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JOKIN ELIZARAN
Lunes, 20 de septiembre 2010, 04:41
Para los pacientes que sufren enfermedades que afectan a su corazón o pulmones, la espera de un órgano suele ser un momento crítico y muy angustioso. En ocasiones, su única salida es el trasplante, al que precede una llamada, ésa que les comunica que hay un órgano a la espera. Ese momento es el que Francisco Javier Bahillo Gómez ha querido retratar con la fotografía ganadora del IV Concurso de Fotografía Digital de la Asociación de Enfermos y Trasplantados de Corazón y Pulmón de Euskadi Atcore. Se titula 'Una llamada, una esperanza' y en ella se puede observar a una chica -su sobrina Estíbaliz- con un teléfono móvil. Fue tomada en Portugalete. «Estábamos paseando y se me ocurrió que podría servirme como modelo. Le dije que sostuviera el teléfono, ya que representa la esperanza del enfermo ante la llamada. La verdad es que estaba buscando la foto». Esta edición del concurso planteaba el reto de poner cara a todo el conjunto y entorno de las personas que viven directa o indirectamente esta realidad. Familiares, amigos, conocidos...
Atcore, fundada en 1995 con el fin de promover la donación de órganos y servir de apoyo a los que se encuentran esperando un transplante en el País Vasco, organiza año tras año diversas actividades, entre ellas, una excursión a Donostia para sus asociados, que incluye una visita al Aquarium, sede ayer del reparto de premios. El presidente de la Fundación Oceanográfica, Vicente Zaragüeta, sentía «una enorme alegría» de acoger el acto «de unas personas que hacen el bien sin saber a quién».
El segundo premio recayó en Ernesto Ortega, por una fotografía en la que dos niños posan abrazados. «Son los hijos de mi primo Alberto, Eder y Urko. El primero está operado de corazón, y la foto la sacamos en Orduña, nuestro pueblo». Este vizcaíno acudió a la entrega de premios junto a su hija María y con la familia protagonista de la foto: Alberto y María, y sus dos hijos.
La de Eder es una historia de su operación y de «la labor del cirujano que nos ha atendido en los últimos años, que para nosotros es como un Dios», según sus padres. El niño nació hace siete años con una cardiopatía y sólo medio corazón. Los médicos «nos dijeron que se moría, pero tuvimos la suerte de que un cirujano especialista estaba dando una conferencia en Vizcaya y se enteró del caso». Fueron a Madrid y «en diez días le operaron. Le faltaba el ventrículo izquierdo, y nos dijeron que la enfermedad se denominaba ' Síndrome del ventrículo izquierdo hipoplásico'».
Después de tres operaciones en cinco años, Eder sonríe, juega con su prima María y su hermano Urko, y se muestra revoltoso junto a Amaia, su ama, mientras le pide que le compre algún 'souvenir' en la tienda del Aquarium. «Está estupendamente, sano y feliz».
El tercer premio fue para un donostiarra, Oier Aso, quien presentó una fotografía tomada en una residencia de la tercera edad de Villabona en la que se podía observar «el rostro de un hombre que desprende optimismo y esperanza». Aso, que profesionalmente se dedica a la fotografía y regenta la tienda Arte Foto Donosti en La Bretxa, recibió como galardón 300 euros y una réplica en miniatura de la barandilla de La Concha que, a buen seguro, habrá retratado muchas veces.
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