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Caza y captura de un tacón de aguja
AL DÍA

Caza y captura de un tacón de aguja

Cuando la red condena sin juicio. Los internautas inculpan a una menor de Granada por participar, zapato en mano, en una paliza. Su nombre y su foto ya son públicos. La familia ha denunciado amenazas

FRANCISCO APAOLAZA

Sábado, 29 de enero 2011, 17:49

El lunes llegó del colegio, se sentó ante el ordenador y se echó a llorar. En su buzón de Facebook esperaba medio centenar de solicitudes de amistad y algo más. «Zorra, te vamos a matar», le decían. A Tere, una chica de 17 años de Salobreña le comenzaron a temblar las piernas. Sintió miedo. No comprendía nada. A ojos del mundo, era la «asesina» del tacón de aguja. Pasó dos días encerrada en casa de sus padres, sin querer salir ni asistir al colegio por miedo a que una de las cientos de amenazas -«Le voy a 'demacrar' la cara con un tacón»- se hiciera real. Ella, que tiene la edad para ser la protagonista de un cuento de princesas, se había visto implicada en una caza de brujas por haber sido señalada por varios internautas como culpable de una paliza. El linchamiento se retrata en un espeluznante vídeo que circula por la red y que ha abierto un debate sobre la colaboración de la red en la identificación de presuntos delincuentes.

Esta es una historia loca de violencia que perdió la cordura el domingo pasado poco antes de las siete de la mañana. Rafael Alba, un vecino de Granada, escuchó los gritos de una trifulca debajo de su casa, en las puertas de la discoteca Opera 4. Salió al balcón y tomó la cámara de vídeo. El resultado hiela la sangre: un grupo de jóvenes se lía a golpes con otros y la toman con uno de ellos, de camisa blanca. Por celos, por una barra de hierro, no está claro. El chaval se intenta escapar. Lo derriban. Toman carrerilla y le patean la cabeza hasta dejarlo inerte como un guiñapo. Con el herido tendido junto a una pared, inmóvil, una de las atacantes se quita el zapato y le clava en la cara su tacón de aguja una y otra vez como si fuera un puñal. «Mátalo, mátalo», gritaba.

Un milagro: la Policía asegura que el herido no presentaba lesiones visibles. El agredido no quiso tomar una ambulancia para acudir al hospital y realizar un parte de lesiones con el que denunciar el ataque. No había denuncia, no había heridas, no había investigación. Asunto cerrado, como otras tantas peleas de acera. Pero tenía que haber culpables y había que buscarlos. Rafael Alba quiso seguir adelante. Presentó una denuncia por sí mismo, colgó el vídeo en Youtube y solicitó la ayuda de los internautas para localizar a los atacantes.

Así comenzó lo que para muchos es una caza de brujas, para otros un ejercicio de civismo y una lección a la Policía que no deja duda del abrumador poder de la red a la hora de identificar supuestos culpables. En Forocoches, el foro español más concurrido, conocido entre otras gestas por meter a John Cobra en la carrera a Eurovisión, se pusieron manos a la obra para encontrarlos. «Es el CSI de España. Si no puedes localizar a alguien que ha hecho algo, ellos te lo localizan», avisa Alba. Y lo consiguieron. Comenzaron a difundir los nombres de la vergüenza con dos apellidos, currículum, fotos y perfiles de Facebook. En la red social se abrió incluso un grupo para identificar a los autores, con más de 3.000 personas en el que se dieron nombres y se clamó justicia, métodos bárbaros incluidos.

La Fiscalía toma cartas

La red perdió la calma. El vídeo se había distribuido de manera viral por los buzones y perfiles de Facebook de miles de personas, muchas con ganas de venganza, y la Fiscalía de Granada ordenó una investigación de oficio de los hechos. Misión cumplida. Rafael Alba ya era un héroe. «Si la autoridad no actúa, es la sociedad la que debe movilizarse», dice el protagonista de la historia, que se presenta como licenciado en Derecho. Para Alba, la Policía no tenía más que llamar a las puertas de sus culpables e investigarlos. Esa es la tesis que sostienen miles de internautas. El problema sobrevino cuando muchos de ellos fueron más allá, sin tener la certeza de que eran ellos los autores del linchamiento. «Como coja una pistola, voy a Salobreña y hago una masacre», amenazaba uno. Los supuestos villanos -Tere, Plácido y Álvaro- aseguran no saber de qué va esta historia. Ni siquiera pueden resultar absueltos, pues no están acusados. El jueves, ella, señalada como la agresora del zapato, volvió a clase por indicación de su padre con advertencia especial al centro para mantener su seguridad. Los suyos sostienen que pasó en casa la madrugada del sábado al domingo. «Ella no está nunca fuera a esas horas y menos en Granada, a casi 70 kilómetros de Salobreña. Pero para muchos ya es una criminal», dice su padre, que ha interpuesto una denuncia.

Álvaro, de 19 años, también de Salobreña, estudia en otra capital, a más de 300 kilómetros de Granada, y cuenta que no ha pisado la ciudad desde el 10 de enero. No volverá a hacerlo hasta abril, cuando se calme el asunto. «No quiero que alguien me reconozca y me pegue una paliza. He recibido mensajes diciendo que han contratado a un grupo de matones sudamericanos para darme una buena. Pese a que conozco a los otros dos, no somos amigos. Lo único que he podido hacer es presentarme en la Policía para poner una denuncia contra los que han puesto mi nombre, me han insultado y amenazado. Los agentes ya han comprobado por mis viajes que yo no estaba en Granada ese día. Pero tengo miedo».

¿Innovación, colaboración ciudadana o la puerta abierta a la barbarie? El blog del juez de menores Emilio Calatayud fue de los primeros en pronunciarse. «Los ciudadanos deben colaborar con la Justicia y con la Policía; si tienen conocimiento de que se haya podido producir un delito tienen que denunciarlo. Eso está bien. Pero eso se debe hacer sin violar los derechos de otras personas, caso del derecho a la intimidad y la propia imagen. Y menos aún tratándose de menores».

Las autoridades judiciales han apoyado de manera oficial la tesis del magistrado. El fiscal jefe de Andalucía ha ordenado que se ejerza las acciones penales que correspondan contra los autores de la paliza, pero también considera peligrosa la colaboración ciudadana en la red «sin control alguno».

La Policía es clarísima al respecto. Fuentes del cuerpo son tajantes: «Si se tiene un vídeo de un presunto delito, o información de un sospechoso es mejor entregarla a la Policía o a un juez, no subirla a una red social». De hecho, existen canales para hacerlo «sin tener que montar espectáculos». El caso del tacón de aguja es, para ellos, una demostración de que «pese a que se haga con buena voluntad», este tipo de colaboración puede hacer «más daño que el que se quiere remediar, pues sus efectos son difíciles de controlar. Se puede provocar una tragedia».

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