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Jueves, 24 de junio 2010, 04:13
Han pasado 10 años e igual por esa razón pocos se acuerdan de aquellos días de entre 1999 y el 2000, en el que un pabellón del Industrialdea se convirtió en improvisada 'cadena' de montaje del que representaba el primer coche eléctrico que se construía en Euskadi, al que sus promotores bautizaron no sólo con un nombre mitológico sino con el que le corresponde al soberano del Olimpo, Zeus.
Mondragón Corporación Cooperativa (MCC) e Iberdrola, con el apoyo del Gobierno Vasco y la Diputación, decidieron afrontar el reto de construir un vehículo eléctrico. Una ambiciosa apuesta que tuvo que superar infinidad de problemas técnicos y que por circunstancias aterrizó en Ordizia.
Entre los protagonistas más directos y visibles de aquel portentoso reto estuvieron Félix Ajuria, profesor en aquel momento de la Escuela Politécnica de Mondragón, quien luego se convertiría, ya en el campus de Ordizia, en el primer director del Centro de Tecnologías de Unión Lortek.
Construcción artesanal
Gorka Gutiérrez, ex alumno de la Escuela Profesional del Goierri, quien a continuación estudió Ingeniería Técnica, en la rama de electrónica en Mondragón, al que le tocó bailar con la más fea, es decir afrontar de manera muy artesanal la construcción, de manera directa, a pie de taller, de las en principio siete y finalmente cinco unidades del Zeus.
Angel Urteaga, profesor de la Escuela Profesional del Goierri y miembro del Servicio Tecnológico Goikerri. Proceso en el que finalmente intervinieron a su vez Celestino, de Carrocerías Ordizia y Bittor Bolinaga (Composites Legazpi).
«Si construir un automóvil no es algo sencillo, diseñar, y convertir en realidad un coche basado en un nueva tecnología representa algo extremadamente complejo», apuntaba en aquel entonces Angel Urteaga, y lo cierto es que así fue. De salida, ahí es nada, hubo que revisar el diseño original del vehículo, dados los errores existentes, trabajo realizado por una firma inglesa. A partir de ahí, se construyeron a lo largo de tres años, otros tantos prototipos, tercero, que definitivamente quedaba homologado.
Así las cosas, tocaba afrontar ya la fase de fabricación de esa mini serie y las circunstancias quisieron que el Zeus llegara hasta Ordizia, donde MCC decidió que se ensamblaran las piezas de esas 5 unidades.
La Escuela Profesional del Goierri confeccionó el utillaje necesario para hacer frente a esta tarea, el Servicio Tecnológico Goikerri prestó su colaboración a la planta de montaje e Ikaslan fabricó algunas piezas. Uno de los objetivos del proyecto no era otro que conseguir que la mayor parte de los materiales fuesen reciclables, de esta manera la carrocería fue de composites.
Y con estos mimbres, por delante, tocaba hacer realidad la construcción de un furgón eléctrico (movido por una batería de litio), furgón (amarillo) de reparto en ciudad, con una capacidad de carga de 2m3, que tendría 3,5 metros de largo, 1,65 de ancho, y 1,60 de alto. Contaría con dos plazas y una autonomía de 100 kilómetros. En junio del año 2000, después de un esfuerzo colosal, la quinta y última unidad estaba ya circulando por la calle.
Sin continuidad
Hoy, 10 años después, Félix Ajuria, inmerso en otras obligaciones empresariales, no ha olvidado aquella aventura. «Partimos de cero, comenta. Fue un programa de cuatro años que de haber tenido continuidad hasta hoy nos hubiera permitido hablar de cosas muy distintas porque tecnológicamente, el salto y avance ha sido increíble, sobre todo por lo que a las baterías se refiere, auténtico talón de Aquiles del coche eléctrico».
«Aunque profesionalmente mi vida sigue por otros derroteros, quiero pensar que aquel ingente esfuerzo le ha servido, ahora, a la Corporación para algo. Espero que en este momento, desde la perspectiva de nuestra industria auxiliar del automóvil, este nuevo empeño permita avanzar en el ámbito de los componentes; los subconjuntos».
«No me cabe la menor duda, concluye Félix Ajuria de que en caso de haber tenido continuidad aquel programa, hoy seríamos capaces de ofrecer a la industria del automóvil la rueda con el motor integrado y toda la actividad del vehículo, gestionada electrónicamente», enfatiza. Entre quienes vivieron aquella exigente experiencia existe unanimidad al entender que, desde el punto de vistas del diseño, entre el Zeus y el actual City Car, que acaba de presentar la Corporación Mondragón, existe un gran parecido.
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