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RICARDO ALDARONDO
Sábado, 11 de septiembre 2010, 05:18
Más de un siglo de fotografía, y cuatro generaciones de creadores inspirados por el patriarca del clan, Willy Koch Schönweiss, se reúnen en una exposición que en realidad nació como homenaje a un miembro posterior del clan: Sigfrido Koch Arruti. Pero todo comenzó con el fotógrafo alemán que antes de terminar el siglo XIX ya se había instalado en el Boulevard donostiarra. Sus cuatro hijos tuvieron después una tienda en la Avenida de la Libertad, antes de ser evacuados a Alemania.
Uno de sus nietos, Sigfrido Koch Arruti, está entre los miembros más destacados de esta familia de fotógrafos. Sigfrido Koch Arruti nació en Donostia en 1936 y murió prematuramente en 1992. La intención de la familia era rendir homenaje a su obra, pero cuando Kutxa decidió sacar adelante la exposición y designó a Juantxo Egaña como comisario, la propuesta fue distinta: «Cuando Juantxo me dijo que quería reunir fotografías de toda la familia, me horrorizó la idea», contaba ayer Edurne Koch, una de la hijas de Sigfrido, también fotógrafa. «¿Cómo iba a estar yo a la altura de la obra de mi padre? Pero mi punto de vista cambió completamente cuando vi la exposición no como una colectiva familiar, sino como parte de la obra de mi padre, una historia bonita y emotiva que incluye a familiares y amigos».
Entre ellos está otro célebre fotógrafo, Alberto Schömmer. «Yo soy Koch de tercer apellido. Mi trabajo no tiene nada que ver con el de mi primo, pero tenía una buenísima relación con él», contaba ayer el fotógrafo vitoriano, de quien se incluyen varias fotos muy distintas entre sí. «Sigfrido siempre estaba dubitativo entre el trabajo para vivir y el trabajo para crear. A él no le gustaba la publicidad, tampoco a mí, y se escapaba de ella para trabajar en otros temas».
De esas escapadas saben mucho las cuatro hijas de Sigfrido: «Cuando éramos niñas nos llevaba en el coche y ya sabíamos cuándo se iba a parar, porque se acercaba una tormenta, o porque veía un sitio o unos personajes que le inspiraban. Aprendimos a ver la fotografía a través de él».
Mirada brumosa
En la exposición hay notables muestras de su forma de ver un entorno que él transformaba a su modo durante los años 70: la estudiada pose del 'Pilotari', los difuminados retratos 'Mujer de Euskal Herria', 'Baserritarra askaltzen' o 'Dos ancianas roncalesas', los paisajes brumosos 'Errazkineko baserriak' y 'Aspeko baserria', o los retratos de sus ilustres amigos: Barandiaran, Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Julio Caro Baroja... La exposición llega también a esa nueva vía, muy diferente, que exploraba cuando murió: la abstracción de rayas y colores potentes que creaba sobre el cristal. De nuevo, Sigfrido Koch Arruti estaba recogiendo la herencia familiar, tanto de Willy Koch Schöneweiss y sus retratos de formas clásicas, como de su padre Sigfrido Koch Bengoetxea, que ya pintaba cielos o vestimentas en fotografías tan espectaculares como 'Izando las redes' (1946). Reminiscencias del pictorialismo que influyó a los primeros artistas de la saga. Pero, como explica el comisario de la exposición Juantxo Egaña, «todos ellos de una manera u otra reflejan el interés por acercar la fotografía a la pintura».
Cada uno con su estilo, pero eso se puede apreciar en las obras de Nagore Koch y Edurne Koch, quien también muestra dos retratos, de Mikel Laboa y Bernardo Atxaga, que parecen tocados por el interés de su padre en los artistas amigos. Y la exposición llega hasta Marco Bialon Koch, el bisnieto, que con sólo 17 años, ya trabaja sobre formas y colores...pictóricos, como no.
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