mano derecha, Arkaitz Agirregabiria.
La ausencia de dirigentes cualificados está directamente relacionada con los sucesivos golpes policiales asestados en los dos últimos años, que han acarreado la detención de seis jefes terroristas desde 2008 y de un buen número de activistas, capturados en muchos casos sin llegar a cometer ninguna acción, cuando se disponían a cruzar la frontera desde Francia o a los pocos días de hacerlo. De esa forma, el aparato militar ha acabado nutriéndose de huidos sin experiencia, que ahora mismo forman mayoría en estos órganos terroristas.
Los efectos prácticos de la operación de Bayona serán una ralentización de la actividad de ETA. Las citas con los miembros de los comandos, así como las direcciones de los pisos de seguridad, por ejemplo, se gestionan dentro de ETA de una forma totalmente personal, de modo que la caída de uno de los jefes obliga a recomponer toda la estructura. En este caso, el arresto del lugarteniente supone un doble frenazo a los movimientos de los terroristas.
El único nombre que se ha barajado como sucesor de los jefes militares es el de Mikel Oroz, 'Peru'. Este joven de 31 años procede de la violencia callejera. En abril del año pasado, Oroz estaba considerado el guardaespaldas de Jurdan Martitegi, ex dirigente de ETA que fue detenido en abril de 2009. En febrero de este año, 'Peru' se convirtió en uno de los jefes de explosivos de la organización terrorista. Él fue quien ordenó a Faustino Ramos, detenido ese mes, que montase una fábrica de bombas en Cataluña. Según las fuentes consultadas, es difícil que sea sustituido en esta misión, por lo que se considera más probable que la organización busque a otra persona como su máximo responsable.
No obstante, las fuerzas de seguridad no echan las campanas al vuelo a la hora de valorar la situación de ETA. Aunque la debilidad del aparato militar es evidente, otras dos ramas continúan operativas y su dirección no ha sido todavía tocada: el aparato logístico, que se encarga de mantener a la banda abastecida de armas y materiales, y el político. La jefatura de la logística se atribuye a Eneko Gogeaskoetxea, mientras que la parte política se considera en manos de Iratxe Sorzabal, aunque las fuerzas de seguridad tienen reservas a la hora de considerar con absoluta certeza que ésta controle esa rama.
No es habitual el acceso de mujeres a la dirección etarra. En sus cincuenta años de historia, ETA apenas ha tenido a dos en altos cargos: María Dolores González Katarain, 'Yoyes', y Soledad Iparaguirre, 'Anboto'. Sorzabal, de 37 años, fue dirigente en Gipuzkoa de las Gestoras pro Amnistía, las fuerzas de seguridad francesas la detuvieron en 1997 y estuvo en la cárcel hasta 1999. A su regreso a España comenzó a trabajar en el colectivo a favor de los presos de ETA. Entonces fue procesada por su presunta relación con varios atentados. Quedó en libertad condicional y huyó a Francia.
Sensores de movimiento
Eneko Gogeaskoetxea es un experto en explosivos. Está considerado como el autor de la muerte del er-tzaina Txema Agirre, quien el 13 de octubre de 1997 le descubrió cuando pretendía colocar una bomba para que estallase en el Museo Guggenheim de Bilbao el día de su inauguración. A Gogeaskoetxea se le atribuye el haber introducido en ETA avances tecnológicos como los sensores de movimiento para activar las bombas. También está vinculado con la experimentación con nuevos explosivos, algunos de ellos copiados de fórmulas caseras que utilizan los terroristas islámicos.
Las fuerzas de seguridad, no obstante, están convencidas de que ETA intentará reorganizarse cuanto antes. Fuentes de la lucha antiterrorista creen que la reunión de Bayona, en la que había una tercera sospechosa, Maite Aranalde, también detenida, tenía como objetivo preparar un nuevo sistema de funcionamiento para superar la presión policial. Otras fuentes han barajado la posibilidad de que los terroristas estuvieran preparando su campaña de verano para atacar intereses turísticos.
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