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31 DE AGOSTO

1813

La destrucción de San Sebastián

JAVIER SADA

Martes, 31 de agosto 2010, 04:58

Se vivía una extraordinaria jornada aquel 24 de junio de 1813 cuando celebrándose la procesión de Corpus Christi el general Rey que mandaba las tropas francesas, ubicadas en la ciudad desde 1808, recibió la noticia de que su ejército había sido derrotado en Vitoria.

San Sebastián no tardó en sentir las consecuencias del repliegue francés. Cuatro días más tarde las tropas españolas mandadas por Ugartemendia hicieron su aparición por Oriamendi, los alcaldes conseguían que más de la mitad de la población abandonara la ciudad, que no llegaba a los 5.500 habitantes y «el francés» con sus 3.200 hombres y menos de un centenar de piezas de artillería se disponía a defender la Plaza comenzando por San Bartolomé, lugar más cercano al primer contingente atacante.

El 1 de julio la ciudad ya estaba aislada, sus habitantes sin posibilidades de abandonarla y el día 3 una fragata, una corbeta, dos bergantines y una docena de lanchas cubriendo el frente marítimo para completar el bloqueo.

El 7 de julio los británicos del general Wellington, junto a unos pocos portugueses, sustituyeron a las tropas españolas y se hicieron cargo del asalto a la ciudad.

El primer asalto, previsto para los últimos días de julio, después de que el propio Wellington diera el visto bueno a la estrategia proyectada, resultó un auténtico fracaso por contar los franceses con el apoyo del mal tiempo que impidió el avance inglés. Tampoco los siguientes asaltos resultaron positivos al tener que desplazar los británicos tropas y artillería al frente de Pamplona.

Con más o menos fortuna todo el que pudo hacerlo había abandonando la ciudad durante el mes de agosto y a las 11 de la mañana del día 31, Thomas Graham, cumpliendo órdenes de Wellington, comienza el definitivo asalto. La parte de la Brecha ya estaba quemada y destruida por anteriores bombardeos y al llegar los ingleses al alto de la muralla, pensando poderla superar entre los escombros, se encontraron con un foso de varios metros debido a la limpieza que los franceses había hecho del lugar. Imposibilitados para el avance, cronistas hay que cuentan se llegó a ordenar la retirada cuando una explosión en el polvorín próximo al muro produjo el desconcierto entre los defensores.

Quedaba despejado el camino para entrar en San Sebastián y originar la noche más trágica de la historia de la ciudad. Tropas mal pagadas y que vivían del botín comenzaron al saqueo de una ciudad acusada de afrancesada y envidiada por su próspero comercio debido al sistema foral que la amparaba... aunque, encontrando los almacenes casi vacíos, incrementaron su furia agudizada por el exceso del aguardiente consumido. Mientras los franceses se retiraban al Castillo, donde permanecerían una semana antes de la rendición, los teóricos aliados la emprendían contra la población civil que salía a recibirlos creyéndoles salvadores, dando paso, entre excesos de avaricia, lujuria y aguardiente, a los saqueos, violaciones y muertes ya conocidas. La destrucción de la ciudad fue total, salvándose únicamente las casas de la calle de la Trinidad (hoy 31 de Agosto) que habían sido elegidas por los británicos para hospedaje de sus mandos. Atrás quedaban medio millar de muertos franceses, dos mil quinientos ingleses y un número indeterminado de civiles.

En la Casa Aizpurua de Zubieta, el 8 de septiembre, los donostiarras acordaron reconstruir la ciudad.

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