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KOLDO SARATXAGA
Viernes, 7 de enero 2011, 03:06
Tomarse unos días de relax supone, entre otras cosas interesantes, dedicar más tiempo a la lectura e incluso hincarle el diente a una hoja en blanco. Mientras escucho al inolvidable Mikel Laboa, estoy garabateando esas ideas, esas utopías que quisiera que fueran, lo antes posible, una realidad.
Andaba hace tiempo pensando en compartir mis inquietudes sobre los sentimientos que percibo del entorno social. No se trata de si la sociedad atraviesa momentos históricos que la diferencian de posiciones anteriores, sino de qué pasa con la sociedad que nos está tocando vivir, con la que estamos construyendo. Es una sociedad desenfocada, dirigida por las grandes multinacionales proveedoras del consumo, endeudada y engañada, con un futuro incierto, una clara falta de valores, sin saber qué pasos dar y en qué y quiénes apoyarse, sin referencias, mejor dicho, referentes, personas en las que creer o seguir. Alguien que ofrezca una ética a toda prueba, humilde, honrado, sensible, razonable, capaz. Y añadiría: inquieto, inconformista e iconoclasta. Necesitamos líderes de nuevo cuño, líderes que llevamos tiempo sin sentir, sin visualizar, sin seguir.
No podemos seguir observando cómo esta sociedad se queda esperando a que le den la noticia de que la crisis se acaba y todo vuelve a ser como antes. Sí, como antes de la crisis económica. ¿O hay otras? Por mucho que nos quieran calmar con unas pocas décimas arriba o abajo de crecimiento del PIB, existen otras crisis sin cerrar que son la verdadera causa de la situación y no son platos de consumo diario para quienes deben ser claros con la ciudadanía. Permitidme compartir, de forma somera, algunas de las crisis que siento con absoluta claridad:
- De valores. Una sociedad, la desarrollada, focalizada de forma decidida y creciente al consumo, está perdiendo valores como la humildad, la solidaridad, la igualdad. Los cambios en China e India nos deben hacer pensar en los valores que está sembrando la sociedad global para visualizar por dónde irá la cosecha de las próximas décadas.
- Un mundo cada vez más desigual en el reparto de la riqueza y con una sensibilidad en claro retroceso. Las ayudas urgentes han sido para la banca y la industria del automóvil, cuando un tercio del mundo no tiene agua ni educación y malvive con un euro al día. ¿Hasta cuándo lo soportarán?
- Una sociedad consumista con absoluta petróleo-dependencia. Sin el petróleo y sus derivados nos faltaría la comida en pocos días. No sabemos cuánto petróleo queda, ni con qué se sustituirá y en qué tiempo. Y mientras tanto, cada vez se consume más a nivel mundial.
- Una sociedad que no es consciente de que la naturaleza, de la cual se beneficia, no es solo para la generación actual y que, por tanto, debe observar un trato ético y eficiente con su utilización.
- Una sociedad que continúa asumiendo que las organizaciones empresariales (empresas) son un coto de poder para quienes pusieron un capital hace años, o décadas, que les da derecho de por vida a hacer y deshacer, y en las que la jerarquía se impone al saber hacer y crear del conjunto de las personas que las componen.
- Una sociedad que se empeña en mantener, como modelo, una educación basada en el aprendizaje que consiste en transmitir conocimiento teórico acumulado por la familia, la sociedad y el mundo. La educación tiene poco que ver con esto y sí con la sabiduría, ya que ésta es el conocimiento aplicado. Estamos indicando a los alumnos qué deben pensar en lugar de cómo pensar. Si queremos invertir y crear empleo, aquí tenemos la mejor oportunidad.
- Una sociedad desarrollada absolutamente despilfarradora. Una sociedad que entiende muy bien qué es la eficacia, pero donde no se escucha hablar de la eficiencia. Unas minorías que acumulan poder, a nivel institucional y empresarial, y prefieren hacer de la transparencia una quimera y del compartir un imposible.
- Una sociedad que, parece, cuenta con los humanos como los seres más inteligentes de la Tierra. Indico Tierra ya que me ilusiona, me tranquiliza pensar que tienen que habitar otros seres más evolucionados algún lugar del Universo. Es duro pensar, a veces, que los seres más capaces conocidos hayamos pasado siglos matándonos.
- Una sociedad que dedica más de un 20% de sus ingresos personales y públicos a un juguete, llamado automóvil, que contamina el medio ambiente hasta los límites absurdos actuales, los que las multinacionales productoras han querido y las instituciones han permitido y apoyado. Dicen que por el empleo y riqueza generados. Cuesta creer que esto pueda ser alimentado por las mentes más lúcidas del mundo conocido.
- Una sociedad que, paso a paso, va cediendo ante la bien vendida necesidad de la seguridad y olvidando que el objetivo natural es una paz en libertad, y una libertad en paz.
- Una sociedad cuyos jóvenes, mayoritariamente, llevan más de dos décadas sin soñar, sin utopías sociales, sin consumir energía para un bien que supere sus propias necesidades a corto plazo. Necesito pensar que esas energías las dedicarán en las próximas décadas a soñar haciendo el cambio que tanto se necesita.
- Una sociedad que observa cómo los políticos, en su mayoría, juegan al poder, mientras el de la sociedad es cada vez menor. Parece que es pronto para despertar y debemos esperar a estar como Irlanda. Estamos demasiado contaminados por el dinero y demasiado pendientes de quienes lo tienen, lo manipulan y, como consecuencia, nos manipulan. Pensando en términos económico-financieros, necesitamos un nuevo equilibrio y que no sea el establecido por el BCE y el FMI, que hoy dirigen Europa y a quienes la formamos.
Estamos perdiendo la sensibilidad con nuestro entorno, es decir, con nuestra historia, costumbres, relaciones familiares y vecinales. Necesitamos plantearnos qué sociedad queremos de aquí a diez o veinte años. Pensando en infraestructuras, ya lo hemos hecho. En términos sociales, no cabe duda de que necesitamos un nuevo estilo de relaciones.
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