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ANE URDANGARIN
Sábado, 19 de febrero 2011, 10:48
Cuando en una película uno de los protagonistas tiene cáncer, es habitual que le retraten sin pelo y vomitando. Esa imagen que ha calado en el imaginario colectivo es real, pero con muchos matices. Los tratamientos han avanzado de tal forma que no todos los pacientes que se someten a quimioterapia sufren estos efectos secundarios. No todos se quedan calvos ni padecen tantas náuseas. «Lo que queremos en cierta manera es desmitificar un poco el miedo que produce este tratamiento. A mis pacientes les digo que a la quimioterapia hay que tenerle respeto, pero no miedo», señaló Isabel Álvarez, médico del Hospital Donostia, en la presentación de la campaña '¡Siéntete Bien!', en la que se dan pautas para prevenir y controlar los vómitos.
El mensaje del programa no es baladí, habida cuenta de la incidencia del cáncer. En el País Vasco se detectan al año 11.000 casos nuevos. La incidencia aumenta básicamente porque se diagnostica más y por el envejecimiento poblacional. Afortunadamente, también se incrementa la supervivencia, fundamentalmente debido a la mejora de los tratamientos, que pueden ser quirúrgicos, de radioterapia y médicos. En este último grupo se incluye, junto a la terapia dirigida y la hormonal, la quimioterapia.
La 'quimio' «es el tratamiento médico que más asusta a los pacientes», según ha comprobado Isabel Álvarez. «Tiene efectos secundarios importantes que hay que vigilar de cerca. Y en todo el proceso es muy importante la relación entre el médico y el paciente».
La pérdida del cabello es quizás el primer efecto que se asocia a la quimioterapia, «aunque no ocurre siempre». La toxicidad que se produce a nivel sanguíneo, el cansancio, etc. son otras de las consecuencias. Y luego está el riesgo de náuseas o vómitos, «que altera mucho la calidad de vida». Para minimizar este efecto, la Sociedad Española de Oncología Médica y la Federación Española de Cáncer de Mama han puesto en marcha la campaña '¡Siéntete bien!', que incluye el reparto del manual de preguntas 'nauseas y vómitos bajo control'. Otro de los materiales que estará disponible en consultas y asociaciones guipuzcoanas es 'Mitos y realidades de la quimioterapia: Náuseas y vómitos tras la quimioterapia', así como un diario de salud.
La oncóloga del Hospital Donostia explicó que, en la actualidad, hay tratamientos que apenas producen vómitos, aunque algunos provocan náuseas de mucha intensidad. Sin embargo, los nuevos tratamientos permiten controlar este efecto secundario, aunque aún no siempre, «de una forma óptima».
Nada que ver con hace un par de décadas, cuando Txaro Beobide, presidenta de Katxalin, la Asociación de Mujeres afectadas de Cáncer de Mama y Ginecológico, se sometió a quimioterapia. «Recuerdo que solía pasar los cinco días después de la sesión junto a una palangana. Me daba lo mismo estar viva que muerta», confesó. Las cosas han cambiado. «Hoy veo a mujeres que por la mañana reciben el tratamiento y por la tarde vienen a participar en las actividades de la asociación».
Isabel Álvarez contó que este efecto secundario aparece sobre todo en los primeros días, y son estos casos agudos los que han conseguido controlar mejor. Los fármacos ayudan a paliar estas situaciones. Luego hay quien no vomita hasta varios días después de la sesión. En estos casos tardíos el control es más difícil. «Y también están los que se anticipan y tienen vómitos antes del tratamiento o en el mismo lugar de la sesión. Son de tipo reflejo, y los experimenta la gente que los ha sufrido antes».
Tratamiento preventivo
¿Hay quien tiene más riesgo? Parece que sí. «La gente joven tiene más que los mayores, las mujeres algo más que los hombres, y la gente que ha tenido vómitos con anterioridad, como mujeres durante el embarazo o personas que se marean en el autobús o en el coche, tienen más facilidad. De esta forma, podemos saber qué pacientes necesitan mayor soporte en este aspecto».
Habitualmente se da un tratamiento preventivo, aunque si el riesgo es bajo se suele esperar, con el fin de no sobremedicar. Los protocolos, en estos casos, se adaptan a cada paciente. «Por eso la comunicación con el médico y el personal de enfermería, que hace una labor muy importante que no se suele destacar, es tan importante».
La dieta también puede ayudar. «Les recomendamos que esos días no hagan comidas pesadas, que tomen pequeñas cantidades y que no estén mucho tiempo sin comer, para que siempre tengan algo en el estómago. En algunos casos se evitan ciertos medicamentos que favorecen, por ejemplo, la gastritis. Luego hay pacientes que dicen que la comida les sabe a metal. A algunos les ayuda tomar infusiones, bebidas con limón...».
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