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Proyecto. Simulación del recorrido que la luz del sol haría en el interior de la obra en el solsticio de verano. :: ÁNGEL MEDINA G. / EFE
Tindaya, más difícil que un 'ochomil'
ARTE

Tindaya, más difícil que un 'ochomil'

El Gobierno canario intenta impulsar por enésima vez la ejecución del proyecto. El Ejecutivo sólo contempla ya la fórmula de financiar la obra a cambio de los derechos de explotación

ALBERTO MOYANO

Jueves, 20 de enero 2011, 11:26

Cuando en 1993 Eduardo Chillida atisbó en Tindaya el enclave ideal para su 'Monumento a la Tolerancia', sabía que era la montaña mágica de Fuerteventura, pero probablemente no llegó a sospechar que se convertiría también en un puerto fuera de categoría para la ejecución del proyecto. Desde entonces, toda clase de problemas, irregularidades, obstáculos y protestas han entorpecido la construcción en el interior de la montaña de un espacio que, en todo caso, ya nunca llegará a ver el artista donostiarra, fallecido en 2002.

El encuentro que representantes institucionales canarios y familiares de Chillida mantuvieron anteayer en el recién clausurado Museo Zabalaga supone el enésimo impulso a un proyecto cuyos términos están establecidos hace tiempo, pero que por distintas razones no termina de concretarse. Tindaya nunca ha estado paralizado: simplemente, la sucesión de avances y retrocesos hace indetectable su movimiento.

Del encuentro del martes resurge la idea de construir la monumental obra mediante la concesión de la obra a una empresa. El Gobierno canario, que en este asunto va de la mano del Cabildo de Fuerteventura y del propio Ayuntamiento de La Oliva, planea sacar a concurso en el plazo de dos meses la licitación de la obra en régimen de concesión, lo cual permitiría a la firma que se adjudicara el proyecto recuperar la inversión mediante la venta de entradas a Tindaya y al entorno natural que rodea la montaña -en trámites de declaración como Parque Nacional-. Cabe recordar que las obras ya fueron adjudicadas inicialmente a las empresas Necso y FCC, en una decisión que posteriormente porque el Gobierno canario no había culminado aún el planeamiento territorial adecuado.

Sobre el papel, las optimistas estimaciones del Ejecutivo canario, que siempre se reactiva al borde de las elecciones, aguantan: los 75 millones de euros del presupuesto se amortizarían en diez años si la mitad de los 1.700.000 turistas que visitan cada año Fuerteventura se animaran a pagar una entrada que rondaría los nueve euros. El ticket daría derecho a recorrer el futuro Parque Nacional, con un centro de interpretación del hábitat desértico que rodea la montaña, y la propia obra de ejecución del proyecto, cuya duración se calcula en unos cuatro años.

Lo cierto es que la declaración de Parque Nacional avanza a buen ritmo y con paso firme, de la mano del ex responsable de Aena Francisco Díaz Pineda, autor también del estudio de impacto medioambiental de la obra y creador de otros espacios protegidos, como la reserva natural de Urdaibai.

Y hasta aquí llegan las novedades porque el resto es un déjà vu. De hecho, en febrero de 2007, el consejero de Medio Ambiente del Gobierno canario, Domingo Berriel, ya anunciaba para ese mismo año la licitación y contratación de las obras, que a estas alturas de 2011 estarían ya concluidas o a punto de hacerlo. «El proceso constructivo en sí será un espectáculo», aseguraba por aquel entonces Berriel en declaraciones a DV.

Y a pesar de que en su opinión, tan sólo «problemas judiciales imprevistos y hoy bastante improbables» podrían retrasar los planes del Gobierno, lo cierto es que a día de hoy el proyecto se encuentra en el mismo punto, aunque la situación ha cambiado. Para peor.

Así, si hace cuatro años el Ejecutivo autonómico contemplaba laposibilidad de una fórmula mixta a la hora de sufragar las obras -a medias entre los presupuestos públicos y la cesión a la empresa constructora de los derechos de explotación-, ahora la crisis económica, especialmente lacerante en Canarias, hace que ya sólo se contemple como factible la segunda vía de financiación. Un año antes, en 2006, era el presidente de Fuerteventura, Mario Cabrera, era el que aseguraba que «si el Gobierno canario tuviera problemas, el Cabildo asumiría Tindaya en solitario». Actualmente, el Cabildo mantiene posiciones más modestas.

Si finalmente la licitación de la obra sale a concurso dentro de dos meses, la dificultad estribará en encontrar concursantes. Y eso que hasta el propio Berriel reconocía en 2007 que los 75 millones en los que está presupuestada la obra «luego se convertirán en algo más».

Por otra parte, la empresa concesionaria también podría contar con los ingresos extras procedentes de la extracción de la traquita -la roca volcánica del interior de Tindaya-, una piedra comercializada para su utilización en la decoración de exteriores. El proyecto de horadar en las entrañas de Tindaya un espacio cúbico de cincuenta metros de lado -que luego se quedarían en cuarenta- ha cosechado en sus casi diecicho años de historia una interminable lista de reveses y contratiempos que se han traducido en protestas ecológicas, irregularidades económicas y obstáculos técnicos.

Ahora, en vísperas de la campaña electoral, Tindaya resurge con fuerza en la agenda del Gobierno canario que, además de con las dificultades económicas que entraña el proyecto, deberá lidiar con los celos territoriales que suscita, dado que el 'Monumento a la Tolerencia' estaría llamado a convertirse en un importante polo de atracción turística.

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