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BENITO URRABURU
Miércoles, 14 de julio 2010, 04:05
Dani Navarro cumplirá 27 años el domingo, el día que el Tour llega Ax-3 Domaines, y le gustaría hacerlo con Alberto Contador vestido de amarillo o muy cerca de esa prenda. Este asturiano ha dado un salto de calidad importante desde que consiguió una victoria de etapa en el último Dauphiné Liberé y se le ha visto exprimirse en las etapas alpinas en favor de su líder.
Nacido en Gijón, Dani Navarro es un desconocido para el gran público, a pesar de que Contador siempre le ha tenido en gran estima, no sólo como amigo, sino como ciclista. «Nunca he tenido un estado de forma cómo él que presento ahora. Ya en el Dauphiné Liberé estaba bien, pero sabía que tenía margen de mejora», explica.
Simpático, dicharachero, con un acento que delata su procedencia, creció en una familia de deportistas. Su hermano Borja, que tiene 20 años, juega a fútbol de delantero centro en el Sporting de Gijón B: «No porque lo diga yo, pero es muy bueno. Siempre se ha hinchado a marcar goles, pero esta temporada ha tenido muchas lesiones. Ha jugado con el Sporting dos partidos en Primera División, contra el Almería y el Racing de Santander».
¿Cómo llegó Dani Navarro al mundo del ciclismo? Por medio de su abuelo, José, de 75 años: «Es muy aficionado a las bicis. Nació en los alrededores de París y vivió en Francia hasta los 21 años, aunque sus padres eran españoles. Corrió en bicicleta con gente como Anquetil. Con doce años me llevó a la escuela de ciclismo que hay en el velódromo de Las Mestas. Era alevín de segundo año».
El abuelo José tenía una ilusión antes de que llegase su hora final y la ha visto cumplida: «Siempre me decía que antes de morirse quería verme ganar una carrera y ya lo he hecho. En cadetes y juveniles conseguía triunfos y en aficionados también logré victorias».
Se acuerda del tiempo que transcurrió desde que consiguió su última victoria, en la prueba de aficionados de Aretxabaleta, hasta la lograda en el Dauphiné: «Han pasado seis años».
En la escuela del velódromo de Las Mestas también se iniciaron en el ciclismo Carlos Barredo y José Luis Rubiera, quienes ahora son sus compañeros habituales de entrenamiento. También coincide de vez en cuando con Samuel Sánchez y Benjamín Noval.
Hasta juveniles siempre corrió con el equipo de Las Mestas. Luego pasó al Würth, el equipo filial de la Once de Manuel Saiz que dirigía Juan González, con quien estuvo tres temporadas antes de pasar a profesionales con el Liberty, en 2005.
Juan recuerda que no era un ganador, pero sí un ciclista muy regular que iba muy bien en montaña. En su última temporada en aficionados terminó quinto en el Circuito Montañes, segundo en la Vuelta a Palencia y sexto en Bidasoa.
Con Joseba Beloki y Heras
Cuando fichó por el Liberty se encontró con Igor González de Galdeano, Roberto Heras y... Joseba Beloki. «Me sorprendió la profesionalidad que tenía para entrenar, para cuidarse, en las comidas. Era otro mundo».
Convenció a Manuel Saiz en su primer año en profesionales con «buenas actuaciones en Mallorca, en el Trofeo Luis Puig y en la Vuelta a Valencia. A partir de entonces comenzó a ponerme carreras buenas como la París-Niza o la Vuelta al País Vasco». Tenía 21 años.
Hacerse un hueco en el mundo profesional no es fácil: «Ganar no está al alcance de muchos, por lo que trabajar para un corredor como Alberto era una buena opción. Le conozco desde juveniles, cuando coincidimos en la Vuelta a la Sierra Norte. Yo era juvenil de primer año y él, de segundo».
Se le ve contento al lado de Alberto Contador: «Le conozco desde hace muchos años. Somos amigos, pero también profesionales». Físicamente se encuentra al cien por cien, «mejor que nunca. Cada año he ido mejorando poco a poco. En montaña los hay mejor que yo, pero no muchos».
No es un ciclista muy conocido, salvo en el círculo ciclista, a pesar de que ha completado buenas carreras: «El año pasado iba entre los diez primeros de la Vuelta a España a cinco días de llegar a Madrid. Tuve una bronquitis, tomé antibióticos y adiós carrera».
El día que ganó en la Dauphiné contó cincuenta mensajes en su móvil. Alberto le marca el ritmo al que debe de ir en las subidas: «Dependiendo de lo que le interese, me dice tira o afloja. Lo habitual. Sé que el Tour es muy largo y algún día fallaré. Cuando vas trabajando no te enteras de cómo van los demás».
Corrió con Astana el Tour de 2007, cuando Vinokourov dio positivo y su equipo tuvo que dejar la prueba.
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