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Domingo, 12 de diciembre 2010, 04:51
Joxe Joan González de Txabarri tuvo que hacer un gabinete de crisis en plena acera mientras la torre de la Hacienda foral, en San Sebastián, ardía en su parte alta. La escena evocaba, salvando las distancias, la imagen de las Torres Gemelas de Nueva York o el impresionante incendio en el edificio Windsor. Fue un episodio confuso, provocado por una desavenencia laboral de un guarda jurado, que mató a un compañero, pero en el que los protocolos y servicios de seguridad funcionaron bien, «evitando mayores daños por el fuego y esclareciendo lo sucedido», según recuerda resuelto de manera satisfactoria el entonces diputado general de Gipuzkoa.
Lo que a las once de la noche de aquel domingo parecía un simple incendio en los garajes del edificio escondía una historia dramática. El fuego se fue propagando por la parte alta de una de las torres del barrio de Errotaburu. A las 2.00 horas de la madrugada ya del lunes, saltó la alarma en el teléfono del diputado general. «Me levanté sobresaltado. Parecía grave».
A las cuatro de la mañana, los bomberos hallaron el cadáver del guarda Florencio Parra, con un disparo en la nuca. Todo se fue aclarando con la llegada de la luz del día, y mientras, el fuego provocaba algunas explosiones y la caída de cristales. Los daños ascendieron a 7,6 millones de euros. Una noche larga para Txabarri y su equipo, que acabaron a la mañana duchándose en la sede de la Diputación.
«Se grabó todo»
De todo aquello Txabarri se queda con «la rápida coordinación de todos los servicios policiales y de Bomberos» y la confirmación de que los protocolos de seguridad funcionaron. «Es un edificio inteligente. Saltaron todos los cortafuegos y no se perdió nada gracias a las copias de seguridad». «Se grabó todo, incluso el momento del disparo, rompió todas las pantallas de los ordenadores pero la información quedó a salvo en los disco duros; y cuando se apagaban los mecanismos de seguridad, se activaban otros».
El diputado general recuerda que hubo «muchas leyendas urbanas y fantasmas» sobre las motivaciones de aquel suceso, y los posibles beneficiados por la supuesta desaparición de expedientes. «Se comprobó que lo que había quemado era papel higiénico». Al día siguiente, martes, la Ertzaintza halló el cadáver del presunto autor de los hechos, que, al parecer, se había disparado en el pecho. Txabarri sostiene que un político, en situaciones de este tipo, debe mantener la cabeza fría, tener sentido común y «distanciarse de todo lo que oyes».
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