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FERNANDO SEGURA
Martes, 15 de marzo 2011, 03:05
La velocidad de los vehículos en la N-I, entre Ordizia e Irura se vigilará mediante un radar de tramo. Este sistema controlará que no se exceda el límite permitido (100 km/h para los vehículos ligeros y 80 para los camiones) en los quince kilómetros que separan ambos puntos. Es decir, no valdrá la estrategia de levantar el pie del acelerador cuando nos acercamos a un radar y pisar el pedal poco después, una vez nos hemos alejado del mismo. El nuevo sistema obliga a respetar el límite que indican las señales en todo el tramo.
La dirección de Tráfico del Gobierno Vasco confirmó ayer que se está trabajando en la instalación de este radar. Sus responsables declinaron proporcionar más datos, dado que en breve explicará públicamente el proyecto.
Este periódico ha podido saber que las cámaras se han instalado en la salida del túnel de Ordizia y en Irura, a la altura del puente del hotel Laskibar, junto a los pabellones de Angulas Aginaga.
Estas cámaras grabarán las matrículas de los vehículos que discurran por el citado tramo de la N-I. Por ejemplo, la placa de un turismo en dirección a Donostia será fotografiada a su paso por Ordizia y volverá a ser captada en Irura. Un ordenador calculará el tiempo que ha empleado en recorrer los quince kilómetros que separan ambos lugares. Si la media resultante es superior a los 100 kilómetros por hora, el vehículo será multado por exceso de velocidad. En el caso de los camiones, la media debe ser de 80.
A diferencia de los radares convencionales, este sistema permite controlar largos tramos viarios, en lugar de sectores cortos, como sucede con los fijos. En este sentido, su efectividad es mayor. De nada servirá frenar cuando se vea la señal de radar y acelerar poco después. Se deberá mantener la velocidad permitida en todo el recorrido controlado por las cámaras.
La N-I soporta un tráfico endiablado. Entre Ordizia e Ibarra se sitúa entre los 20.000 y 50.000 vehículos al día. De Ibarra a Irura, se eleva a 80.000. En torno a 10.000 son camiones en dirección o procedentes de la frontera. Cualquier accidente en esa carretera conlleva retenciones enormes, de ahí que el control de la velocidad sea un elemento clave de prevención.
La N-I, 'sembrada'
En los últimos años, la N-I se ha 'sembrado' de radares. A los cuatro 'históricos' de Añorga y Andoain se sumaron en 2008 otros seis. Estos vigilan tres tramos complicados: la bajada de Etxegarate, en Idiazabal; el que va de Andoain a Donostia, en ambos sentidos; y las peligrosas curvas de Alegia, en ambos sentidos de circulación. Hay, además, otros dos repartidos en ambos sentidos de la NI-A, enlace entre la A-8 en Aritzeta y la N-I en Lasarte.
Los radares de tramo suponen una vuelta de tuerca más en la vigilancia de la velocidad. La Dirección General de Tráfico ha puesto en marcha recientemente los dos únicos en activo en España. Están situados en el túnel de Guadarrama (AP-6) y en el túnel de Torrox (Málaga). Los dos permanecieron en periodo de pruebas entre el 22 de diciembre y el 31 de enero. El primero sorprendió a 273 infractores, de los 140.000 controlados (un 0,2%), y el radar malagueño a 1.800 de los 100.000 vigilados (1,8%). El de Guadarrama cubre un recorrido de 3,5 kilómetros y el de Torrox un kilómetro. Están anunciados convenientemente.
La DGT instalará este año otros cuatro equipos similares: en la AP-66 en Barrios de Luna (León); en los túneles del Pardo, en la M-40 (Madrid); en la AP-9, en Sartego (La Coruña) y en la A-7, en San Juan (Alicante).
La medida no ha levantado polémica. Tanto el Real Automóvil Club de España como Automovilistas Europeos Asociados no han puesto reparos a su instalación. Desde esta última entidad se ha matizado que su presencia debe ser advertida para que se consiga el fin de prevenir y no se convierta en instrumento de recaudación.
El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, afirmó a principios de año, cuando anunció la instalación de estos radares, que se trata de un sistema «más justo y razonable», ya que evitan la «pillería» de los que frenan al ver un radar fijo y evita que un conductor que conduce habitualmente de forma correcta sea sancionado por un despiste en un momento dado.
El incumplimiento de esta norma está tipificado como infracción grave o muy grave, que se sanciona con multas de 100 a 600 euros. Además, el sistema de puntos contempla la pérdida de entre 2 y 6 por este tipo de infracción dependiendo del exceso de velocidad cometido.
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