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B. URRABURU
Miércoles, 6 de octubre 2010, 11:14
Mientras la UCI y el AMA no dicen nada -que son finalmente los que tienen que decir algo- la teoría de la autotransfusión gana adeptos en algunos medios informativos importantes del mundo, lo que puede complicar la situación de Alberto Contador.
Desde que el diario 'L'Equipe' habló de la aparición de restos de plástico en su orina, comenzó a circular la teoría de la autotransfusión. Ahora otro periódico, éste de los Estados Unidos, el 'New York Times', abunda en la misma línea, la de los restos de plástico en su orina.
Llama poderosamente la atención la facilidad con la que están saliendo datos más o menos comprometidos del asunto Contador, en un tema que no hubiese tenido que aparecer en público hasta que la Unión Ciclista Internacional hubiese tomado una decisión, en primer término, antes de comunicárselo a la Federación Española.
Con los 'restos mínimos de clembuterol que han aparecido en su orina' convertidos en un asunto de prioridad mundial en asuntos de dopaje todo se ha complicado mucho.
Según el periódico americano, «el día anterior al del positivo por clembuterol, en el control que pasó la víspera de la jornada de descanso se detectó una sustancia plastificante en cantidad ocho veces superior a la permitida».
Método no homologado
Lo que nadie sabe es cuál es la cantidad permitida. Los análisis han podido llevarse a cabo, según explica el periódico americano, gracias una nueva tecnología que fue utilizada por primera vez en el pasado Tour, aunque todavía no está homologada para controles de dopaje, por lo que sus resultados carecen de validez a efectos jurídicos.
¿De qué hablamos si es un método no homologado? El jefe del laboratorio homologado de Roma, Francesco Botré, asegura, sin embargo, según el periódico, que «si alguien presenta un nivel muy alto de plastificantes en la orina, tiene muy difícil explicar cómo pudo ocurrir si no es con el propósito de doparse».
Teniendo en cuenta que los corredores beben durante las etapas de bidones de plástico, por poner un ejemplo, no sería muy difícil explicarlo.
El producto aparecido en el control a Contador previo a aquel en que dio positivo se encuentra en bolsas de plasma sanguíneo y su presencia en el organismo de un deportista, asegura el periódico, «podría significar que ha utilizado una transfusión sanguínea para mejorar su rendimiento».
Lo que llama poderosamente la atención es que se diga que el método no está homologado y se hagan públicos los resultados. En el caso de que le sancionen y haya una reclamación por parte del corredor y la gane, la mancha a nivel personal y profesional que le puede quedar no se borrará nunca. Estaríamos entonces ante una situación provocada y se van consiguiendo poco a poco los efectos deseados: no se le puede sancionar porque el método no está homologado, pero se hace público para desacreditarle, con lo que el daño ya está hecho.
El presidente de la UCI, Pat McQuaid, dijo en Australia que en «ocho o diez días todo se solucionaría». La impresión que queda según pasan los días es que este asunto va a durar mucho más tiempo, lo que podría complicar el futuro inmediato de Alberto Contador.
Contador ya ha contactado con abogados expertos en dopaje de nivel mundial ante la posibilidad de tener que recurrir a la vía judicial, para no perder tiempo en caso de que haya una sanción. En cualquier caso, el daño que le están haciendo, a él y al ciclismo, resulta irreparable y las consecuencias que se puedan derivar a todos los niveles son inimaginables, pero póngase en lo peor. El asunto no pinta nada bien.
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