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Jueves, 30 de diciembre 2010, 03:27
El pronóstico meteorológico hizo pleno y sin duda la de ayer, puede pasar como una de las jornadas más primaverales del final de diciembre, de la década. Ante un invierno una vez más, anticipado y por supuesto riguroso, el oasis que representó el último miércoles de la postrera hoja del calendario, hizo que en un contexto vacacional a efectos laborales, para la gran mayoría, y cómo no, a nivel académico, las calles de la localidad se vieran más que animadas desde primera hora de la mañana.
Sirva como referencia que en el entorno del que fuera campo de rugby del Trevijano, utilizado como parking para la ocasión llegaron a congregarse cerca de 1.000 vehículos. A partir de ahí, en una de las mejores referencias foráneas y termómetro de todo acontecimiento ferial de Euskal Herria, es decir, en el puesto de venta de talos de Segura, Laureano, consejero delegado de la actividad, calificaba la sesión, al cierre, con un notable alto.
Entre los de casa, el gremio hostelero del casco histórico no dudaba en referirse a la feria como la más multitudinaria de los últimos años.
Y simplemente, un dato más, el cuto asado al burruntzi en la Prazuela, iniciativa que promueve el Ayuntamiento, y de que quede 'al dente', se encarga el maestro de fogones, Carlos Ibarrondo, salía a la venta poco antes del mediodía. Pieza que distribuían, en pintxos los voluntarios de Cáritas, beneficiarios de la iniciativa, ejemplar que desaparecía en un santiamén, pero que en caja registraba un recuento de 1.300 generosos pintxos repartidos y un arqueo de 2.600 euros.
Entre los baserritarras y vendedores semanales de la feria, se escuchaba aquello de que, «a las 11 de la mañana parecía que íbamos a hacer kale, pero está claro que el personal primero sosegó el gaznate y luego hizo las compras, con lo cual, conformes».
Y de ahí en adelante, es seguro que cada uno contará la feria según le fue. Lo cierto es que todas las calles del casco histórico, y su entorno, se vieron ocupadas por un sinfín de puestos; más de 400, representantes de toda la gama manufacturera.
Una impresionante superficie comercial artesanal, primorosamente organizada que se vio desbordada por ese aluvión de vendedores que acuden a cada gran cita popular y extiende su manta o sábana, en el pavimento, allá donde considera pero siempre en busca del mejor punto de venta. Desembarco que a punto estuvo de poner en jaque la mañana ferial. Una actividad que al Ayuntamiento le toca regular.
Jesús Mari Lariz, gran artífice de toda actividad festiva y ferial en el municipio se mostraba más que satisfecho. «Ha sido una feria excepcional, una pasada, increíble, remataba. Un resultado así no sólo te compensa sino que te estimula y da nuevos bríos para seguir adelante, en esa línea de mejora constante. A por el 2011», concluía.
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