Borrar
Blanca Urgell y María Jesús Aranburu, ayer en Donostia. :: USOZ
Las instituciones no entienden a los Chillida
ARTE

Las instituciones no entienden a los Chillida

Gobierno Vasco y Diputación afirman que de las tres condiciones de la familia solo rechazaron la del derecho a veto en el funcionamiento del museo. La consejera Urgell y la diputada foral Aranburu reiteraron su «sorpresa» por la ruptura del diálogo

ALBERTO MOYANO

Sábado, 26 de marzo 2011, 11:48

Las instituciones vascas y la familia Chillida discrepan en todo, pero están de acuerdo en lo fundamental: ambas partes dan por cerradas las conversaciones para dar con una fórmula que garantice la viabilidad del museo de Hernani. Una semana después de que los herederos del escultor donostiarra zanjaran la negociación con Gobierno Vasco y Diputación y anunciaran el cierre definitivo del centro de Zabalaga, la consejera de Cultura, Blanca Urgell, y la diputada foral del área, María Jesús Aranburu, comparecieron ayer en Donostia para dar respuesta a una decisión de los Chillida que «no se puede entender». Tras señalar que para llegar a acuerdos es necesaria la voluntad de ambas partes, indicaron que «en este caso, la familia Chillida Belzunce, con su comunicado del pasado viernes, ha dejado claro que no tiene esa voluntad. Ellos sabrán por qué». La familia Chillida, por su parte, reiteraba que el cierre del museo es definitivo e informaba de su decisión de «no hacer ninguna declaración».

Urgell y Aranburu aseguraron que su propuesta garantizaba, tal y como exigía la familia, la unidad de la colección de Chillida-Leku y el carácter monográfico del museo. La única discrepancia pivotaba en torno al derecho a veto que la familia reclamaba tener en la fundación que regiría el funcionamiento del centro. No obstante, las representantes de las instituciones, que reiteraron su sorpresa por la decisión de la familia Chillida y su forma de hacerla pública, aseguraron que «dado que se trataba de una adquisición y no de una donación, no se podía contemplar» la citada reclamación. En su lugar, proponían «un sistema de arbitraje que permitiera dilucidar los posibles conflictos».

Sensación de estupor

En realidad, la rueda de prensa de Blanca Urgell y María Jesús Aranburu sirvió para dejar clara la postura de las instituciones, pero las razones de fondo que han provocado el desencuentro entre las partes continúan en zona de penumbra. A estas alturas, sólo el tiempo y el devenir de los acontecimientos en el futuro podrán contribuir a esclarecer lo acontecido. En lo que respecta a Gobierno Vasco y Diputación, siete días después de desatarse la crisis, la sensación de estupor permanecía intacta.

En contra de las especulaciones que, en forma de rumorología, se han vertido en diversos foros desde la semana pasada, la consejera de Cultura y la diputada foral reconocieron que si bien es cierto que «el precio tiene importancia», los ochenta millones de euros que las instituciones ofrecían por el museo y su colección no han sido el motivo de la ruptura de los contactos. «No puede considerarse una cifra baladí», apuntó Aranburu, a la vez que admitió que «es difícil considerar que haya sido el motivo detonante de esta ruptura porque la propuesta ofrecía distintas posibilidades» en el pago y en la tributación a Hacienda.

La diputada foral de Cultura explicó que, efectivamente, durante la anterior legislatura el departamento que entonces dirigía Miren Azkarate y la propia institución foral acordaron comprar la colección expuesta en Chillida-Leku por 100 millones de euros y doce millones más por los terrenos y el caserío. No obstante, Aranburu añadió que la estructura formal de la operación era diferente a la planteada ahora, por lo que los ochenta millones contemplados en la última propuesta no hubieran supuesto para la familia una merma considerable en la cifra neta de la compra. La razón por la que la propuesta de Azkarate nunca llegó a firmarse sigue sin estar clara. En todo caso, las instituciones consideraron caducada su propuesta, a la vez que reiteraron su «compromiso con la promoción, la divulgación y la valoración de la obra de Chillida (...) más allá de posibles desencuentros».

Ni Urgell ni Aranburu acertaron a concretar cuál ha podido ser el motivo que ha provocado la ruptura unilateral del diálogo por parte de la familia, aunque tampoco quisieron adentrarse en el terreno de las especulaciones. Recordaron que «la sintonía fue total» durante el encuentro personal que Urgell y el viceconsejero de Cultura, Antonio Rivera, mantuvieron el 27 de enero con tres miembros de la familia Chillida en Vitoria, con motivo de la reinauguración de la remodelada Plaza de los Fueros. Aquella cita, solicitada por la familia del escultor, debía servir para aclarar los posibles malentendidos que lastraban las conversaciones. No fue así.

Un mes más tarde, el 28 de febrero, las instituciones remitieron a los herederos del escultor una propuesta concreta por escrito, en la que se comprometían a respetar el carácter monográfico del museo, la unidad de la colección y rechazaban la condición de ceder a la familia el derecho a veto «dado que se trataba de una adquisición y no de una donación». No obstante, en el documento se proponía «como solución un sistema de arbitraje que permitiera dilucidar los posibles conflictos». La propuesta también ofrecía la posibilidad de «pactar con la familia un marco programático que pudiera incluso ser redactado por terceras personas expertas en la materia, donde se definiese qué debiera entenderse por un museo de carácter monográfico». De hecho, las instituciones aseguran haber trabajado con «la única hipótesis de un acuerdo» que se traduciría en «una apertura temporal del museo del 1 de julio hasta el 16 de octubre de 2011, la creación de una nueva Fundación que diera soporte a la nueva situación tras la venta y la definitiva reapertura del museo prevista para marzo de 2012».

Sin embargo, el viernes de la semana pasada la familia anunciaba el final de las conversaciones. Desde entonces, no ha habido contacto alguno entre las partes. Preguntada sobre la posibilidad de retomar las negociaciones en un futuro, Aranburu indicó que ahora se inicia una fase de «tranquilidad y de no presión, ni a la familia, ni entre las instituciones», porque «hace falta que pase un tiempo» para que si los Chillida Belzunce lo desean se vuelva a «colaborar». En todo caso, la negociación ya no se basaría en la propuesta ahora rechazada.

Pese al mutismo de los Chillida, fuentes próximas a la familia insisten en que el desacuerdo se extendía también a lo que cada una de las partes entiende por «monográfico». Además, se lamentan de que, tras el encuentro de Vitoria -en el que quedó claro que el precio no era lo fundamental-, el documento remitido por Lakua se centrara exhaustivamente en esta cuestión y «despachara en medio folio» las otras dos condiciones en términos que consideran vagos y faltos de concreción.

«Unidad permanente de la colección en los actuales terrenos. Es decir que la obra se mantuviese en ese espacio y con su actual configuración».

«Las declaraciones de la familia dan a entender que se ha puesto en cuestión la unidad de la colección. Nada más lejos de la realidad. De hecho, ésa es una condición que las propias instituciones planteamos para poder hacer la operación porque, además, es un elemento fundamental para poder desarrollar la arquitectura del acuerdo. No sólo existía la voluntad de mantener la unidad de la colección sino incluso de ampliarla».

«No se podrá incorporar a este espacio obra de otros artistas, aunque sí podrían habilitarse nuevos espacios anexos con exposiciones temporales».

«Nunca se ha puesto en duda el carácter monográfico del museo. Así se ha recogido tanto en el 'Plan de Viabilidad y Análisis de Opciones de Futuro' como en las conversaciones y propuestas. Se puede tener una visión muy reduccionista de la idea de 'monográfico', pero, en nuestra opinión, debe de ser un museo de autor (Chillida), actual y abierto al diálogo con otros artistas y expresiones o con elementos de la contemporaneidad.

Las instituciones nunca han pretendido alterar la esencia de Chillida-Leku como conjunto. Hasta el punto de que, en la reunión del 28 de febrero, se propuso pactar con la familia un marco programático que pudiera incluso ser redactado por terceras personas expertas en la materia, donde se definiese qué debiera entenderse por un museo con carácter monográfico. Y ante casos de eventuales conflictos, se ofrecía un sistema de arbitraje de equidad entre la futura Fundación y la familia Chillida Belzunce. La oferta institucional ha sido generosa y abierta. La familia no ha querido recorrer este camino».

«La familia únicamente se reserva el veto en lo que afecte a la salvaguarda de la obra y la imagen de Chillida (voto de calidad). Es una medida de precaución para que no se den variaciones ni nuevas configuraciones».

«La familia ha mantenido durante la negociación su voluntad de mantener un derecho de veto sobre la programación artística e incluso una tutela sobre las decisiones del futuro equipo directivo del Museo.

Gobierno Vasco y Diputación Foral siempre han expresado con gran claridad a la familia que, dado que se trataba de una adquisición y no de una donación, no se podía contemplar el derecho de veto tal y como la familia lo planteaba. Y se proponía como solución un sistema de arbitraje que permitiera dilucidar los posibles conflictos.

Por tanto, no se ha aceptado el derecho de veto pero se les ha asegurado, además de la legislación vigente que ya protege el derecho moral del autor, la adecuada gestión de dichos derechos a través de un sistema de resolución jurídico de conflictos de carácter oficial, cual es el arbitraje».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco Las instituciones no entienden a los Chillida