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ANTTON IPARRAGUIRRE aiparraguirre@diariovasco.com
Jueves, 2 de septiembre 2010, 04:26
El teólogo y profesor franciscano Joxe Arregi confirmó ayer su decisión de colgar los hábitos «para no acatar» las órdenes del obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, con quien ha mantenido un duro enfrentamiento en los últimos meses. Tras vivir durante diecisiete años en el Santuario de Arantzazu y llevar 47 en la congregación, pedirá la secularización tras la celebración de Nuestra Señora de Arantzazu, el jueves. Según algunas fuentes se dedicará a la docencia.
Hace una semana, Arregi, considerado del ala progresista de la Iglesia vasca, desmintió en declaraciones a este periódico que sopesara dejar el sacerdocio, pero en un comunicado hecho público ayer señala que «hace tiempo corrían rumores, y en contra de mi intención primera, no puedo menos que confirmar ya: voy a dejar la Orden Franciscana». Agrega que «no diré que la decisión no me produzca dolor y vértigo, pero doy el paso en paz».
Arregi afirma en su escrito que «en la Iglesia institucional que tenemos no hay lugar para insumisos, y yo lo sabía. Tampoco hay lugar para insumisos en la Orden Franciscana que tenemos, y también esto lo sabía: los responsables franciscanos, aun en contra de su voluntad, y como única forma de evitar un grave conflicto interno, se verían obligados a exigirme sumisión a las órdenes del obispo. No he necesitado, pues, de grandes discernimientos: o acataba o me iba. Pensé que no debía acatar, para ser fiel al seguro Jesús, a mi insegura conciencia, a mi humilde misión, pero no quería ser así motivo de conflicto para los franciscanos, que son mis amigos y hermanos. La opción no era fácil, pero resultaba forzosa y simple», señala el todavía franciscano en su comunicado.
Las fricciones entre Arregi y Munilla vienen de lejos. Desde el primer momento, el franciscano fue uno de los sacerdotes guipuzcoanos más críticos con el nombramiento del nuevo obispo donostiarra. Incluso unos días después de la designación, el prelado emérito del territorio, Juan María Uriarte, le encareció a que guardara silencio durante nueve meses, y el franciscano lo acató y dejó de publicar sus escritos en contra del prelado y de dar sermones en el Santuario de Arantzazu.
Un polémico artículo
Sin embargo, rompió el voto de silencio «porque mi obispo había derogado las condiciones que lo justificaban», subrayó Arregi ayer. Así, en un artículo publicado el pasado 17 de junio en la web Atrio, donde habitualmente colabora, Arregi aseguró que Munilla citó trece días antes al superior -junto con el vicario- de la provincia franciscana para transmitirles órdenes tajantes: «Debéis callar del todo a Joxe Arregi. Yo no puedo, hasta dentro de dos años [hasta que haya tomado las riendas de la diócesis], adoptar directamente esta medida contra él. Pero ahora debéis actuar vosotros. Os exijo que lo hagáis», según transcribe Arregi en su escrito de junio sobre la exigencia del obispo a la orden.
El franciscano señalaba en su escrito, titulado 'Pido la palabra', que Munilla reclamó a sus superiores que le destinen «a América a trabajar con los pobres». Además, denunció que el obispo le calificó como «agua sucia que contamina a todos, a los de fuera de la Iglesia al igual que a los de dentro».
Sostuvo que «la razón de fondo» sería una «carpeta titulada 'Mafia'», que Munilla habría dejado olvidada, cuando fue nombrado obispo de Palencia, en el ordenador de la parroquia de Zumarraga y en la que habría una «lista negra» de sacerdotes guipuzcoanos. A ello, se sumarían, según Arregi, «errores y herejías teológicas» que el obispo le atribuye. Señaló que parece que el nuevo obispo «se haya reencarnado en Torquemada». Al día siguiente de publicarse el artículo, Munilla calificó la denuncia del teólogo de «graves falsedades» y mostró su «ardiente deseo de continuar trabajando por la unidad en el seno de la Iglesia».
También el Consejo de la Provincia Franciscana de Arantzazu intentó sin éxito que Arregi y Munilla llegaran a un entendimiento.
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