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MITXEL EZQUIAGA
Sábado, 18 de diciembre 2010, 10:42
Se confiesa «tranquilo y contento», sólo preocupado por el futuro laboral de sus todavía compañeros de redacción. El cierre de CNN+ el 31 de diciembre ha precipitado una decisión que él ya vislumbraba cercana: el jueves Iñaki Gabilondo presentará su último programa en esa cadena y cerrará una etapa de 45 años de periodismo.
Pero no se jubila: «Ahora voy a meditar cómo seguir en el oficio de otra manera». El periodista donostiarra, que el pasado octubre cumplió 68 años, repasa en esta entrevista sus años de trabajo y habla de su relación con el País Vasco, con San Sebastián y con la Real. Y lamenta que «en el mundo mandan hoy los contables y esos poderes desconocidos llamados mercados».
- ¿Concluye una era en la carrera de Iñaki Gabilondo?
-El jueves 23 presento mi programa en CNN+ por última vez. Como el canal cierra el día 31, termino una etapa, sí. Ahora debo meditar sobre mi futuro, pero no me jubilo. Es la primera vez en mi vida que me veo en esta situación. Soy consejero de la Ser y de Unión Radio y quiero aportar mi experiencia a quienes empiezan, quizás como profesor en la universidad. Lo que no voy a ser es tertuliano. Dispondré de mi tiempo, que es un lujo que no he podido disfrutar nunca.
-¿Con qué sentimiento cierra este ciclo profesional?
- Yo he sido un privilegiado y sería absurdo que ahora hiciera pucheritos. Sería ridículo que me quejara, porque la gente de mi edad lleva años fuera de juego en sus profesiones y yo he seguido en activo. Encaro esta nueva etapa con la misma naturalidad con que he encarada en mi vida éxitos y fracasos.
-¿Corren malos tiempos para los medios de comunicación?
-Corren malos tiempos para todo. Vivimos una época en la que mandan los planteamientos económicos y financieros de un modo que no había conocido en toda mi vida. Sectores como la comunicación, que conjugan lo industrial con los objetivos sociales, están siendo especialmente atosigados por los números. Los contables están acabando con los pocos resquicios de poeta que aún pervivían en nosotros. Los medios miran más a la cuenta de resultados que a su función social. El mundo se ha convertido en un asunto contable.
-Mandan los 'mercados'. ¿Usted sabe quiénes son?
-Lo que sé es que hay poderes democráticos elegidos por los ciudadanos y que hay otros poderes económicos, que serán legítimos pero no democráticos, que imponen su reglamento a los poderes democráticos. Quizás ocurría también antes, pero ahora se ve de manera absolutamente descarnada. La creatividad social, desanimada, está perdiendo punch.
- ¿Qué etapa de sus 45 años de periodismo recuerda hoy como la más feliz?
-He tenido la suerte de conocer la profesión prácticamente desde todos los rincones. Durante más de veinte años fui directivo, con despacho y secretaria, pero también he estado en el frente de combate. La época más feliz fue como rector de emisora, tanto en Radio San Sebastián como en Radio Sevilla. Ahora los directores de emisora son más financieros que otra cosa, pero en mi época hacíamos más periodismo. Mi parte de gerente es un horror, pero en esos puestos pude dinamizar equipos.
-En su trabajo ha vivido momentos especiales, desde el 23-F en TVE hasta el 11-M en la Ser. ¿Qué foto enseñaría a su nieto para que supiera a qué se dedicaba el aitona?
-Elegiría tres fotografías. Una, viendo por la ventana de mi despacho en Prado del Rey cómo los tanques se acercaban a TVE la tarde del 23-F. Otra, veinte segundos antes de empezar la entrevista sobre el Gal a Felipe González en Televisión Española. Los dos solos, en silencio en el plató, sabiendo que iba a ser una entrevista dura. La vieron ocho millones de personas. Y la tercera foto, la locura del atentado del 11-M en la cadena Ser. Fue brutal: yo en el estudio y escuchando cómo la cifra de víctimas no dejaba de crecer.
-¿Qué ha aprendido en estos años?
-He aprendido a dudar y a desconfiar, y he confirmado, sobre todo, que mis aitas tenían razón: que todo cuesta mucho en la vida, que los demás son dignos de respeto y que lo fundamental es intentar ser una persona honrada y decente.
- ¿Termina con más dudas que certezas?
-Yo he sido 'dudador' desde pequeño, como me enseñó mi padre. Me horroriza escuchar a alguien que dice eso de 'no me cabe la menor duda'. Si uno tiene el cerebro repleto de certezas debe ir al médico. Lo recomendable es gestionar las dudas de la mejor manera posible.
-De historia a la geografía: ¿cuáles son sus puntos cardinales?
-San Sebastián es mi vida, mi alma y mi corazón, con Pamplona como apéndice. Sevilla ha sido mi amor. Madrid es mi lugar de trabajo.
-Durante toda su carrera ETA ha sido una constante en nuestras vida. Ahora que cierra una etapa profesional el terrorismo parece entrar en su fase terminal.
-El final de ETA lo doy por hecho, aunque temo que pueda haber coletazos que nos hagan aún sufrir. El capítulo que me preocupa es la reconciliación: estos años de conflictos han ido articulando burbujas sociales separadas entre las gentes de unas ideologías y otras.
-¿La sociedad vasca no será capaz de superar esos abismos?
-Quiero pensar que sí, pero no hace mucho hablaba con gente del entorno de Batasuna y les decía que la distancia entre el inmigrante que llega a una playa del sur en patera y se encuentra con una familia que está pasando ahí el día es menor que la distancia que existe entre un chico del PP y un chico de Herri Batasuna en Gipuzkoa, por ejemplo. Mi interlocutor de la izquierda abertzale reconocía hasta las diferencias de cultura que han encontado con el mundo de EA ahora que han suscrito acuerdos. La separación de lógicas y universos que sufre la sociedad vasca debe ser combatida con un esfuerzo de mucha categoría. La política vasca debe volcarse ya en la reconciliación. Euskadi no tendrá futuro como no teja acuerdos: es un país demasiado pequeño para permitirse ese lujo. Hay que convivir sumando. Es hora de la política con mayúsculas.
-¿Cómo ve su San Sebastián desde la distancia?
-¡Es que no la veo desde la distancia, porque yo nunca me he ido! Donostia va conmigo. En mi despacho tengo delante la foto de la calle Churruca, donde nací, la imagen de la Real Sociedad... Nunca me ha abandonado el olor a salitre y yodo del mar. Mi mujer me lo ha oído contar millones de veces: ese aroma me persigue. Cuando vives en Donostia no percibes tan nítidamente el olor a yodo que penetra en torno a la bahía, pero pervive en el disco duro de mi cerebro.
-Y vuelve regularmente.
-Y siempre que vuelvo me sorprende positivamente. No entro en las valoraciones de política municipal, que desconozco, sino en la vitalidad del conjunto de la ciudad. Está permanentemente en transformación, modernizándose, viva. La gente que vive en Donostia quizás ve más las pegas del día a día, pero si le pones perspectiva, compruebas que el dinamismo de San Sebastián supera al de muchos otros lugares. Siempre se están haciendo cosas y siempre contagia vitalidad. Veo a Donostia muy bien.
-¿Cómo enjuicia el presente de su idolotrada Real Sociedad?
-La veo muy bien. Hay gente joven cuya vivencia de la Real empieza en los éxitos de los años 80, pero quienes somos más viejos hemos vivido todos los calvarios y sabemos encajarlos muy bien. Estoy contento porque la Real vuelve a ser la Real. Las pasará moradas, sufriremos, gozaremos, pero volvemos a ser lo que siempre ha sido este club, el que yo conozco desde que era un niño. Habrá baches, pero quedarán en anécdota si mantenemos la identidad por encima de los contratiempos.
-Le veo ilusionado.
-Hemos pasado años recientes en los que yo no reconocía a mi Real en este equipo. Lo comentaba con amigos como Elías Querejeta, un 'enfermo' txuri-urdin. Pero la Real ha vuelto: hay cantera, viviremos cosechas mejores o peores, estaremos arriba o abajo, y lo viviremos con naturalidad. Y en el equipo actual veo a jugadores buenísimos.
Guardiolas y mourinhos
-Algunos pensamos que el mundo se divide hoy en guardiolas y mourinhos. Elija.
-Guardiola, por supuesto, aunque no tengo nada contra Mourinho. Guardiola es un modelo de comportamiento en la vida y en el fútbol, sobre todo para quienes hemos vivido este deporte con un sentido y una conexión con las raíces. El Barcelona es la sublimación del modelo de la Real, es como la Real Sociedad pero escrita en letra gótica. Nuestro sueño sería tener un día un equipo sustentado en una muchachada de casa, como ellos, que hubiera logrado sus niveles de excelencia y se mantuviera tan arraigado con su territorio.¡Cómo juegan al fútbol Xavi y los suyos! Toda mi vida he sido aficionado a este deporte y nunca había visto jugar tan bien. Quizás, sólo, en los tiempos de Di Stéfano.
-¿Cómo se imagina dentro de diez años?
-Ni idea. En estos tiempos convulsos es difícil imaginar cómo será algo dentro de diez años, porque habría que echar mano de la ciencia-ficción. Me veo enchufado a Donostia, aunque mi mujer es de Sevilla y tenemos pendiente 'negociar' el enigma de nuestro futuro geográfico. Para ejercer la profesión Madrid es el lugar, pero no me veo paseando mi vejez por el Retiro. Me resulta más fácil imaginarme por el Paseo Nuevo o por el muelle donostiarra. Tengo que ver cómo cierro mis 'pactos de la Moncloa' con mi mujer...
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