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Los restos fueron hallados hace un año en Amara. :: LOBO ALTUNA
«Ahora puedo decir a mis hijos dónde fusilaron a su abuelo»
MEMORIA HISTÓRICA

«Ahora puedo decir a mis hijos dónde fusilaron a su abuelo»

Identificados dos de los siete cadáveres hallados en Donostia durante las obras de la autovía del Urumea

JAVIER MEAURIO

Martes, 6 de julio 2010, 10:00

«Zabala, vente con nosotros, adentro» le dijeron los policías que le detuvieron el 27 de septiembre de 1936 en la barandilla de La Concha. Un día después le fusilaron -ellos, o seguramente otros- junto al Puente de Hierro, en una zona de Amara entonces deshabitada. Fue uno de los siete cadáveres que se encontraron en junio y julio del año pasado en dos fosas al hacer la conexión del barrio donostiarra con la autovía del Urumea. Otro cuerpo ha sido también identificado. Se trata del guardamontes José Zurriarán. Entre los cuerpos se halla el de una mujer, «la tercera encontrada en fosas en el País Vasco», según informó ayer el forense donostiarra y miembro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi Paco Etxeberria.

Celestina Zabala, de 85 años, hija de Millán, recuerda perfectamente lo ocurrido con su padre. «Yo tenía once años. Vivíamos en Intxaurrondo viejo. El 13 de septiembre entraron las tropas de Franco, el día 21 nos llevó a pasear a mi hermano pequeño de ocho años y a mí. El 27 bajó a San Sebastián solo, y lo detuvieron en La Concha. Era republicano, de profesión sereno y lo fusilaron». Celestina añade que fue una cocinera, Petra, que trabajaba en el Hospital de Sangre de Ategorrieta- «entre el reloj y el puente de Santa Catalina»- quien les dio las primeras informaciones, «pero no sabíamos si le habían matado en el Cerro de San Bartolomé -donde asesinaron a muchos- o en el Puente de Hierro. Ella nos los dijo. Vinieron a casa y se llevaron su revólver reglamentario de sereno y un baúl lleno de ropa blanca que pertenecía a una mujer que trabajó en nuestra casa y que luego se fue a Francia».

Celestina tiene grabada en su memoria toda aquella tragedia. «Mi madre trabajaba en la calle Zabaleta en la panadería Ormazábal y era interina en las familias Azqueta Brunet y Urkijo -los primeros, cuñados del entonces alcalde José Múgica-. Luego -tras la desaparición-muerte de mi padre- fuimos a vivir con una mujer de Bera de Bidasoa a su casa en la calle Pescadería de la Parte Vieja... Ahora estoy más tranquila. Ya puedo decir a mis hijos dónde y cuándo mataron a su abuelo. Tengo ganas de cerrar página pero hoy he desayunado y he vomitado todo. Son los nervios», dijo ayer por la mañana una emocionada Celestina Zabala.

Ha sido la investigación del Instituto Vasco de Medicina Legal (IVML) quien ha llevado a cabo el trabajo por orden del Juzgado número tres de San Sebastián y en colaboración con Aranzadi, el Instituto Nacional de Toxicología y la Policía Municipal de Donostia.

29 de junio de 2009

El hallazgo de la primera fosa se produjo de forma casual el 29 de junio de 2009, cuando una pala excavadora que trabajaba en las obras de conexión de Amara con la autovía del Urumea dio con los restos de tres personas, un esqueleto completo y huesos de otros dos. «Los cuerpos aparecieron uno encima del otro en una pequeña fosa de forma circular», según informó el director del IVML, David del Valle. En los días siguientes al hallazgo, patólogos, forenses del IVML y expertos de Aranzadi procedieron al análisis y traslado de los restos a la sede del instituto en San Sebastián, así como a las tomas de ADN que hicieran posible su identificación.

Mientras se realizaban estos trabajos, los días 3 y 4 de julio, la misma máquina excavadora se topó con una segunda fosa de forma rectangular que albergaba restos de otras cuatro personas, además de diversos objetos como una navaja, un peine, proyectiles de balas y botones con las iniciales SS, que llevaron a la investigación a preguntar a la Guardia Municipal de Donostia si tenía algún archivo con desapariciones ocurridas en el cuerpo entre septiembre y octubre de 1936. Lo que ayudó a identificar al guardamontes fusilado. «Ahora, lo que queremos es que familiares o cercanos a los otros cinco muertos nos aporten algunos datos para tratar de identificarlos», señaló del Valle.

Etxeberria defendió la naturalidad y seriedad de la investigación que se hace desde el País Vasco, «sin un ápice de revancha o venganza, sino con la intención de llegar a solucionar lo que ocurrió con cerca de dos mil personas que desaparecieron no en el frente bélico ni en acción de combate».

La directora de Derechos Humanos del Gobierno Vasco, Inés Ibáñez de Maeztu, subrayó que «este tipo de investigaciones nos engrandecen a todos y a la democracia».

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