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NEREA AZURMENDI nazurmendi@diariovasco.es
Jueves, 3 de marzo 2011, 03:15
Rénaud Sanson no visita con frecuencia Ekainberri, el centro que acoge en Zestoa la réplica de las pinturas de Ekain que se realizó bajo su dirección. De hecho, después de haber participado en las réplicas de las cuevas francesas de Lascaux y Niaux y de dedicar una década a la cavidad guipuzcoana, Sanson, procedente de la escenografía para el cine y el teatro, ya ni tan siquiera se dedica a replicar los santuarios de arte rupestre más reputados. Ahora escribe sobre el arte de Lascaux, tal vez lo haga más adelante sobre el de Ekain. Y participa en los últimos trabajos necesarios para dar por finalizada la película con la que su hijo ha documentado el proceso de realización de la réplica de Ekain. Esa es la razón que le ha traído esta semana a Gipuzkoa, viaje que ha aprovechado para reencontrarse con su admirado Jesús Altuna y para reiterar el extraordinario valor de Ekain y su réplica.
-Ha intervenido en la elaboración de varias réplicas emblemáticas. ¿Hecha una, hechas todas, o cada cueva tiene su propio misterio?
-Esa pregunta incide en la esencia misma del proyecto de Ekainberri. En primer lugar, no hay dos cuevas que, en lo que respecta a su réplica, se puedan abordar del mismo modo. Cada cueva tiene su personalidad, cada una es un momento particular en el arte de la Prehistoria. Pero, además de eso, el carácter único de Ekainberi obedece esencialmente al modo en que se imaginó el proyecto en su origen, y en ese sentido es fundamental decir que ese proyecto es la obra de un hombre que considero extraordinario, Jesús Altuna. Sin la combinación de científico y humanista que se da en él, el proyecto no tendría la fuerza que tiene. Desde el principio coincidimos en que no era suficiente restituir las paredes pintadas, sino que era necesario presentarlas de una manera contemporánea, y nos dimos cuenta de que iba a ser muy necesario innovar en todos los sentidos.
-¿Cuáles son, a su juicio, las claves que hacen de Ekainberri un proyecto cuyo carácter experimental y novedoso siempre subraya?
-En primer lugar, el aspecto tecnológico, porque para realizar la réplica de Ekain con el grado de fidelidad que queríamos y nos exigíamos a nosotros mismos tuvimos que inventar y poner en marcha soluciones técnicas completamente innovadoras. Ese es, precisamente, uno de los grandes logros de Ekain, pero no es el único, cuando un proyecto así arranca se comienza por hacer una especie de gran caja negra en cuyo interior se mete la réplica una vez hecha. Aquí, nos dimos cuenta de que antes de empezar a hacer la réplica había que trabajar con un arquitecto que entendiera el carácter de Ekain. Y entró en escena Txema Alberdi, un profesional de gran talento que ideó una arquitectura específica, un edificio a imagen y semejanza de la personalidad de la cueva de Ekain. Sobre esas bases, los tres pusimos en pie un proyecto sintético que quería al mismo tiempo restituir el carácter original de Ekain, un verdadero tesoro de la prehistoria occidental, y hacerlo con una atención particular a la sensibilidad de los visitantes contemporáneos.
-¿Ese adaptarse al gusto contemporáneo incluye mistificar de algún modo las réplicas de las pinturas originales?
-En absoluto, cuando se hace una réplica hay que ser extraordinariamente fiel a la obra original. Mi taller era conocido porque la mano y la sensibilidad del copista no podía percibirse, debía desaparecer para que toda la relevancia recayera en la reproducción exacta del original. Pero esa fidelidad no significa que quisiéramos hacer un decorado, una falsa cueva.
-Optaron más bien por hacer todo lo contrario.
-Efectivamente, decidimos eliminar todo lo artificial -con la única excepción del tunel inicial de acceso-, así como todas las partes de Ekain que no resultan sustanciales desde el punto de vista de las pinturas. Todas las paredes y todos los suelos de Ekainberri son fragmentos reales de la verdadera cueva, no hay nada inventado. Optamos por crear grandes islas, grandes bloques, tal como se perciben en la cueva real, tratando de recrear en un espacio neutro el caos geológico que refleja la cavidad, pero sin querer relacionarlos de manera forzada creando una falsa cueva, sino uniéndolos a través de un elemento que es muy característico de Ekain: el agua.
-¿Para mostrar unas pinturas, o también para contar una historia?
-La replica tiene como primer objetivo representar las paredes pintadas con una fidelidad excepcional para que la gente que no tiene acceso al original pueda verlas exactamente como son. En primer lugar, por lo tanto, hay una voluntad de testimonio. Después viene la emoción en dos órdenes: la que el visitante siente ante esas pinturas de hace 12.000 años, especialmente si son tan maravillosas como el gran panel de los caballos, y una emoción que pertenece a cada visitante cuando empieza a preguntarse quién lo pintó, por qué... Son, en muchos casos, preguntas comunes a todas las cuevas que no tienen una respuesta clara. No obstante, se abordan en la parte didáctica del centro, y esa historia de la que habla se quería contar a través de otro proyecto que, de momento, está parado.
-¿Ekainberri, por lo tanto, no es un proyecto cerrado y terminado?
-Yo diría que la réplica es un primer paso. Mientras se preparaba se fotografiaron todos los rincones de manera extraordinaria, como no se hace en otros casos, y el resultado es un material innovador y único, una memoria estereofotográfica [fotografía en relieve] depositada ante las instituciones, que puede permitir ir más lejos y, llegado el momento, mostrar Ekain en 3D en cualquier lugar del mundo. Sin olvidar, por supuesto, el valor que tiene ese material para los investigadores, porque les ofrece la posibilidad de estudiar el arte de Ekain mucho mejor que dentro de la propia cueva.
-Frente a Lascaux o Niaux, referencias internacionales que conoce bien, ¿es realmente Ekain tan excepcional como creemos?
-Ekain es excepcional desde muchos puntos de vista y su patrimonio no está sobrevalorado. Por eso el gran mérito de Altuna radica en haber visto hace 20 años la necesidad de hacer una réplica que todos deberíamos conocer. Es cierto, sin embargo, que Lascaux puede ser una gran catedral gótica, en tanto que Ekain se asemejaría más a una pequeña iglesia románica, pero en las iglesias románicas hay concentrada una espiritualidad que nada tiene que envidiar a las catedrales, y eso es lo que hemos querido conservar y reflejar.
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