Borrar
Las diez noticias de la jornada
AL DÍA LOCAL

El Mundial del queso, pastores que lloran y un tipo que grita 'Viva Rusia'

La fiesta desde dentro: cómo eI Idiazabal puede ser la magdalena de Proust y por qué Arzak se pone la blusa negra

MITXEL EZQUIAGA mezquiaga@diariovasco.com

Jueves, 9 de septiembre 2010, 04:30

Yo confieso: cada año soy feliz en Ordizia. Su mercado extraordinario de septiembre es el cruce exacto entre la Euskadi country y la Euskal Herria 2.0. Y el concurso de quesos, al que me llevan anualmente como jurado, es como un Mundial del Idiazabal. O así.

Quien piense que es sólo folklore que se asome un año con la curiosidad sin ahumar. Había que ver ayer a la familia Aranburu, ganadora del concurso, cómo lloraba al conocer el veredicto: pastores duros de casi cien kilos de peso y mujeres curtidas por la doma de la naturaleza dejaban correr las lágrimas al conocer el veredicto. Subieron al estrado del frontón con la emoción de quien se encarama al pódium del estadio olímpico.

Pero no menos emocionante era la estampa de Iban Mate y su gente, responsables del Dolarea de Beasain, al lograr en la subasta el medio queso ganador. Les costó: tuvieron que pujar frente al Kikara (también de Beasain), el Super-Amara o el cocinero Bruno Oteiza. Pero al final ganaron: como decía Mate, no hay mejor publicidad para su hotel-restaurante, que acaba de empezar a funcionar y se inaugura oficialmente dentro de sólo unos días.

Bruno Oteiza: el chef donostiarra que triunfa en México y desde hace pocos años compagina su residencia donostiarra con sus locales mexicanos era ayer uno de los hombres más felices del planeta. Debutaba como jurado en Ordizia y decía que volver a la patria del queso era como morder de nuevo la magdalena de Proust. Pero no todo fue tan lírico: Oteiza bromeaba a cara de perro con David de Jorge. El programa de Bruno, producido por Bainet, pasa a Nova, de Antena 3, y competirá a las dos y media con el espacio de De Jorge en ETB2.

David de Jorge es el nuevo crack mediático. Todo el mundo quería ayer hacerse una foto con este Gran Hombre que escribe en DV y protagoniza Robin Hood en la televisión vasca. Le piden autógrafos como a un Messi amplio y gastronómico y él, enre tímido y travieso, grita 'Viva Rusia' cada vez que posa para un retrato: es su grito de guerra en la tele y en la vida, como si fuese un brigadista perdido en el túnel del tiempo. Y es que días como el de ayer demuestran que los cocineros son aclamados en sitios como Ordizia como jugadores de la Real.

A Martin Berasategui le paran como a un Xabi Prieto (ayer le felicitaban por su nuevo 'fichaje', el hotel Dómine de Bilbao, donde quiere triunfar como guipuzcoano que pone pica en Flandes); a Hilario Arbelaitz, como a ese eficaz medio centro que siempre está al quite, y a Jose Juan Castillo como producto de la cantera del Goierri (y eso que su Nicolasa donostiarra encara sus últimas semanas antes de la jubilación del chef).

Capítulo aparte exige Juan Mari Arzak. El niño hiperactivo que aún es rechaza sentarse en la mesa de cata y, como presidente del jurado, deambula por el frontón enfundado en una blusa negra como las que visten los cofrades del queso. «Así me siento en mi salsa», dice. Y la verdad que ni se la quita. (Concluida la fiesta, parte de los chefs y algunos de los invitados se escapan al Julián de Tolosa a comer chuleta con la relajación del deber cumplido. Y allí, horas después de la cata, Arzak seguía enfundado en su blusón negro mientras Matias Gorrotxategi sacaba chuletas d e la parrilla).

Faltaron a su cita como jurados Pedro Subijana (de viaje profesional en Perú) y Andoni Luis Aduriz (de congreso en México). Otros debutaron, como un feliz Iñigo Lavado, el bloguero francés residente en Barcelona Philippe Regol o el colega Tito Irazusta. Carlos Maribona, autor del seguido blog 'Salsa de chiles', repetía encantado su tercer año consecutivo. «Esta es gastronomía de verdad», comentaba.

Y también volvían al jurado, años después, gentes como Fermin Leizaola, sabio de tantas cosas y también del queso. El etnógrafo que subía al monte con corbatas y , como un gentleman vasco, regresó ayer al jurado con su txapela, su corbata de ovejas dibujadas y su sabiduría en texturas y sabores.

Los jurados debatían sobre si la media del año había sido mejor o peor que otros años. Pero sí hubo un consenso generalizado en el queso ganador, de J. Aranburu, que es como el Barça del Idiazabal (hay otros pastores que son como el Inter, o el Bayern, o el Chelsea: los hermanos Aranburu son un valor seguro que hace queso ganador y gusta como una jugada entre Iniesta y Villa). Quizás por eso Roberto Ruiz, el cocinero del Frontón de Tolosa, sabio e intuitivo, había llenado su cesta de quesos de J. Aranburu antes de saberse el resultado.

Ordizia fue una fiesta, otra vez. Por eso su alcalde, Jose Miguel Santamaria, sonreía a mediodía con cara de felicidad. Veía el tumulto de medios de comunicación que invadía el frontón y sentía que ayer su pueblo era ayer como la final de un Mundial. Del queso, nada menos.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco El Mundial del queso, pastores que lloran y un tipo que grita 'Viva Rusia'