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TERESA LAESPADA
Sábado, 9 de octubre 2010, 05:14
En este mundo al revés que algunos tratan de hacer de la política vasca ocurren cosas realmente curiosas. Entre ellas, que quienes fueron responsables directos de la creación de una empresa fantasma (Estudios y Proyectos Jurídicos) para gestionar el servicio de atención a inmigrantes (Heldu) descalifiquen abruptamente al Gobierno Vasco actual por asumir este servicio desde el sistema público, con criterios de ciudadanía, de igualdad y de plena transparencia administrativa. A eso es a lo que algunos denominan «falta de modelo», en materia de asistencia a inmigrantes, cuando lo cierto es que ese modelo, aún en período de transición, no sólo existe, sino que, además, funciona y bastante mejor que el anterior.
Entre otras razones, porque ahora el objetivo que se persigue es que los inmigrantes reciban de los servicios públicos la misma atención integral que recibe el resto de los ciudadanos, en un marco global de integración social. Eso, en la práctica, significa la inclusión del colectivo en los servicios universales y generales que rigen para toda la población (sean los servicios sociales, los de empleo o los de orientación jurídica, por ejemplo), en lugar de crear circuitos especiales y segregados, como ocurría en tiempos del consejero Madrazo.
Y es que ahora se ha optado, con muy buen criterio, por que la entrada de los ciudadanos, también de los ciudadanos inmigrantes, a un servicio público se haga por la misma puerta, y no de manera diferenciada. Algo que sería tan anómalo y discriminatorio como establecer servicios sanitarios o educativos o de empleo específicos para cualquier colectivo socialmente desfavorecido, y no sólo el de los inmigrantes. Pensemos, por ejemplo, en el de los drogodependientes, afectados por el sida, mujeres que padecen malos tratos o, en general, personas afectadas por situaciones de pobreza y en riesgo de exclusión.
Nadie duda de la necesidad de un tratamiento específico a un colectivo especialmente vulnerable. Pero no es necesario para ello un dispositivo hipertrofiado como el que existía y que, entre otras cosas, pasaba por alto cosas tan obvias como que no toda la población inmigrante precisa, por serlo, de servicios jurídicos especiales. Por eso, la Consejería de Empleo y Asuntos Sociales ha creado un sistema de acceso directo en el que se ofrece información a la persona inmigrante y al personal técnico de inmigración y trabajo social. Que este nuevo modelo está funcionando, lo demuestran los datos que aportó la propia consejera en su comparecencia parlamentaria del pasado lunes. Para empezar, todos los expedientes de resolución que había pendientes de la etapa anterior (unos 1.600) han sido asumidos por la Dirección de Inmigración del Gobierno Vasco. Y, por otra parte en el tiempo transcurrido desde la implantación del nuevo sistema, dos meses, se han recibido y atendido, en el teléfono gratuito y el correo electrónico puesto a disposición de los usuarios, más de 1.000 consultas: 450 de inmigrantes que tenían expedientes abiertos; 200 de trabajadores de servicios sociales, técnicos de inmigración o empleadores; y 300 de extranjeros que por primera vez se acercan al servicio.
No parece, pues, que, en contra de lo que algunos tendenciosamente mantienen, el servicio a los inmigrantes se haya precisamente paralizado. Todo lo contrario. Y, además, ha ganado en agilidad, acortando procesos que en la etapa anterior podían demorarse entre seis y diez semanas y ahora pueden resolverse a través de una consulta telefónica o por correo electrónico. Lo demuestra el hecho de que sólo entre un 10 y un 15 % de las consultas que han llegado por esas vías han requerido posteriormente una atención presencial, directa, en las oficinas del Departamento de Empleo en las tres capitales vascas.
Éstos son los hechos y lo demás es demagogia de algunos supuestos abanderados de la izquierda, que, al parecer, basan todo su izquierdismo en tratar de retrotraernos a criterios paternalistas propios del siglo XIX. No sabemos si algunos de sus ilustres representantes añoran la época de los hospicios y los Hospitales para pobres. A lo mejor es ése su modelo y, por eso, al tiempo que defiende apasionadamente la discutible gestión de Heldu por su Departamento, aprovecha para arremeter contra el socialismo vasco. Es su especialidad: el antisocialismo. Ahí reside toda su cultura de izquierda.
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