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ARTÍCULOS DE OPINIÓN

La Ertzaintza, 30 años después

En plena madurez, la Ertzaintza debe abordar profundas modificaciones para responder a las demandas de más seguridad de la ciudadanía de una forma más útil y más eficaz

RODOLFO ARES TABOADA

Miércoles, 22 de diciembre 2010, 02:59

El 22 de diciembre de 1980 marcó un hito en la historia de la Ertzaintza y, por ende, del autogobierno vasco. Hace hoy exactamente 30 años, el rey Juan Carlos I firmó el Real Decreto que restablecía los Forales y los Mikeletes de Vizcaya y Gipuzkoa y dotaba de una nueva configuración al cuerpo de Miñones de Álava. Aquel fue el embrión de la recuperación de nuestra Ertzaintza, que, tras el amargo paréntesis de la dictadura, renació de la conjunción de las instituciones forales hasta echar a andar catorce meses después, cuando los 603 jóvenes de la primera promoción ingresaron en Arkaute. Al cumplirse este aniversario, justo al día siguiente de que los 290 hombres y mujeres de la XXII hayan comenzado a trabajar, es una buena ocasión para reflexionar sobre la necesaria adaptación de la Ertzaintza a la Euskadi del siglo XXI, sacando el máximo partido de los avances tecnológicos y las nuevas redes de comunicaciones. Ese es el objetivo del Plan de Reorganización y Modernización de nuestra policía que estamos impulsando, un documento que recoge planes y propuestas para prestar a la ciudadanía un servicio de seguridad más cercano, más ágil y más eficiente.

Pero antes de hablar del futuro, quiero echar la vista atrás. Sería injusto por mi parte no reconocer el trabajo realizado por mis cinco antecesores para poner en marcha y desarrollar la Ertzaintza en circunstancias muy difíciles. Y, sobre todo, resultaría imperdonable no recordar el sacrifico de tantos miembros de nuestra policía que entregaron sus vidas al servicio de la sociedad vasca. Quince de ellos cayeron asesinados por el fanatismo etarra que esperamos ver desaparecer muy pronto. Eso sí, mientras quede un solo terrorista dispuesto a matar o a extorsionar mantendremos la guardia en todo lo alto. Lo haremos porque es nuestra obligación y porque es el mejor homenaje que podemos rendir a los ertzainas asesinados y al resto de las víctimas del terrorismo.

Estamos recorriendo la recta final del terrorismo, sí, pero, como cualquier sociedad moderna, se nos plantean otros muchos desafíos. A los delitos tradicionales se suman nuevas amenazas para la seguridad, como los delitos informáticos, los monetarios, los delitos contra el medio ambiente o los protagonizados por bandas criminales organizadas, que requieren de respuestas rápidas y eficaces. Además, es preciso redoblar esfuerzos para acabar con la lacra de la violencia de género.

Nuevos tiempos, nuevas realidades y nuevos retos. La propuesta de reorganización y modernización de la Ertzaintza tiene como objetivo prioritario prestar más seguridad y garantizar mejor el ejercicio de los derechos y libertades del conjunto de la ciudadanía. En plena madurez, la Ertzaintza debe abordar profundas modificaciones para responder a las demandas de más seguridad de la ciudadanía de una forma más útil y más eficaz. Y, por supuesto, más cercana, reforzando al máximo su esencia de policía de proximidad.

A lo largo de 2011, con la entrada en servicio de la XXIII Promoción, nuestra policía dispondrá por vez primera de 8.000 agentes en activo, una cifra que se consolidará año tras año con nuevas promociones que garantizarán la necesaria renovación de la plantilla -casi una cuarta parte de los ertzainas han superado ya la barrera de los 50 años de edad-.

Las nuevas generaciones de agentes reforzarán la presencia policial en nuestras ciudades y pueblos. Se ajustará permanentemente la relación de puestos de trabajo a la realidad que afronta cada comisaría, y las modificaciones en las demarcaciones de las ertzain-etxeak y las mejoras en la coordinación con las policías locales posibilitarán, asimismo, una mayor presencia territorial, una optimización de los recursos y una significativa disminución de los tiempos de respuesta ante todo tipo de incidencias. Paralelamente, el impulso de las oficinas de atención acercará el servicio a los ciudadanos de aquellos municipios que por su distancia con las comisarías, población o tasa de delitos lo requieran.

Quienes hace casi tres décadas vistieron por vez primera el uniforme rojo de la Ertzaintza contaban con los medios materiales propios de una época en la que el teléfono móvil o internet eran herramientas propias de la ciencia ficción. Hoy, los cambios tecnológicos ofrecen oportunidades ilimitadas que hay que aprovechar, facilitando a la ciudadanía la presentación de denuncias y agilizando las comunicaciones y los intercambios de datos entre las policías para perseguir el delito de una manera más eficaz. Estos son, entre otros, los restos de la Ertzaintza del siglo XXI, una policía integral y de proximidad que aún tiene que superar una asignatura pendiente: la escasa presencia femenina en su plantilla (el 10,3% del total). Seguiremos poniendo todo nuestro empeño en conseguirlo para que la Ertzaintza sea un cuerpo cada vez más representativo de la sociedad a la que sirve. Entre tanto, espero que el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco emita muy pronto su sentencia en relación la política de cupos de mujeres, un asunto que mantiene en suspenso el ingreso en la Academia de la XXIII Promoción. Respetaremos y acataremos el fallo, pero es preciso que éste no se demore. La renovación de nuestra policía no puede paralizarse.

Estamos empeñados en modernizar y reorganizar la Ertzaintza para responder a las demandas de seguridad del conjunto de la ciudadanía de Euskadi buscando el máximo consenso y el máximo acuerdo institucional, político y social. Hay que garantizar que la Ertzaintza del siglo XXI refuerce su carácter de policía de proximidad con más presencia territorial, más agentes en la calle y que preste un servicio más rápido y eficiente.

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