«Me quedé sin trabajo e hice oposiciones a un ayuntamiento»

Están acostumbrados a sobrevivir, a no saber cuándo les saldrá el próximo trabajo ni el sueldo que se podrán llevar, con suerte, ese mes a casa. Todo ello, si no están cargados de deudas hasta el cuello, lo que les quita el aliento y el sueño. Son situaciones dramáticos que ha obligado a muchos autónomos a cerrar la persiana. Uno de ellos, es Jesús Mari Ubiría, que tras trabajar toda la vida por cuenta propia para Fagor Industrial de Oñati como fontanero vio cómo de la noche a la mañana descendía la actividad y los primeros en quedarse sin trabajo eran los autónomos.

«Lo peor de todo fue que la crisis vino de golpe y que tampoco había trabajo fuera, en las obras o en casas, haciendo chapuzas u otras cosas». Esto ocurrió hace tres años.

Fue tirando como pudo, pero se planteó un cambio de rumbo, prepararse para unas oposiciones. Dicho y hecho. Lo intentó en varios ayuntamientos y al final consiguió un empleo fijo en el de Arrasate, en lo suyo, de fontanero. Fue a finales de 2009. Jesús Mari Gabiria no se arrepiente, porque el panorama no es nada alentador. «Los fontaneros no lo tienen nada fácil pero creo que los albañiles están en peor situación, al menos en esta zona», comenta.

Algo de lo que puede hablar Joxean Ariceta, un albañil de 47 años de Tolosa, que lleva desde 1993 trabajando como autónomo. «Con la crisis se ha notado muchísimo la falta de trabajo», comenta. Comenzaron tres albañiles autónomos, que crearon una comunidad de bienes. Ahora cada uno trabaja por su cuenta. Añora aquellos años en los que había trabajo con cierta continuidad, lo que valía para llevarse un sueldo a casa. «No más, porque la gente se cree que haces mucho dinero y no tiene en cuenta las épocas en que no trabajas».

La situación ha cambiado drásticamente. «Ya no trabajo para un contratista sino a lo que salga, lo que supone más responsabilidad -papeleo, riesgo de impagos...-, y más incertidumbre». En estos momentos tiene trabajo, pero no sabe para cuánto tiempo.